Hay
días que son especiales. Son aquellos que, con libros de poesía en mano,
el recitar suele resultar grandioso. No se trata simplemente de belleza,
sino de audacia y elegancia, ya que hay que tener valentíapara declamar a ciertos poetas; por lo
que reivindican y por lo que transmiten. También por el atrevimiento de extraer
a olvidados, ninguneados o simplemente, tener el desenfado de poner voz a
Quevedo, Lope de Vega, El Renacimiento o La Odisea. Y, sobre todo, olvidar modas,
que nada tienen que ver con cultura o historia.
─Madre
no me mires así, que ya no soy tu pequeño, ni el que tú moldeaste. Veo en tu
mirada y tu sonrisa la admiración que tenías a tu niño, pero ya no lo soy, ¡he
crecido!, ni hago lo que te gustaría.
─Con
los amigos me fumo algún canuto que otro. Algunos días vuelvo a casa de día o
no vuelvo. En el fondo lo piensas, pero no lo quieres creer. ¡Nunca fuiste una
boba! Disimulabas delante de papá para que no me llevara una colleja. Pero ahora
si te enteraras de mis correrías, igual me llevaba más de una y de tu propia
mano.
─
¿Sabes una cosa? Me voy a hacer el café, que como sigas mirándome así, te digo
como cuando tenía siete años: “Mamá, te he mentido muchas veces, y no me puedo
acostar hasta que lo sepas todo”.
El
susurro del agua, cosquillea al rio y le arranca sonrisas.
El
fuego de la chimenea, invita a la lectura, a los cuentos del abuelo y a
las gachas de la abuela.
Cuando
hay viento, las ramas golpean los cristales y el niño se esconde entre
las mantas.
Todo
ello forma parte de la tierra que pisamos y nos hace más humanos,
empáticos y sensibles a la vida, que el universo nos ofrece.
Ese
Universo que ahora llora, porque lo hemos dejado de respetar y querer como el
padre que es.
AMISTAD
En
la mini cascada de Mures, que a pesar de la sequía tiene algo de agua; unos chicos a los que les mueve sobre todo la amistad, la pasión y el fuego
que les infunde lo que de verdad los motiva; disfrutando de una tarde otoñal
que no corría viento, allá se fueron con sus pequeños, implicaron a la
familia y disfrutaron de lo que saben hacer, lo que les ofrece la tierra
y al aire libre, regalan al universo alegría, sonrisas, cariño y, lo que
verdaderamente les apasiona y los une: “Música, música y más música”.
Espero que disfrutéis el vídeo. Particularmente, me ha encantado. Disculpadme si la babita veis que se me cae. No suelo subir motivos personales, pero dicen que la excepción confirma la regla.
Me
echaron de la casa por
no aceptar las normas. Había que saludar antes de sentarse en la mesa. Dar
gracias por lo servido y pedir por los que ya no estaban. Después, pasar la
cesta del pan a los comensales y un día a la semana, ser yo quién sirviera la
sopa o el estofado. Hasta ahí era soportable, pero lo que no toleré, fue ver
como una sombra sentada a mi lado me servía vino, o cómo pasaba el alimento por
algo trasparente en la silla del otro extremo. Por mucho que me dijeran que era
normal, los fantasmas me daban grima.
DIJERON
QUE ERA RARO
Me
echaron de la casa
porque decían que era raro y que me comportaba de manera extraña. ¡Esperaban
otra cosa!
Limpiaba
el suelo con la fregona, pasaba el plumero. Colocaba la vajilla sucia en el
friegaplatos, recogía la casa, ponía la lavadora y planchaba, pero cuando bebía
agua como cualquiera, iba dejando rastro y es que un espíritu, dicen que no
debe beber por mucha sed que recuerde tener.
Las
Cinco Palabras de Emilio Pineda son las siguientes para que nuestros escritores
solicleopatradarios se remonten a aquellos años dorados de los setenta de la
televisión española. Así que señores y señoras, escritores y escritoras
solidarios por Cinco Palabras, respondan otra vez...
Ruperta,
sacacorchos, chanquete, Superman y esperanza.
Era
fascinante la casa de tía Ruperta y sus colecciones de objetos extraños.
Lo mismo nos mostraba una culebra conservada en formol, que un sacacorchos
de Enrique VIII, la saya de Juana La Loca, o la llave del cielo. La mitad de lo
contado no lo creíamos, pero eran alucinantes los objetos y los cuentos que
relacionaba. Más tarde, nos deleitaba
con un almuerzo a base de calamares fritos, algún chanquete que otro y
para culminar, su pócima mágica que nos convertía en Supermán. Las
chicas tenían la esperanza de obtener su propio brebaje. Querían ser
Cleopatra, Frigga o Perséfone.
Que nadie sepa mi sufrir / Amor de mis amores, Maria Dolores Pradera
Mis
chicos y toda la familia te adoramos. Tenemos una pasión por ti que a veces
puede resultar enfermiza y más en los tiempos que corren. Podría ser hasta
denunciable si te faltáramos al respeto, te humilláramos o te ignoráramos. Entonces
sería lógica esa denuncia, pero en este caso es adoración, pasión y veneración
lo que sentimos por ti. Tanta, que casi te llevaríamos a los altares si fuera
posible. Cierto y verdadero es que somos un poco masoquistas y crueles, que
siempre te sustituimos por otras, pero no existe mal trato ni vejación por
parte nuestra. No naciste para tenerte venerada en una vitrina o un pedestal;
ya que después de estofarte, olerte, saborearte, no podemos evitar comenzar un
nuevo lote. De todas maneras, siempre te adornamos y acompañamos con anchoas y
verduras de todo tipo, por ejemplo, para colocarte en la mejor porcelana de la
casa. Y las más veces, para resaltar tu salero, te aderezamos con los mejores aceites
de oliva virgen extra y brillantes vinagres de nuestra tierra. Aunque se nos va
del todo la cabeza, cuando te seducimos con una buena carne, chorizo, morcilla
o tocino de la matanza. ¡Ayyy lenteja de mis amores, morimos por ti!