Mercedes es una niña alcalaina, bastante curiosa y traviesa, que no deja a su abuela tranquila en momento alguno.
El afán de la niña, es que su abuela le narre cuentos e historias y no se conforma con cualquier cosa.
-¡Por favor abuela, si esa historia me la contaste ayer, hoy quiero una nueva, además siempre me prometes la de la mora Cava. Dices siempre que cuando sea grande, que es de mayores y que no es para niños! ¿No te das cuenta abuela, que ya he crecido una raya? El mes pasado me mediste en la puerta de la alacena y ¿ves como he subido?, esta que queda por debajo, es de enero.
La abuela, cansada de escuchar la misma perorata de su nieta día tras día, se resigna y contesta:
¡Está bien Mercedes,
habitante de la ciudad…
“Alcalá la Real,
la muy noble y
la muy leal”,
a la que yo añadiría,
cabezota y pertinaz,
mientras no te sales con la tuya
no paras…,
no pararás!
Y la niña muy contenta,
en una sillita pequeña
se fue a sentar.
Mientras…,
la abuela azuza el fuego,
para crear un ambiente
ancestral.
- Pues verás, en los años de “Maricastaña” cuando los moros vivían allá arriba en la Mota, había una mora que “Cava” se llamaba, muy guapa y hermosa y que a escondidas se veía con un cristiano Capitán, apuesto y bastante galán.
-¡Abuela no te subas por las ramas, a la historia por favor y como la contaba tu abuela, que no soy tan pequeña!
-¡Nada, que esta niña no se calla, ella erre que erre, hasta que no consigue lo que quiere, no para!, - dice la abuela entre dientes.
-Veras, según mi abuela contaba, allá arriba vivían los moros y aquí abajo los cristianos. Del castillo de “La Mota”, salía la bella “Cava”. Vestía una túnica de seda de color violeta, velo de gasa del mismo color cubriendo el negro pelo y parte del rostro. Las babuchas a juego, llevaban cuentas incrustadas de cristal de diferentes colores, y apoyado en la cintura, llevaba un cántaro de barro y vacío. Resultaba que en el castillo no quedaba agua. Como los cristianos querían expulsar a los árabes de dicho castillo, habían envenenado los pozos y así morirían de sed o tendrían que rendirse.En el valle había una fuente, que estaba vigilada por un soldado cristiano. La mora “Cava”, con lágrimas en los ojos, le contó el primer día que su madre agonizaba, que tenía los labios secos y que necesitaba subir con el cántaro lleno. El joven soldado, al observar la pena de la “Cava”, se emocionó y como la morita tenía unos ojos enormes sobretodo cuando se inundaban de lágrimas y que a la luz de la luna parecían más hermosos, quedó prendado y le dijo:
Para cobrarme el favor
el velo te has de quitar
y descubrir la belleza
que debajo seguro está.
(Por lo tanto…
cristiano y mora,
atrapados quedan ya).
- A partir de aquel día, la “Cava” bajaba a por agua y según pasaban los días, las horas se hacían eternas ansiando llegase la noche para ver a aquel apuesto Capitán que la dejaba coger el preciado líquido y que poco a poco, se fue apoderando de su corazón. El la esperaba sentando al borde de la fuente dejando el caballo atado a un milenario álamo blanco y la mirada puesta en el sendero que hacía descender a la bonita mora. Todos los días compartían su amor presintiendo que este duraría por poco tiempo, ya que en el momento en que “Tayre” su padre volviera del último viaje que emprendió y se enterase, lo prohibiría. Siempre había dicho: “¡Antes muertos, que en manos de los cristianos, por Alá que lo juro!”. Pasaron los días y la madre murió, pero “La Cava”, siguió viendo a su Capitán. Cuando volvió el padre y se enteró, la amenazó con matarla si volvía a ver al cristiano, culpándola de la muerte de la madre. La pena de la mora “Cava”, cada día era mas grande y la desesperanza del Capitán aumentaba noche tras noche. Una madrugada de luna llena, ya cansado el Capitán y pensando en volver al campamento de la Fuente del Rey, escuchó ruido. Se estremeció de emoción. Allí, bajo la luz de la luna estaba su amada “La Cava” tan hermosa como siempre, aunque con una tristeza enorme reflejada en sus grandes y bellos ojos. La mora “Cava”, se precipita a los brazos del Capitán amado. Antes de que puedan reaccionar, se escucha un tropel y aparece “Tayre” el sultán con un arma en la mano. Enfurecido y enloquecido, se precipita sobre el cuerpo de su hija “La Cava” atravesando su corazón con la fría daga. La bella “Cava”, a los pies del Capitán se desploma, diciendo:
“El amor me trajo,
el amor me lleva.
No pequé padre mío,
¡Por mi madre y por Alá!,
sólo conocí un sentimiento,
que no comenta…
ni de donde viene,
ni adonde va.
- Y dice la leyenda - sigue diciendo la abuela -, que el viejo sultán quedó enloquecido, no recobrando jamás el juicio. De esta manera, quedó bautizada “La Fuente de la Mora”, donde “La Cava alcalaina”, entregó todo su amor y también su vida.
Nani. Mayo 2008.