lunes, 5 de noviembre de 2007

LA MODELO




Había sido la más bonita, la más hermosa de su tiempo. Su cuerpo, fue el más esbelto, el más codiciado del entorno, el más modelado y el más armónico, como hubiera dicho el gran compositor clásico, de la época.

Ella a sus diecisiete años, ya posaba para aquel pintor de renombre nacional.

Sus piernas largas e insinuantes, asomaban por entre los flecos del mantón, traspasando al lienzo , toda la frescura de su recién estrenada juventud. La armonía de sus pequeños pechos redondos, se insinuaban bajo la seda bordada, dando la luminosidad precisa, al hermoso rostro aterciopelado. Los ojos negros y penetrantes con cierta tristeza en su profundidad y que aún le hacían más bellos, dejaban adivinar, la humildad, la sencillez y el amor que sentía por el guapo pintor. El cuello largo y delicado, le daban a la "musa", una elegancia que podía pasar, por orgullo y altanería, aunque tan sólo era la manera, de mantenerse firme ante aquel hombre, que pincelada tras pincelada, iba plasmando sin él ser cosciente de ello, todo el amor que ella sentía por todo lo que contenían las cuatro paredes, del pequeño estudio que la cautivaban y la hacían prisionera, de aquellas cosas y de aquel artista orgulloso y posesivo.

Cada vez que el pintor la miraba, la imagen que conservaba en su retina y que traspasaba al lienzo, era como si a ella misma le robara por cada pelo del pincel, un minuto de su existencia y según avanzaba la mujer del cuadro, la joven modelo, iba quedando más extenuada y consumida, terminando algunos días, envejecida y encogida, como si aquellas cerdas del pincel, o aquellos adorados ojos del pintor, le sorbieran la vida.

Así se pasó su existencia aquella joven musa, entre pinceladas, óleos, biombos y un amor que crecía día a día, al mismo tiempo que ella se deterioraba a consecuencia de aquel desorden, inquietud, amor enloquecido y noches frenéticas.

Cuando su cuerpo dejó de ser el más bello y apetecible, para aquellos ambiciosos hombres, que tan solo tenían dinero, la que fue "hermosa musa", cada vez, iba quedando más arrinconada, más triste, más pobre y más...., acabando en un cuartucho húmedo y lúgubre, en el suburbio de las afueras de la ciudad o en una chabola de cartones, recogiendo toda clase de objetos y alimentos de las basuras, para poder subsistir.

Y mientras se le admira en los museos de las grandes ciudades, ella se apaga poco a poco, de la forma más miserable y triste.

Dicen que cuando acabó aquella existencia, las delegaciones de cultura le hicieron un homenaje, le pusieron su nombre a una calle de su ciudad e incluso la incluyeron en las `páginas de los libros de texto, quedando aún más inmortalizada, "la bella musa y modelo".


nani. noviembre 2007.





viernes, 2 de noviembre de 2007

MARTA





Había amanecido un día lluvioso y sintió de nuevo, como la congoja, se cobijaba en la boca del estómago. Una vez más, y al mirar a través de los cristales empañados, empezó a ver, y como si de una película se tratara, los recuerdos de aquel día también lluvioso y con niebla, allá en la casita escondida, entre la alameda y el río.

Aquel día también estaba cargado de melancolía y la nostalgia, se hacía cada vez más presente al dejar de escuchar la sinfonía armoniosa, que conseguían en mutua unión, ramas, hojas y brisa.

Se apartó de la ventana. Movido por una fuerza incontrolable y sin poderlo evitar, posó la aguja sobre el disco de vinilo que siempre ocupaba el mismo lugar, sobre el plato del tocadiscos. Al comenzar aquella melodía, escuchada una y mil veces, de nuevo volvieron a brotar las lágrimas de siempre. De nuevo, volvió a impregnarse su corazón, su retina y todo su ser, de aquella presencia, de aquel rostro alegre y joven, de aquella voz que le erizaba el bello y de todo aquello, que resumía aquel nombre, que sus labios pronunciaban sin él poderlo evitar, mientras su inconsciente se concentraba, en una estrella luminosa, allá en el firmamento: "Marta, Marta, Marta.....".

nani. Noviembre 2007

lunes, 29 de octubre de 2007

LA MÚSICA DE MI VIDA



Toc, toc. Toc, toc.¡Holaaaaaaaaaa! ¿Me escuchas?
¡Sí, así estaba llamando!
¿Qué te parece una forma muy poca original de llamar?
Pues mira que quieres que te diga, todo el mundo cuando intenta ser escuchado y llama, a no ser que lo haga a través del timbre de la puerta o el teléfono que entonces sonaría ¡Riiing!, ¡Riiing!, lo hace del mismo modo y cuando él lo hacía, no tenía posibilidad de utilizar ni lo uno, ni lo otro.
Mira que si, no me quieras convencer, que cuando empezó a llamar lo hizo de este modo… ¡Toc, toc. Toc, toc! Y así lo escuché durante todo el tiempo que intentó contarme sus cositas.
Al principio eran cosas muy insignificantes, muy diminutas, acorde con sus diminutas fuerzas, pero a la vez, muy importantes.
¡Mira, si quieres que te lo cuente, escucha, pero no arrugues tanto la boca y el entrecejo, que parece que estás estreñido!
Después fueron creciendo las llamadas ¡Síiiiiiii creciendo, ufffffff, o me escuchas, o…!, y la llamada incluso había días que me hacía dar un blinco, estuviera donde estuviera, no tenía miramientos, ni a mí me importaba que no los tuviera, al contrario, me gustaba esa forma de llamar la atención.
Mira como empieces con tus celos y tus tonterías dejo de contarte. ¿No te estoy mirando a ti a y ahora a los ojos y eres tú exclusivamente mi centro de atención, no te lo estoy contando a ti, a que vienen esas caras, todos esos espavientos y tonterías? ¡Eres la caraba, si te cuento porque te cuento, si no te cuento, porque no te cuento! ¿Pues sabes que te digo? ¡Que me voy con la música a otra parte, y de música se trataba lo que te estaba relatando!
¡Ahhhh, que tratándose de música si quieres escuchar, de verdad, me haces perder la pacienciiiiiiiiiaaaa!
Lo que te estaba diciendo es que después empezó a llamar con más fuerza y a veces parecía que estuviera galopando, como si de un potrillo se tratara.
¡Que siiiiiiiii, que parecía que galopara o que trotara! Y es que tenía un montón de energías. Tenía un don especial y le encantaba que pusiera música, le gustaba escuchar a mi laito, to pegaito a mí, como si en ese momento fuéramos una sola persona. Era bonito saberle cerca y a mí como me gustaba, adrede ponía aquel disco de vinilo que me regaló el abuelo y una y otra vez, posaba la aguja encima, haciéndole girar y girar, (tan solo tenía que alargar la mano), hasta repetirlo muchas veces, y acabar rendidos y dormidos apaciblemente. ¿Sabes una cosa que nunca te conté?, a ti también te gustaba que te pusiera ese disco y además, cuando estuviste en las misma circunstancias, te gustaba (a él también) que posara mi mano suavemente y la mantuviera de esa manera durante aquellos largos ratos que nos regalábamos mutuamente.
Todas esas energías que derrochaba como te decía, se hicieron cada día más notorias. Era como si tuviese prisa por ir a todas partes, como si le faltase tiempo para desarrollar todo lo que su pensamiento y sus juegos imaginaban.
Cuando pasó algún tiempo y crecieron sus llamadas de atención, sin más ni más, empezó a empujar con tanta energía, que por pocas en el mismo pasillo, irrumpe interpretando la sinfonía de sus notas inventadas y armoniosamente colocadas, que se hicieron presentes en un paritorio cualquiera de un hospital cualquiera, de una ciudad cualquiera. Allí irrumpió con un impulso que dejó atónito al médico, a la enfermera y a mi misma que no daba crédito a aquella sinfonía de llantos y cantos bien sincronizados y melodiosamente cantados, haciendo de todo aquello, los conciertos más deseados de esa época, los recitales de la temporada y el éxito de mi vida. Por aquellos días, no tuve tiempo de escuchar los cuarenta principales, ni de volver al palacio de la música. Vuestros conciertos “fueron la música de mi vida”.








nani. 0ctubre 2007.







jueves, 25 de octubre de 2007

EL PROFESOR Y EL NIÑO


ESTE RELATO TE LO DEDICO A TI, TÚ BIEN SABES QUIÉN ERES.



Al profesor no le hacía gracia. Era un niño tímido, asustadizo, triste. No tenía confianza en los mayores. Todos ordenaban, todos gritaban, todos decían que hiciera cosas que a él no le gustaban o que a los demás no les gustaba hacer. Aquel día, debía ensayar una obra de teatro para la fiesta del colegio. A él le parecía un poco absurdo hacer aquellos mohines. Se encontraba ridículo y el profesor parecía tonto, ¡si al menos le hubiera explicado el significado! No se enteraba, sólo gritaba y le decía: ¡Tú hazlo, ya lo entenderás! Pero no entendió nada y al final, terminó diciendo: ¡Niño, eres tonto, vete a tu casa, no sirves para nada, ya buscaré a otro que te sustituya!

A partir de aquel día, siempre le sustituyeron, siempre le mandaron, siempre obedeció. A solas lloraba. Cada día era más largo, solitario y triste. Hasta que dejó de salir. Se asomaba a la ventana y les veía reír, jugar, correr, llamar a los timbres de las casas, esconderse, mirar a las chicas, empezar a hacerse mayores y él..., él seguía en la ventana. Sus padres estaban demasiado ocupados, y él, seguía obedeciendo, yendo, viniendo, mirando, observando y llegó la hora de buscar trabajo. Sí, consiguió un trabajo, pero le siguieron ordenando, le humillaron y él, siguió obedeciendo, yendo, viniendo, mirando observando y hasta llorando.

Pasaba a menudo por delante de su antiguo colegio. Por la ventana entre abierta, un día se volvió a escuchar la misma voz que decía: ¡Vete niño, eres tonto, no sirves para nada! Se quedó paralizado mirando el colegio. Al poco, salió un niño llorando. Vio en él su vivo retrato. Sin saber como, se arrodilló a su lado y le abrazó diciendo: ¡Te juro que no serás el más torpe, ni el más tonto, ni el más..., y lloraban los dos. No se volverá a repetir la historia, aunque le tenga que..., no, no se volverá a repetir, te lo juro, tú eres tú. Tú eres único, en todo el mundo no hay otra persona como tú, lo diga quién lo diga y eso se lo vas a demostrar desde hoy, y te lo vas a desmostrar a tí mismo!

(Esta historia es casi real y ese niño es hoy un hombre que primero cree en sí mismo y que además, se desenvuelve bastante bien, te lo puedo asegurar. Es más, cuando se mira al espejo se da una palmadita en el hombro y se dice: “Tío estoy orgulloso de ti”).


Nani. Octubre 2007.

lunes, 22 de octubre de 2007

JÓVENES



Un día más el radio-despertador me zarandea y me deja “k-o”. Me gusta despertar con esa voz amiga que me acompaña en el duermevela ese, que a todos nos gusta tanto, porque ¿nos gustas, verdad?, y que suele durar unos cinco minutillos de nada, pero que son tan riquitos y que se disfrutan de forma tan especial. Unos días nos hablan de los cotidianos dimes y diretes de los políticos, (que ya casi te hacen reír y a veces casi llorar), otros días del tiempo que se presenta, o de los proyectos de uno u otro partido, todo algo muy suave para ir subiendo el tono de lo que va a ser el nuevo día. Tú te vas dejando llevar, hasta que decides tirante de la cama y comenzar una nueva jornada.
Pero hoy no he disfrutado, hoy como decía anteriormente, me ha zarandeado y me ha despertado de golpe igual que si me hubiesen dado una bofetada y mis dormidas neuronas han tardado un rato en reaccionar, incluso se han querido ir de rositas. Ayer parece ser, tres chicos de dieciséis años y una chica de dieciocho, se han entretenido (bueno, una forma de llamar a algo que me parece no tiene nombre) en rociar a un hombre con disolvente y le han prendido fuego, y todo porque según parece, querían grabar las escenas y colgarlas en Internet.
¡No lo entiendo, no puedo entender esas cosas! ¡No puedo entender donde estaban sus padres y que piensan que puedan estar haciendo sus hijos a las diez de la mañana, un día que se suponen deberían estar en el instituto!
He estado hablando de ello con una señora mayor y me ha dicho que todo esto pasa desde que las mujeres salimos a trabajar, que las mujeres debemos quedarnos a cuidar de los hijos, pero que claro, como hoy para vivir medianamente cómodos, no tenemos otra solución que irnos…., o sea, que la culpa es nuestra.
Después estuve hablando con un grupo de niños y niñas (estos son más pequeños, trece y catorce años), pero que ya van sabiendo que está bien y que no lo está. Ellos me han dicho que son unos “piraos”.
En ocasiones, leemos o escuchamos, que muchos profesores tienen depresión y se piden la baja, porque no pueden con los niños. Dicen que han perdido el respeto, les agraden y amenazan, si no son los propios padres los que llevan a cabo estas agresiones y amenazas. Debe ser una frustración grande para un buen profesor, que a la hora de impartir una asignatura, el chico no preste atención, pero no por la falta de interés del adolescente que está pillando palomicas, eso es normal, sino faltando al respeto e insultando, por ejemplo.
También solemos escuchar o leer, que los padres no pueden con sus hijos y esto es mucho más grave a mi humilde juicio.
Y para terminar, concluyo con las preguntas que me estoy haciendo desde que me he tirado de la cama.
¿Qué les pasa a los jóvenes? ¿Qué les estamos enseñando los padres? ¿Qué están viendo en sus casas? Estuve siempre casi segura, que la educación, los valores y la responsabilidad, se mama con el primer biberón o la primer teta que se le da en casa a un crío. Que un bebé, va aprendiendo día a día, observando a los mayores con los que convive. Estoy segura que todo lo que se pretende que sea una persona de mayor, no se aprende en la escuela, eso es un complemento a la formación importante del ser humano, pero que para colmo tampoco se deja que se haga como debería ser. Entonces me pregunto…
¿Se les debe dejar que hagan su santa voluntad? ¿Les debemos dar todos los caprichos y que se nos monten encima como si fueran los reyes de la tierra? ¿Hay personajes importantes que están interesados en que todo esto ocurra?
Hoy disculpadme si mi actualización es un poco…de esta o aquella manera, pero no tengo gábilos para hacer otra cosa. Si os agradeceré me deis alguna opinión, y así me sentiré algo menos triste. Yo trabajo a veces con jóvenes, y creo que una gran mayoría no son así, pero por favor, hoy pido una voz amiga que me convenza de que debo seguir “perdiendo” (siempre creí que no perdía) mi tiempo con ellos.

NANI. OCTUBRE 2007.

martes, 16 de octubre de 2007

MANUEL (Recuerdos de infancia)


Siempre bién peinado y afeitado. Sus ropas muy humildes pero limpias y bién cuidadas. Sus ojos negros, muy vivos y pícaros.
Todas las mañanas, a la misma hora comenzaba su trabajo en el lugar de costumbre. Siempre la misma esquina de la avenida principal. Los días de mucho frio, le permitían quedarse en una de las puertas de entrada a la farmacia de D. Mariano. Su padre le acompañaba. Era un señor gastado y casi anciano, pero cargaba con agrado con la cesta, el soporte y la silla. Cuando llegaban al lugar descrito, allí se sentaba Manuel, esperando que pasaran los niños y niñas para el colegio.
"Manolo, un puñado de pipas, cuatro caramelos, dos chicles, un chupachús, una barra de regalí, una..."
"Venga, no os empujeis, esperaos..., que le doy las pipas a María y después, los garbanzos tostados a Juani".
No había que ser muy observador para darse cuenta, que no le daba los puñados de igual manera a las chicas que a los chicos. El de las niñas era más grande y más lento. Necesitaba el contacto de sus manos y tan solo con eso fué feliz. Le delataban las chispitas de sus bellos ojos negros.
"Me haces cosquillas", le dijo un día María, mientras que él le contestaba: Eso es que te parece, niña bonita". Y la niña bonita se aleja sonriendo y saltando, de un ladrillo a otra baldosa. Manuel seguía mirandola, mientras ella se perdía entre el bullicio y las esquinas, y al pasar de nuevo al medio día, vuelve a ser feliz cuando ella le sonrie de manera inocente y amiga.
Manuel era amigo de su amigos. Siempre rodeado de jovencitos, les escuchaba con agrado y siempre, les daba los cigarrillos con una habilidad, que ni el padre más astuto lo hubiera adivinado: "Pepe, hoy has fumado dos pitillos, ya no te vendo más", les decía. Cuidaba de su gente y todo paseante le apreciaba. A los padres les rellenaba el mechero. A los ancianos les regalaba la piedra. A los jovenes y niños les quería, y a la niñas...., bueno a ellas las adoraba.
Cuando empezaba el anochecer, volvía el anciano padre. Recogía la cesta, el soporte y la silla. Manuel se apollaba en sus piernas de madera, arrastrando un cuerpo maltratado por la poliomelitis. Se marchaba alegre, marcando el ritmo de aquellas muletas ruidosas, que se perdían poco a poco, con su sonsonete machacón y que volvía, con su ritmo alegre , a la mañana siguiente.
Cuando se nos fué Manuel, las pipas y los caramelos no nos supieron de igual manera a los niños y niñas de esta ciudad. Pero seguro que aquella dulzura, la estarán saboreando los ángeles del cielo, porque allí seguirá Manuel con su sonrisa, sus pipas y caramelos, suavizando y recibiendo a todo el que por allí pasa. Y cuando en las noches estrelladas, los luceros brillan de forma especial y palpadeantes, sé que dos de ellos, son los ojos de Manuel, chispeantes y luminosos.
nani. Octubre 2007

viernes, 12 de octubre de 2007

INQUIETUDES SILENCIOSAS



Este relato va por Mario (ese Necio Hutopo). Ya que no se le da “El premio que se merece” (jejejejeje), yo al menos con este simple relatillo (ñoño pero real) de inquietudes maternas (y ahora va en serio), le doy las gracias por el desvelo hacía el mundo infantil y juvenil. ¡POR SER UN CHICO EXCELENTE, POR SER UN CHICO EXCELENTE, POR SER UN CHICO EXCELENTE Y SIEMPRE LO SERÁ, Y SIEMPRE LO SERÁ!

El sofá resultaba incómodo a las tres de la madrugada. Su marido y ella, se quedaron viendo por la tele, la película del sábado. A las una de la mañana, él ya había roncado en "Sol, Fa, y hasta en la Novena de Beethoven". Cuando se despertó, miró el reloj y dijo de forma algo brusca: "¿Pero todavía no ha venido? Esa niña, te juro que se pasa el verano castigada, la culpa es tuya, como le das todos las libertades, esa niña hace de ti lo que quiere, ya verás mañana. Bueno me acuesto, como tú eres su madre y la que le permites todo, te aguantas ahí, pero te lo aseguro, mañana se entera".
Todo esto lo dice el padre, mientras se dirige al dormitorio. Casi al instante, se vuelve a escuchar un ronquido monótono.
Ella mira con impaciencia el reloj. Su hija había quedado en que llegaría a las dos, o como mucho, a las dos y media. La había tranquilizado, prometiéndole, que la acompañaría Pedro.
Si, Pedro parece formal, pero, ¿es tan fácil perder la cabeza a los dieciséis años? "No seas desconfiada mujer, se decía. Siempre confiaste en tu hija. Siempre te ha contado. Siempre has sabido donde andaba. Pero, ¿y si le ha ocurrido algo? Dios, que no pase nada, que no ocurra nada, a ella no. Bueno, ni a ella ni a nadie, pero entiende Señor, es mi niña. Esa que se ha hecho mayor sin que me de cuenta, esa niña que hace un año lloraba sobre mi pecho, porque no le hacía caso su amigo Mario. Pobrecilla, que pena sentía, que hondo le caló, que pesadilla, que mal lo pasó y claro, yo con ella, su sufrimiento se hacía mío. Si lloraba, me costaba aguantar, para darle seguridad. Que pena me daba verla sufrir, pero que normales son esas reacciones y en la adolescencia, cómo se sufre cuando no es correspondido el amor que sientes, por el otro. Que mal se pasa y lo peor, es que todo esto no acaba aquí, después le volverá a ocurrir a Grego, a Lucas y a Marta".
Mecánicamente, vuelve a mirar el reloj. "Las tres y veinte. Dios como está tardando. ¿Que habrá pasado? Siempre dicen, que si pasa algo, se entera una de momento. Madre mía, que su padre no se despierte, que es capaz de ponerle la mano encima. ¿Por qué somos tan egoístas?, los hijos mientras se divierten, no piensan que su madre se consume, pensando que les ocurra algo. Su padre, se va a dormir tan feliz, como sabe que me quedo esperando, él a pata suelta roncando, y si despierta la forma y encima, me hace sentir culpable, no lo entiendo, de verdad que no lo entiendo y para colmo, mañana tendré que mentirle y si se da cuenta cuando me acueste, tendré que decirle que nos hemos pasado las horas charlando de nuestras cosas. Dios, las cuatro menos veinticinco. Se detiene y escucha. El ascensor se ha parado. Que sea ella, por Dios, que sea ella. ¿Qué hago de pié? ¡Siéntate tonta, que no note, que estás que te subes por las paredes y encima, se dará cuenta que has llorado!".
Se abre la puerta de entrada, con mucho sigilo. "Pasa Pedro, como te dije, mi madre está levantada, dice la chica con voz tenue.
No digo nada. La miro de cabeza a pies. No le falta nada, gracias a Dios. Sus ropas están intactas. No tiene rasguños, está igual de guapa que en el momento en que se marchó.
Antes de que reaccione, es la chica la que habla: "Mamá, perdónanos, como te dije me ha acompañado Pedro. No era nuestra intención llegar tarde, pero hemos tenido que llevar al hospital a Nuria. Ha tomado algo que no es bueno, ya sabes que te hablé de lo preocupada que estaba por ella. Está saliendo con gente, que no la va a llevar a nada bueno, dichosa droga, que asco de éxtasis y demás. De verdad mamá, cada día estoy más contenta, de que hayáis hablado claro, de la forma en que me habéis educado, igual que estáis haciendo con mis hermanos. Te juro que doy gracias a Dios, por hacerme distinguir entre, lo que me conviene y lo que no. Cada día agradezco más, tener amigos como Pedro, como todos los que no nos dejamos llevar de todo eso que nos están metiendo por los ojos, los oídos, por todas partes y que solo sirven, para destruir a gente buena, a gente sensible, a la gente que más necesita de cariño, de compresión, de todo, de...
Se escucha un carraspeo. Madre e hija, miran hacía donde se encuentra el chico. Se habían olvidado de él. Es la madre la que se acerca al joven, le coge las manos, se las aprieta con mucha ternura y le dice: "Gracias Pedro, gracias de verdad, que Dios os bendiga, os proteja y que siempre, os conserve intactos, por dentro y por fuera. Anda, vete a tu casa, que seguro tu madre está hecha un manojo de nervios".
El chico sonríe. Se despide y madre e hija, le acompañan a la salida. Se vuelven. Las dos se besan, y se desean buenas noches.
La madre entra en el dormitorio. Procura que su marido no se despierte. Se desliza entre las sábanas como una serpiente. Intenta relajarse y empieza a perder la conciencia, diciendo: "Gracias, muchas gracias".
¿Por qué das las gracias?, dice el marido.
No se, creo que estaba soñando. Anda sigue durmiendo, le contesta la madre.

nani. Octubre 2007