martes, 14 de octubre de 2008

JUEGOS Y DESCUBRIMIENTOS




Por la rendija de la ventana se filtraba un pequeño rayo de sol, dando a sus pequeñas manitas distintas tonalidades. Ellos agarraban el colorido y les divertía cerrar sus puños, pero se desconcertaban al observar que no quedara dentro atrapado. Cerraban y abrían sus puñitos y se quedaban perplejos al verlos de nuevo vacíos. El juego duró toda la mañana y se retaban a adivinar los diferentes colores, que a pesar de ser muy pequeños ya conocían.

Cuando llegó la media mañana, la madre les escuchó llorar y al acercarse y preguntar que les pasaba, entre sollozos dijeron que lo cogían pero no se quería quedar con ellos.

La madre con una sonrisa les explicó que la luz que se filtraba por la ventana, no se podía atrapar. Que solo veían motitas de polvo tan pequeñas que era imposible retener en los puñitos.

Los llevó al lavabo y dejó correr el chorro de agua. Después les dijo que la atraparan. Cuando vieron que no quedaba entre sus deditos, de nuevo les explicó que a la luz le pasaba lo mismo. Siempre se va y vuelve cuando de nuevo sale el sol, igual que el agua sale cuando se abre el grifo pero si la querían retener en la mano, nunca será posible.








Nani. Octubre 2008.







jueves, 9 de octubre de 2008

EL ÁLBUM




Había llegado de la calle con la idea de buscar aquella vieja carpeta.

Cuando pasó por delante del escaparate de la librería de viejo, se quedó paralizado. Uno de los objetos mostrados era un libro que le resultó familiar. Sí, era un ejemplar de la edición para niños de “D. Quijote de la Mancha”. Las pastas gruesas de cartón con bordes amarillos y en el centro, el hidalgo caballero manchego sobre su rocín, lanza en mano y celada sobre su cabeza. El lomo de tela verde algo deshilachada y el recuerdo rondando su cabeza. La niñez se instala en su frente, acaricia su interior y casi percibe el aroma del puchero, la lavanda en el brasero, la ropa de la cama recién lavada y planchada y el inolvidable olor de mamá. Pero lo que lo detuvo y más avivó el recuerdo, fue un álbum de cromos del “Guerrero del Antifaz”. Estaba seguro que era el suyo y por eso fue como loco a buscar en su vieja carpeta. Pero…, no podía ser el suyo porque, ¿quién podía haberlo cogido? Apresurado tira de la carpeta y como está apiñada con otras muchas, (libros y objetos que no se usan desde hacía infinidad de meses), más de un objeto cae al suelo incluido el tarro de canicas multicolor, que rebotan por el piso y que parecen no tener fin. Todo está esparcido y mezclado con cartas, otros álbumes, comic y entre todo lo derramado, asoma una carita dulce y preciosa, que en blanco y negro le sonríe con ternura. La sonrisa le paraliza, lo derrumba hasta donde está todo desperdigado y como cuando era un niño, cruza las piernas y empieza a recoger comenzando por esa foto que guardó entre tantos recuerdos hace ya un montón de tiempo. Pasa los dedos por la dulce sonrisa y se le humedecen los ojos, mientras dice entre dientes: “Dulce niña ¿porqué te fuiste? Cuando así te apareces es porque algo quieres de mí. Cuando tengo estos impulsos muy de tarde en tarde, siempre algo has tenido que ver. Antes me daban miedo estos arrebatos y presentimientos, pero ya sé que es todo un cúmulo de cosas que deben pasar, que como si se tratase de mi ángel de la guarda intentas tenerme alerta, estoy seguro que algo va a suceder, estoy seguro que algo quieres decirme”.

Y entre recuerdo y recuerdo, álbumes, cómics y olores, termina de recoger todo lo que ha caído al suelo, se incorpora y con una curiosidad ahora crecida, mira entre todo lo que hay en el estante ya que en la carpeta que lleva en la mano, no está el álbum que busca. Empieza a apartar libretas de apuntes y libros de texto. La caja donde se encuentran los cromos, el trompo y la cuerda toda deshilachada, las púas de la guitarra y algún objeto más. La coge, la mira con cariño y vuelve a depositarla en un lugar seguro para que no se vaya a volcar y vuelva a suceder lo mismo que con las canicas, que aún debe recoger, de lo contrario los vecinos de abajo subirían todo enojados como la vez que vinieron “los sobri, -se dice.

Comienza a guardar todos los objetos, de paso va por el plumero para quitar algún polvo acumulado y al retirar otra carpeta que no recuerda que contiene y la abre, vuelve a repetirse la sentada en el suelo. Cruza las piernas de nuevo y comienza el recorrido por los nuevos recuerdos: “Libro de notas de primaria y secundaria. Libro de bachiller y… ufff, aparece la foro de un chico con toda la cara llena de granos, (sonríe pensando en como le afectó por aquellos días y la poca gracia que le hacía mirarse al espejo). Unas fotos de Claudia Schiffer, Pamela Anderson y Julia Roberts. Sonríe recordando como disfrutó cuando ya estuvieron en su poder dichas fotos, sigue repasando la carpeta que está llena de recortes de periódicos y revistas y sonriendo aún la cierra, se levanta y la vuelve a colocar en su sitio. Termina de quitar el polvo por libros y carpetas restantes y por último, entre dos blog de tamaño folio, encuentra lo que busca. Esta vez como cuando era niño, se tumba boca abajo en la cama y hojea ese álbum tan querido y zas, allí mismo entre las hojas está la rosa que él le regaló y que ella le devolvió con un beso de despedida el día que su hijo llegó y ella se marchó.

Besa la rosa y mirándola dice: “Ya sabía yo que estabas detrás de todo esto. Es bueno saber que sigues cerca. Si, ya ha cumplido ocho añazos y pronto empezará con las espinillas, a no querer mirarse al espejo y deberé estar cerca. No te apures. Sé que cometeré muchos errores, pero intentaré no fallar demasiado. De todas maneras, espero que tú me sigas ayudando”. Deposita de nuevo la flor seca con mucho mimo, esta vez en el joyero que aún sigue encima del tocador. Da igual donde la coloque, sabe que aparecerá de nuevo en el momento más oportuno.

El álbum lo deja sobre la cama, porque cuando vuelva su chicazo de la escuela lo mirarán. Sabe que no le prestará mucha atención porque al niño estas cosas le parecen de la edad media, pero servirá para echar un ratito de cháchara.




Tengo que dar las gracias una vez más a Ana Ortiz de LAS HIJAS DE PRISIA, la chica con más fantasía de la blogosfera, por concederme este premio que como es habitual en mí, otorgo a todos vosotros los que pasais por aquí y dejais vuesgtra huellas.
Muchísimas gracias por ser tan cariñosa conmigo.






viernes, 3 de octubre de 2008

CAFÉ AVENIDA II



Y claro, ya en la calle y de camino a casa, he vuelto a meter la nariz en el bolso y les pregunto: ¿Quién puñetas os ha mandado meteros en el bolso y venir conmigo? A lo que contesta el que más cerca tengo: “Bueno ejmmm, como mientras almorzabais le comentaste a tu hijo que te ibas a tomar café, pues que…, pues que queríamos nosotros también salir un ratito y como el otro día contaste que el café te lo tomabas con un pastelito que hace tu amiga “mu riquito”, pues que nosotros también queremos y… ejemmmm, pues que…., ufff Nani, ¡no me mires así que no me gusta, que me da susto, que te pones muy fea y se te arruga la nariz y la frente y…, venga porfaaaa, la próxima vez te pedimos permiso!

- ¡Permiso, permiso, permiso!-, contesto algo más serena y ya con una casi sonrisa. ¡No puedo resistirme, son unos puñeteros y saben ablandarme! Ponen esa cara de pillastres, saltan a mi escote, al pelo y a los pendientes que al mismo tiempo les sirven de mecedero y se balancean en los que llevo de aro y… ¡ea, la Nani hecha unas natas!

Cuando hemos recorrido tan solo unos metros, pasamos por una tienda de chuches y como sé que todo esto lo han formado por querer comer pastel, pienso que si les doy hoy un poquito a ellos, corresponderán a la próxima, así que les pido que se refugien y entro con ellos al establecimiento.

Hay un montón de niños con sus mamis comprando chiles, pipas de girasol y gominolas.

Una vocecita en mi oído me chiva algo así como: “¡Porfa, unas nubecitas de fresa, regalí y gominolas de mora, porfi, porfi!!!

…y, ¿el último por pavor?, -digo dirigiéndome a la inmensa cola.

¡Sí, tengo que hacer cola!, acabo de entrar en la tienda de chuches que hay en el mismo parque y además al lado del colegio infantil, así que está abarrotado porque es la hora de salida del horario de tarde.

Mientras que llega mi turno no puedo estarme quieta, ¡pensarán todos que tengo el “mal de san Vitor” o algo parecido. Pero no puedo estar relajada porque estos diocesillos están saltando de alegría al ver que les voy a comprar chucherías. Pero claro, el que tengo en la cabeza entre mi pelo me hace cosquillas así como el que se ha metido en mi escote. El que se mecía en mi pendiente ha saltado dentro del oído y me susurra algo que no logro entender, ya que lo que ha conseguido es que me pique tanto que por inercia casi lo espachurro al ir a meter mi dedo índice que se ha quedado a medio camino al escuchar un: ¡ALTOOOOOOOOOO!, tan alto que por pocas me deja sorda y es que el pobre se veía todo estrujado en mi pabellón auditivo, pero ¡puñeta, con los susurritos yo solo tenia un picorcito insoportable!

Evitado el accidente, intento aguantar las cosquillas y a estas, escucho a mis espaldas: “¡Señora si se está haciendo pipí (lógico que piense eso la pobre señora), a la izquierda hay un servicio, yo acabo de salir con mi niña que no aguantaría hasta llegar a casa!”. Le doy las gracias por la amabilidad, ruego me guarde la vez y me dirijo a dicho servicio en picado. Entro y sin poderme contener, grito: “¡Por favor!, ¿no podéis quedaros quietos? casi con el fin de mi grito, se escucha la voz de un niño que procede del waters y que solloza y grita a su vez: “¡Mamiiiiiiii ven, que hay aquí una bruja que chilla!”

¡Encima me llaman bruja -vuelvo a decir-, si nunca he pisado una hormiga!

Volviendo a gritar ahora para adentro y con la boca apretada: ¡Como tengáis la dicha de ponerme otra vez en evidencia, cuando lleguemos a casa os vais a la cama sin cenar y además os pasáis un mes solos en el desván, sin las chucherías prometidas y a pan y agua, he dichoooo!

¡Medicina santa, todos en silencio y quietos como si no estuvieran! Salgo y por pocas pierdo mi vez. La señora pretende contarme que su hija lleva un chichón porque un niño se ha pegado con ella, se ve que tiene ganas de charlar, pero con una escusa hago mi pedido y salgo a todo trapo del establecimiento.


Con el nerviosismo de todo lo acontecido, he salido tan rápida y sin mirar a mi alrededor
que tropiezo con un chico que lleva la cara tapada con una torre de regalos, que de paso van todos al suelo. Yo pierdo el equilibrio y voy a parar de boca a un charco, que en ese momento me parece la piscina olímpica al recordar a mis amiguitos caídos en el agua. Les llamo, los busco y me faltan tres.




Mientras tanto escucho el vocerío del chico de los paquetes. Le pido disculpas al mismo tiempo que paso mi mano por el agua. Recoge sus mojados paquetes y se va diciendo que los locos deberían estar encerrados y es que no es muy normal ver a una mujer tirada en plancha sobre un charco buscando algo imaginario. Ojalá no me lo vuelva a encontrar en la vida –pienso-, porque de lo contrario puede que al descubrirme se cruce de acera o llame a los loqueros.

Por fin, tengo a mis tres amigos subidos en la palma de mi mano y empapados. Busco mi paquete de clínex, saco unos cuantos y les meto en el bolso pidiendo que se desnuden y se sequen para que no vayan a coger un catarro. Intento hacer todo de forma discreta porque ya todo es bastante anormal y las personas que me han ayudado a levantarme del charco, se han ido cuchicheando al ver que quería despacharles enseguida, pero es que ya todo se pasa de castaño oscuro y entiendo que es un poco raro hablarle al bolso y buscar cosas invisibles en el agua, ¡No, no es nada normal y es de lógica que piense que estoy más “pallá que pacá”l!


Apresuro el paso, llego a casa y me voy directa al baño. Dejo caer el agua caliente en el lavabo y les ordeno que se bañen antes de cenar. No han dicho ni “muuu”, ¡saben bien cuando Nani está que muerde!, pero cuando me doy media vuelta, los tengo apostando a ver quién llega antes nadando al otro extremo del lavabo. Lo que ellos no sospechan es que me encanta verles hacer deporte, ¡son unos atletas en toda regla y también sé que deben hacer ejercicio, así que no me importa que de paso se entrenen! Me hago la distraída ordenando la repisa y cuando lo creo conveniente les ordeno que se sequen y se pongan los pijamas. Se meten en los bolsillos de mi bata muy sumisos y nos dirigimos a la cocina.




Saben que hoy hay ensalada de lombarda (les gusta más la de lechuga y tomate), pero también saben que como rechisten se van a la cama sin nube y ninguna gominola y todo educados y atentos, se toman su ración y cuando terminan, van todos juntos y se asoman por detrás del servilletero que les hace las veces de balcón y a una comienzan a cantar: “Asómate y asómate al balcón carita de azucena”.


Jajajajaja, -no puedo evitar reírme y decir: “¿Pero no sería yo entonces la que tendría que estar asomada al balcón? ¡Sois los más zalameros que hay encima de la tierra, vamos a repartir las chuches que se nos va la noche y mañana toca el despertador a la hora de costumbre!


Antes de que termine, los tengo a todos encima y me besan en las orejas (con el consiguiente cosquilleo), en el pelo haciéndome masajes y el resto se meten en mi escote, porque dicen que me dan besitos más cerca del corazón, así que con este panorama me los llevo a sus camitas y les dejo con unas “¡Buenas noches y hasta mañana!”, pensando en el fondo, que no está mal tener una compañía semejante. ¡La verdad es que no me puedo quejar, todas las noches me voy a la cama con una sonrisa y eso es algo que debo agradecer a la vida!





Nani. Octubre 2008.

martes, 30 de septiembre de 2008

CAFÉ AVENIDA I



He quedado con mi amiga María a tomar un café en su casa, pero como llovía con tanta intensidad, me ha llamado para que fuéramos al café Avenida (a las dos nos coge a la misma distancia) y ¡así de paso -me ha dicho-, nos mojamos por igual!

A eso le llamo ser una buena amiga que lo comparte todo, o pensándolo mejor…, a eso lo llamo: “No tener ganas de ensuciar las tazas”. Aunque a María se lo puedo permitir. Sé que no es que le importe ensuciar las tazas. En condiciones normales, ensucia tazas, platos, la vajilla, cristalería y cubertería de los domingos, si es preciso. Sé que si prefiere que quedemos en el Avenida, precisamente es porque llueve. A las dos nos gusta ver caer esta agua de otoño detrás de los inmensos cristales. Nos gusta ver abrir los establecimientos, los niños salir del colegio, soltarse de la mano de sus mamás para ir a pisar los charcos y saltar sobre ellos, consiguiendo ponerse empapados. Nos gusta ver como el sol da candilazos al mismo tiempo que llueve y mirarnos mientras recordamos cuando nosotras mismas hacíamos lo mismo. Saltábamos sobre el agua y nos poníamos como una sopa mientras nos partíamos de risa. Y era al volver a casa cuando no reíamos tanto, porque difícil era que nuestras madres se tragaran que el catarro cogido o la ropa empapada, fueran solo de hacer el escaso recorrido, del colegio a casa.

He llagado la primera a la cafetería y me he pedido un café bien calentido. No sé como muchas personas se pueden tomar un café con hielo, a mí me gusta humeante aún cuando estamos a 35º y bien cargado. Me gusta tomarlo a sorbitos pequeños y saborearlo mientras como hoy, miro por la cristalera como llueve. Me gusta entre sorbo y sorbo, quedarme abstraída y perdida la mirada en el agua que cae. Como llega al suelo o se estrella en la carrocería de los coches aparcados y ver como se vuelve hacía arriba esparramado el goterón que acaba de espachurrarse contra el suelo o en los coches. Me pasaría así las horas sin importarme nada, siempre que queden sorbitos calientes y que la lluvia siga cayendo. Me gusta ver como oscurece el cielo y como la tarde se va encerrando. Me gusta…

- Perdón, -suena el teléfono.

- ¿Sí?, -contesto.

-Es María-. Me cuenta que no puede venir. Según me dice ha llegado su cuñada y me pide que la disculpe porque está segura que se le hará tarde. Me despido con cierta tristeza (me hacía ilusión ese café compartiendo recuerdos y lluvia), pero pienso que a pesar de haber estado sola, ha merecido la pena.

Al terminar la conversación y mientras guardo el teléfono en el bolso, pienso que he disfrutado de la tarde otoñal, de saborear el café y no me ha importado demasiado el plantón y cuando vuelva a casa, se me antoja que tomaré con más ganas el libro que estoy leyendo.

En estas estoy y todavía no he sacado mi mano del interior del bolso, cuando percibo un gran tropel y sin poderlo evitar, digo: “¡No por favor, otra vez nooooo!!!!

Debo haber gritado, porque el resto del personal que ocupan las mesas, me están mirando y roja como un tomate, me disculpo diciendo, que he olvidado el encargo que he venido a traer a la persona que espero…, y como estáis imaginando para no variar…, ¡¡¡ de nuevo son ellos!!!!

Una vez más, mi paz ha terminado y me encuentro con toda la cara mentida en mi inmenso bolso y ellos, los muy gandules, mirándome con cara de corderos degollados, ¡serán jodíos los muyyyyy!!!!

Recuerdo que estoy en un recinto público, saco mi cabeza de la boca del bolso y pongo en este caso también cara de póker, mientras miro al personal, que a su vez me miran con ojos de plato.





He salido de la cafetería habiendo corrido la cremallera del bolso con todas las energías que me ha proporcionado el rico café.

Salgo a la calle toda malhumorada y me cae un goterón en toda la frente, corre nariz abajo y aterriza dentro del bolso que he vuelto a abrir y donde estoy buscando un pañuelo para secarme.

Al mismo tiempo se escucha la voz de pito de uno de “ellos” gritando: ¡Aguaaa a babor!!!!... y yo toda enfadada contesto: “¡Ni a babor ni a estribor, porras, que me ha caído una gotera, como la copa de un pino!!!


(Continuará...)



Nani. Septiembre 2008.



miércoles, 24 de septiembre de 2008

LAS CANICAS



Se vistieron para la misa de doce, se guiñaron un ojo y sigilosamente se metieron las canicas en el bolsillo sin que la mamá lo advirtiera.

Como hacían domingo tras domingo, uno se quedaba en “El Juego Pelota” y el otro se alargaba a la parroquia. A la siguiente semana lo mismo harían pero a la inversa. Escuchaba el principio del evangelio que anotaba en un papelito junto al color de la casulla. Hecha la anotación, salía corriendo y se agregaba al juego.

Después, cuando llegaban a casa y el lunes en el colegio, la madre y el padre Loyola quedarían satisfechos y se habrían librado del castigo de turno.


AHORA VA DE AGRADECIMIENTOS


Tengo que dar de nuevo las gracias por los detalles que tenéis conmigo.

Debí hacerlo hace unos días, pero el hacer a veces las cosas un poco a prisa, pasa lo que pasa, y cuando ya tienes programada la entrada, te das cuenta que debiste poner algo más. Ya veis, soy un desastre. A algunos os lo he dicho, más despistada que el ángel de la guarda de los Kenedy, por eso aviso y tú guapa “Enigmática”, ¡por favor, no me lo tengas demasiado en cuenta! Así que a bombo y platillo, te doy las gracias por el premio “Proximidad” (que ya lleva unos cuantos diitas en la vitrina de trofeos, abajo del todo de esta página).



Debo poner lo que sigue, es por lo visto la norma:

Se debe linkear a la persona que te lo entregó y poner lo siguiente: A todas nos encantan los blogs, donde en la mayoría de ellos sus objetivos son mostrar las maravillas y hacer amistades; hay personas que no se interesan cuando les damos un premio y de esta manera contribuyen a cortar esos lazos; ¿queremos que se corten o que se propaguen? ¡Entonces tratemos de prestar más atención a ellos! Así que este premio debemos entregarlo a 8 blogger@s que a su vez deben hacer lo mismo y poner este texto.

Sabéis que mi norma es entregar el premio a todos mis enlaces, porque todos os lo merecéis, pero por esta vez, voy a romper mi norma para seguir la de “Enigmática”.

Y voy con los premiados: Necio Hutopo, El Editor Sincopado. La Mujer Semilla. Ironías de la vida. La Cueva de Susana. Ana Ortiz. Curioseando. La vida en danza

Ahora de forma muy especial, dar las gracias de nuevo a Necio Hutopo.

Para los que sois nuevos en “la Casa Encendida” y que me habéis comentado que no sabéis de que va esto de "Los Diose Menores", os comento:





Necio me regalo este dibujo con un relato, al que les llamó “DIOSES MENORES”. Yo me inspiré en ellos y como veis, les di vida y algunos relatos han salido (podéis verlos todos). Por eso mismo, volver a darle las gracias a él y a todos los que me comentáis y esperáis con ganas las nuevas travesuras de estos revoltosos. Ahora mismo no sé si van a querer volver a salir (ellos son muy caprichosos, pero intentaré buscarlos por todos los rincones).

Y de nuevo muchísimas gracias a todos.

Nani. Septiembre 2008.

domingo, 21 de septiembre de 2008

PAN DE HIGO, ESTORNINOS y ..."ELLOS"




Hoy me han traído del campo una “jartá” de higos para que los ponga en la terraza a secar.

Después cuando estén totalmente secos, voy a intentar hacer un poquito “pan de higo”, que para quién no lo conozca es un postre o golosina a base de lo que he dicho, higos secos, almendras fritas, aceite, chocolate y algunas especias, que todo bien picado y pasado por la máquina y una vez mezclado, se hacen una especie de bollos (alargados en esta zona) que se dejan secar un poquito y quedan buenísimos como postre, tentempié, merienda o simplemente golosina como decía anteriormente. También se guarda para cuando llegue la recogida de la aceituna, que servirá como complemento alimenticio en el almuerzo que se hace al mediodía para recuperar fuerzas y seguir con el duro trabajo y hay personas que le ponen un poquito al remojón de naranja o en otros guisos (de la “nouvelle cousine”).

Pues a lo que iba. He puesto a secar los higos, todos abiertos y mirados para que no fuera ninguno picado y ahora a esperar que sequen tontamente, para hacer el alimento que antes explicaba, pero tenía que haber un “pero” (que no manzana) y el secado se ha visto interrumpido por una algarabía a medía tarde que ha parado en seco mi siesta. La siesta de los vecinos, la de los niños de los vecinos y la del lucero del alba, de haber andado deambulando por aquí.

¿Quienes os creéis que ha empezado con el alboroto?

¡Pues estáis en lo cierto, otra vez han sido ellos, otra vez han sido “los dioses menores”,



los que la han liado!, pero tengo que reconocer que del todo, del todo, no han tenido la culpa. Esta vez ha habido un acontecimiento que ha ayudado a que se formara una algarabía y un jolgorio que por pocas tiene que intervenir la policía local si no hubiera sido porque convenzo a mis vecinos de que todo era una cosa normal y que ya en otro momento tendríamos más cuidado, pero claro, he quedado como una mala vecina que no se comporta como una ciudadana, ciudadana… y todo, ¡por los puñeteros higos!

Resulta que hoy cuando me trajeron los frutos, les llevé unos poquitos a “los dioses menores”, que por cierto les han encantado. ¡Ya sabía yo que nunca los habían probado y así tan maduritos y dulcecitos, pues que queréis que os diga, que se han puesto las botas!... y como les han gustado tanto, mientras ellos sabían que dormíamos la siesta, se han salido a la terraza dispuestos a darse otro gran atracón, pero claro, lo que ellos no podían sospechar es que a los gorriones y a los estorninos también les gustan los higos y cuando “los dioses” estaban todos entusiasmados con su nueva ración sin reparos algunos, llegaron los estorninos y los gorriones a proveerse ellos también y se ha liado, ¡vaya si se ha liado!


Los estorninos son unos pájaros muy glotones y muy golosos ¡les encantan las cerezas maduritas y como no, los higos dulcecitos!, pero a lo que iba. Han llegado a comer higos en el silencio de la tarde y han confundido a “los dioses menores con los frutos” y además de darles algún que otro picotazo, a uno de ellos se lo llevaba en el pico para proveer de alimento a los polluelos de su nido… y, ¿qué ha pasado?

Pues ea, ¡eso mismo que estáis pensando! Todo el alboroto, la interrumpida siesta y el consiguiente enfado de “tó quisqué” y cuando he llegado a la terraza, la consiguiente algarabía, el vocerío y el intentar por mi parte, que no fueran descubiertos por los vecinos, ocasionado por mis revoltosos amiguitos.

¿Os imagináis que puede pasar si los descubren? ¡Como no hay aprovechados en este mundo, seguro que alguno habría que los pasearía por esos “casting”, “operaciones triunfo”, “factor x” o como se llamen esos programitas, si les echaran el guante!, … ufff ¡de la que nos hemos librao!

Cuando he conseguido apaciguar al vecindario, me he metido a los pequeñajos en el bolsillo de la bata y hoy ya saben lo que les espera, ellos ya me conocen. Sin rechistar se han ido a su cajón desastre (porque mira que se lo acondicioné para que pareciera una habitación toda cómoda, pero ya es un desastre superlativo. ¡Si hasta se me ocurrió tapizarles las sillitas y el sofá todo compañero a la cortinita que le puse en la ventanita que les sirve para ventilar!).


Pero a lo que iba, han tenido que reflexionar mientras todos en casa acaban con la siesta y después, tendrán que ir a ordenar la despensa (tendré que ir yo primero a quitar de allí el chocolate, porque ya sabéis el efecto nocivo que es para ellos) y esperemos que no hagan de nuevo de las suyas, aunque no las tengo todas conmigo, son un verdadero remolino y aunque me estoy haciendo “la longui ” ya los estoy escuchando discutir y culpándose unos a otros de que les haya descubierto, pero es que después de todo lo que han formado y el susto que me han hecho pasar… ¡que queréis, pero la próxima vez les he dicho que los pongo a contar todas las lentejas una en una!



¡Veréis!, la siesta hoy la estaba echando en la cama de mi dormitorio que precisamente está junto a la terraza (en verano una siestecita de media hora en la cama, me pone nueva para seguir con las tareas del día) y ahí fue donde escuché todo el alboroto, porque uno de mis amiguitos “los dioses”, se lo llevaba un estornino en el pico a su nido y claro que gritaba con su voz de pito (yo creo que hubiera hecho lo mismo) . ¡Gracias a que esta mañana me dejé la escoba en la terraza!, y al salir y ver el panorama, amenacé al estornino que no podía casi con su presa y lo soltó cayendo en la falda de mi amplio camisón, que lo extendí para que amortiguara la caída. Ufff, ¡anda que de la que nos hemos librao y la gimnasia que he tenido que hacer…!

Los pajaritos que se habían ido antes, ya estaban en el tejado de la casa de en frente y en las antenas de televisión, con su higo en el piquito y tan felices, ¡si llegan a llevarse allí a estos prendas, difícil hubiera estado el traerlos de nuevo hasta aquí y muy peligroso para ellos, si hubieran conseguido escaparse de sus negros opresores.




Y como veis, hoy no he tenido más remedio que desahogarme. Si me quejo en casa, lo que escucharé es que yo solita me lo he buscado, así que punto en boca y ni rechisto, pero a vosotr@s os lo tenía que contar, porque si no hoy puede que me dé un yuyu y todo, pero ya saben ellos que la próxima que hagan, se pasan dos o tres días contando todas las lentejas que tengo en la despensa y hay un saquito de cinco kilos, que me trajo mi hermano de la siembra de este año, ¡he dichoooo!

Nani. Septiembre. 2008.