Entre
el tanatorio y la oficina de objetos perdidos hay una distancia de cinco pasos mal
contados. No era tan difícil llegarse y ver si había algo del abuelo. La vida
ya no era posible recuperarla, pero sí la cartera, aunque estuviera lista de
dinero y la foto de la abuela. El tío que le arrebató la vida, iba buscando
cosas de valor. El pobre solo tenía la foto, un billete antiguo de cinco duros
y un décimo de lotería. Dijo que ese nos haría ricos.
¡Pobre abuelo qué
equivocado estaba! No pensaba que la funeraria nos dejaría a dos velas y el mal
nacido, sin lotería.
─
¿Te acuerdas cuando me regalaste aquellas semillas que decías eran mágicas?
─Las
sembré en el jardín alrededor de la encina que un día trajo del sur, el abuelo José.
─Siempre
estuve pendiente de ver que crecería, pero todos los años, a lo más, eran
tréboles, hierbas y un año crecieron unos jacintos y otro, un poco de
hierbabuena.
─
La magia que me dijiste tenían aquellas semillas, no las veía. Todo lo que paría
la tierra, era muy bonito y aromático, pero mágico creo que no, o eso creí.
─Han
pasado muchos años y cuando un día miré por el balcón, vi como asomaban unas
uñas. Al otro día eran dedos y al final he visto una mano gigante que sostiene
la encina, o eso parece.
─En
ese momento recordé, que el abuelo decía que la encina sería la que sostuviera
esta familia. Que cuando la miráramos viéramos en ella, su mano amiga, su
sostén y todo el amor que nos tenía.
─Ahora
he descubierto la magia y lo que tantas veces nos quiso decir el abuelo.
─
El amor lo hemos tenido siempre, pero hemos necesitado algo visible para
entenderlo. Lo mismo ha sido fugaz o lo que queríamos ver. Igual salimos al jardín
y esa mano gigante ha desaparecido, pero lo que nunca se irá, será el amor que
nos enseñó el abuelo y la realidad que nunca fuimos capaces de apreciar.
Hay
días que son especiales. Son aquellos que, con libros de poesía en mano,
el recitar suele resultar grandioso. No se trata simplemente de belleza,
sino de audacia y elegancia, ya que hay que tener valentíapara declamar a ciertos poetas; por lo
que reivindican y por lo que transmiten. También por el atrevimiento de extraer
a olvidados, ninguneados o simplemente, tener el desenfado de poner voz a
Quevedo, Lope de Vega, El Renacimiento o La Odisea. Y, sobre todo, olvidar modas,
que nada tienen que ver con cultura o historia.
─Madre
no me mires así, que ya no soy tu pequeño, ni el que tú moldeaste. Veo en tu
mirada y tu sonrisa la admiración que tenías a tu niño, pero ya no lo soy, ¡he
crecido!, ni hago lo que te gustaría.
─Con
los amigos me fumo algún canuto que otro. Algunos días vuelvo a casa de día o
no vuelvo. En el fondo lo piensas, pero no lo quieres creer. ¡Nunca fuiste una
boba! Disimulabas delante de papá para que no me llevara una colleja. Pero ahora
si te enteraras de mis correrías, igual me llevaba más de una y de tu propia
mano.
─
¿Sabes una cosa? Me voy a hacer el café, que como sigas mirándome así, te digo
como cuando tenía siete años: “Mamá, te he mentido muchas veces, y no me puedo
acostar hasta que lo sepas todo”.
El
susurro del agua, cosquillea al rio y le arranca sonrisas.
El
fuego de la chimenea, invita a la lectura, a los cuentos del abuelo y a
las gachas de la abuela.
Cuando
hay viento, las ramas golpean los cristales y el niño se esconde entre
las mantas.
Todo
ello forma parte de la tierra que pisamos y nos hace más humanos,
empáticos y sensibles a la vida, que el universo nos ofrece.
Ese
Universo que ahora llora, porque lo hemos dejado de respetar y querer como el
padre que es.
AMISTAD
En
la mini cascada de Mures, que a pesar de la sequía tiene algo de agua; unos chicos a los que les mueve sobre todo la amistad, la pasión y el fuego
que les infunde lo que de verdad los motiva; disfrutando de una tarde otoñal
que no corría viento, allá se fueron con sus pequeños, implicaron a la
familia y disfrutaron de lo que saben hacer, lo que les ofrece la tierra
y al aire libre, regalan al universo alegría, sonrisas, cariño y, lo que
verdaderamente les apasiona y los une: “Música, música y más música”.
Espero que disfrutéis el vídeo. Particularmente, me ha encantado. Disculpadme si la babita veis que se me cae. No suelo subir motivos personales, pero dicen que la excepción confirma la regla.
Me
echaron de la casa por
no aceptar las normas. Había que saludar antes de sentarse en la mesa. Dar
gracias por lo servido y pedir por los que ya no estaban. Después, pasar la
cesta del pan a los comensales y un día a la semana, ser yo quién sirviera la
sopa o el estofado. Hasta ahí era soportable, pero lo que no toleré, fue ver
como una sombra sentada a mi lado me servía vino, o cómo pasaba el alimento por
algo trasparente en la silla del otro extremo. Por mucho que me dijeran que era
normal, los fantasmas me daban grima.
DIJERON
QUE ERA RARO
Me
echaron de la casa
porque decían que era raro y que me comportaba de manera extraña. ¡Esperaban
otra cosa!
Limpiaba
el suelo con la fregona, pasaba el plumero. Colocaba la vajilla sucia en el
friegaplatos, recogía la casa, ponía la lavadora y planchaba, pero cuando bebía
agua como cualquiera, iba dejando rastro y es que un espíritu, dicen que no
debe beber por mucha sed que recuerde tener.