viernes, 23 de agosto de 2024

LA CUEVA DE LOS GAÑANES

 


Sierra Nevada, subida de la red


Subí al cerro de los Gañanes a recoger lo que en la cueva del mismo nombre había quedado. Padre me dijo que lo dejara para cuando pasaran unos días, ya que parecía iba a haber temporal. Lo mismo caía nieve ─dijo. El cielo y el fuerte viento lo anunciaban, pero como siempre, no hice caso y quise dejar terminado lo que había comenzado. Una vez arriba, el frío se acentuaba y el fuerte vendaval comenzó. La nevada arreciaba y supuse que no podría bajar. Conseguí llegar al refugio que era de la familia y empecé a apilar la leña en la base de la chimenea que tanto me recordaba al abuelo. La encendí, busqué una manta y miré en los estantes para ver si seguían en el mismo lugar, los botes de conserva del pasado otoño, tendría que quedarme por unos días hasta que la bajada fuera posible. No me daba miedo permanecer allí a pesar del frío y la soledad. No era la primera vez y desde que en una ocasión me acompañó la reina de las nieves, ya no me daba miedo nada. Cuando aquello pasó, nunca me creyeron, pero estaba seguro que volvería a verla. Estuve nervioso pensando en su presencia, la presentía.

La primera noche como estaba muy cansado, me quedé dormido de inmediato después de degustar unas ricas fabes con chorizo calentitas y aromáticas que creo atrajeron a la mismísima reina y a todo su séquito, solo que ella esperó hasta otro día cuando supuso estaba descansado y con la mente despejada y activada.

Me habló del secreto que los seres humanos llevamos dentro, pero que solo lo descubrimos algunos y, os aseguro que no fue un sueño, estuvo a mi lado.

Del saber relacionarnos entre sí, sin humillar y sin querer sobresalir, pero al mismo tiempo, sin dejarnos menospreciar, que no está reñida una cosa con otra. Añadió que cuando descubrimos esos seres o se acercan a nosotros solo para conseguir su propio interés, nos diéramos la vuelta y los dejáramos ir sin decirles nada, según ella, es la única manera de hacerlos reflexionar. Si en algún momento están dispuestos a cambiar, que lo hagan, pero que mientras tanto, vayan y dejen ir.

Más tarde me entregó una figurita muy pequeña tallada en madera que parecía una roca de río, para que cuando me encontrara tan perdido como había estado en los últimos meses, la mirara y recordara que por muchas dificultades que encontremos, si estamos dispuestos, hallaremos el camino que a veces perdemos. Es algo normal en los humanos y que al final, es como si subiéramos un nuevo peldaño, ─añadió.

Desde entonces, esa figurita la llevo siempre conmigo, es mi talismán. Hice con ella un llavero y si pierdo las llaves que abren mi espacio de paz, pierdo mi camino.

 

Nani, agosto 2024

martes, 20 de agosto de 2024

¿Y QUÉ ES LA SABIDURÍA?

 


Imagen subida de la red

Se dice que los mayores tenemos más sabiduría, más que nada por la experiencia adquirida, pero creo que no siempre es así. La vida me muestra que a veces lo que hace de nosotros, es ser más fanáticos, hipócritas y poco sinceros.

No aprendemos de las vivencias y volvemos a repetir errores, guerras, xenofobia o racismo, homofobia, machismo, etc., y me pregunto de qué sirve esa experiencia de la que hablaba, o ¿es miedo a perder ciertas personas el supuesto estatus, miedo a perder favores recibidos o bien, concedidos por la historia?

¿Pero qué es la historia? ¿Lo que realmente sucedió, lo que nos cuentan ciertos historiadores que comen de la mano de los que mueven hilos y nos dicen lo que quieren que leamos o escuchemos?

Entonces ¿de qué sirve la sabiduría, la experiencia o la historia, si no es para manipular al ser humano y que todo vuelva a redundar?

¿A quiénes interesa que el ser humano esté dormido viendo en televisión irrealidades creadas para tal fin, a las que se prestan ciertas personas a cambio de dinero o creando bulos por el mismo motivo?

Si mis pequeños me preguntan por algo que observan o han leído y quieren que se lo explique, ¿debo mentirles, porque así lo dispone alguien que está por encima?

¿Y me pides que hable de sabiduría? ¿De cuál sabiduría? ¿Hay una sabiduría para los investigadores, otra para los señores de corbata y guante blanco y otra para el ciudadano de a pie?

Hoy estoy un poco reflexiva, pero es que no veo claro y eso que tengo renovados los cristales de mis lentes o ¿me vas a decir que no me han graduado bien la visión?

Nada, que está todo un poco opaco o un mucho, ¡no sé!, lo mismo es efecto del calor.

 

Nani, agosto 2024

lunes, 12 de agosto de 2024

ESE DÍA QUE LLEGARÁ

 


Imagen subida de la red

 

Cuando deje la tierra,

quiero volver a ella convertida

en abono de una higuera,

álamo o quejigo.

Quiero convertirme en madera,

ella sabe de reciclaje,

siempre tiene vida

y se regala al que llega.

Quiero atraer la lluvia

y dar vida a los que vengan.

Quiero ser abono,

quiero ser madera,

quiero atraer la lluvia,

cómo un árbol cualquiera.

 

Nani, agosto 2024

viernes, 9 de agosto de 2024

EL MAR...

 


El mar ya no es diversión y relax.

El mismo mar se ha convertido en cementerio. Está lleno de cadáveres, de gritos ahogados, que nadie ha escuchado.

Está lleno de adolescentes buscando el pan de cada día, con la esperanza de que los suyos también lo tengan.

Niños recién nacidos o por nacer y llantos que nadie escucha.

Y sí, vienen porque lo de valor que tenían se lo hemos arrebatado, (eso no se cuenta: diamantes, cotán, a veces petróleo, etc.), y solo les queda, acaso la caridad si aún existe, la muerte en el camino o la humillación del extranjero.

Ya solo les queda, el milagro de llegar, solo eso.

Ya solo les queda que les llamemos inmigrantes, que les demos lo que no queremos y les digamos que vienen a coger lo que es nuestro, cuando les damos los trabajos que no queremos hacer y siempre a cambio, de un mal sueldo, insultos y desprecio.

PUEDE QUE SEA UNA UTOPÍA MÁS, PERO NO QUIERO ACOSTUMBRARME A VER SIN SENTIR, NI MIRAR A OTRO LADO.

©nanicanovacalópez

Nani, agosto 2024

lunes, 29 de julio de 2024

ELLOS LO SABEN

 


Imagen subida de la red

Sí, los árboles también tienen brazos y manos para abrazarse entre sí y enseñar a quienes saben mirar, que todo es unión (ellos están conectados entre sí, aunque no lo creamos), o parece que eso lo hemos olvidado. Nos enseñan que no podemos ir por la vida destrozando naturaleza, arrancando o talando porque podremos conseguir dinero a cambio de la madera que es su vida y a la vez, la nuestra.

Cambiamos vida por dinero. Cambiamos aire limpio por dividendos. Cambiamos lluvia por monedas de cambio. Cambiamos belleza por hormigón. Cambiamos salud por poder. Cambiamos naturaleza por deseo de conquistar sea lo que sea y lo peor de todo, es que cuando llegamos a un lugar lo destrozamos y ahora, aspiramos a ir a Marte. ¿Allí también probaremos el armamento nuclear, no tenemos bastante con el que ya se ha experimentado y a la vista están los resultados?

¿Necesitamos destruir además a los pueblos que decimos son nuestros enemigos? ¿Nosotros no somos enemigos de nada ni de nadie, o es nuestro ego lo que vale?

Necesitamos mirar a nuestros hermanos, naturaleza y lo que nos rodea. Nos están diciendo la clase de seres que somos y de lo que somos capaces.

Hay naturaleza que nos da la mano, pero no queremos ver. Hay lluvia que quiere regar, pero si quitamos el medio que la atrae, no podrá llegar. Hay tierra que quiere respirar, pero si la llenamos de plástico y residuos nocivos que nosotros creamos, tampoco podrá y lo peor de todo, es que nosotros somos los principales perjudicados, pero como no vemos lo que no nos interesa, pues eso…, que nos gusta más lo que brilla, lo que tintinea y el oropel que lo mismo, ni siquiera vale el precio que dicen tiene.

¡… y seguimos tan felices!

 

Nani, julio 2024

miércoles, 24 de julio de 2024

CEGUERA

 




Sonaba el saxo como un lamento. Casi lloraba mientras ella se contorsionaba al ritmo de ese llanto que prácticamente rabiaba al escucharlo y que su cuerpo interpretaba, con todo el dolor de aquellos recuerdos, de aquellos llantos de niños que eran bombardeados, arrebatados de sus familias o las estirpes arrancadas de sus vástagos ensangrentados y mutilados, sin que se inmutara el mundo, mientras este celebraba acontecimientos de masas, corriendo un tupido velo sobre lo punzante que no interesa visibilizar. Las divisas son más fuertes y más rentable apelotonar al rebaño, para seguir el negocio de la destrucción y selección humanoide.  


Nani, julio 2024

sábado, 20 de julio de 2024

EL LEGADO DE LAS ABUELAS

 



Cuando  se hacían mayores todas se adentraban en el  bosque. La leyenda decía que pasaban a otra dimensión.  Lo cierto es que sabían que sin vista y ya sin fuerzas no eran útiles al poblado y una boca que alimentar no compensaba, por eso asumían la tradición, así había sido y así se aceptó; nunca tuvieron ni siquiera la posibilidad de pensar si les gustaba o no y unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas, que con delicadeza retiró para que no la vieran las personas que en la habitación estaban. Su nieta se acercó y le limpio con su pañuelo, pidiéndole que llorara lo que hiciera falta, que aquello que les estaba narrando escocía demasiado para dejarlo dentro. Ella le sonrío y prosiguió su relato.

Cuando las madres las preparaban para pasar al siguiente tramo de sus vidas, sobre todo cuando manchaban de sangre la ropa del camastro, sabían que eran demasiado jóvenes, pero no para la tradición. Les hablaban del momento que había llegado. De que ya era la hora de formar una familia. De cómo la montaría el que los ancianos le destinaran para ser el padre de sus criaturas. Del día del parto y el de la retirada definitiva. Todo esto se hacía ese día que dejaban de ser niñas para pasar a ser mujeres sin vuelta atrás. La mayoría de las madres o abuelas, realizaban este ritual con delicadeza y lágrimas en los ojos que tragaban para no asustar a esa criatura, que de un día a otro había dejado de ser niña. Recordaban ese día que les tocó pasar por lo mismo y aunque hacía ya algunas lunas, no eran las suficientes para haber superado el miedo, el dolor y sobre todo, la soledad que día a día, era la herencia que les correspondía en ese mismo instante. El momento más duro era el de parir como siempre se le llamó (ahora se le nombra de otra manera más refinada)  ─dijo─, pero no le dirían nada a esa hija o nieta, no era cuestión de amedrentar a la criatura; todas sabían que cuando llegaba el momento por mucho dolor o soledad que se acumulara, se debían comportar como una loba y lamer a la criatura, arroparla con la jarapa que en la dote le correspondía, dar de mamar los primeros calostros, salir de allí cuando ya tuviera fuerzas y a luchar como todas lo habían hecho. Se retiraban al bosque solas con los primeros dolores como mandaron las leyes. Apoyadas en un fuerte árbol y agazapadas, desprovistas de todo lo que las oprimiera, aunque hiciera un frío de mil demonios, allí empujaban, chillaban, se retorcían y más tarde, atendían en soledad a sus crías como siempre se hizo. Si al cabo de dos días no volvían, eran la madre del esposo y la propia madre, las que buscaban imaginando que ya alguno de los miembros no vivía. Si era la madre la que había pasado a la otra dimensión, allí quedaba acompañando a las abuelas y las otras madres que no habían sido fuertes para afrontar las tradiciones; recogían al bebé si se le veía con fuerzas para afrontar la vida solo y criado con la leche de alguna tía o ama que se ofreciera; pero si la criatura era la que no respiraba, la propia madre hacía el ritual y allí quedaba para acompañar a sus ancestros. Después y con ayuda o sin ella, salía a seguir el combate que los antepasados habían impuesto.

Los hombres nunca entraban en el bosque, estaba vetado a ellos pero lo que nunca se dijo es que les producía tanto pavor solo pensarlo, que les hacía sudar casi el suero de la vida, pero de eso no se hablaba. Ellos estaban venerados y atendidos hasta el final. Pasaban al otro lado, cubiertos de mimos y de ritos en sus tiendas, rodeados por todas las mujeres e hijas de la familia, mientras que los varones jóvenes cazaban y luchaban por los territorios conquistados, por los cereales y frutos y por el orgullo donde escondían sus miedos, sus tradiciones y, sobre todo, por tapar las bocas de quien osara decir que aquellas tradiciones debían cambiar. A los dioses no se les podía ofender, siempre había sido así.

Solo las abuelas y madres sabían lo que les esperaba a sus hijas, por eso cuando se quedaban embarazadas llevaban alimentos a la colina de la fertilidad. En realidad, todas pedían que fuera un hijo, en lugar de una hija la que naciera. En el fondo de sus almas pedían que no les tocara pasar por lo que ellas habían vivido. Después, si era mujer aceptaban de nuevo, bajaban la mirada y lloraban como locas cuando se adentraban en el bosque, fuera para lo que fuera; era la única manera que tenían de sacar algún dolor que sabían impuesto e injusto.

Eso es todo o casi todo lo que os puedo contar, ─relató la abuelita con voz apagada. Quisiera ser la última mujer de nuestras tribus que pasa por todas esas cosas. Había costumbres muy bonitas también, pero cuando una mujer sangraba, ya dejaba los juegos y tenía que tejer, labrar la tierra, ir por el agua, criar a los hijos y, sobre todo, estar siempre sola y más, en la hora de ir con los espíritus.

Hoy sé que estaré con vosotros ─siguió relatando─. Tendré una mano y cruzaré el umbral con menos miedo y con serenidad. Espero que todo quede en historias para contar. Para que se sepa que no todo fue bonito y para que se recuerde que las cosas se pueden hacer de otra manera. Qué no por eso se es más fuerte, más hombre o mujer y que las religiones o las tradiciones pueden cambiarse y no por ello, los espíritus o los dioses se indignan, ni nos castigan. Cuando se hacen las cosas por miedo, se llega a los extremos y siempre habrá un verdugo y, por lo tanto, un miserable esclavo, porque el esclavo por desgracia siempre se siente miserable por mucho que duela decirlo, lo lleva gravado a fuego en la piel porque así se lo hicieron sentir.

 

 

Nani, julio 2024