Los
“entendidos” dicen que es todo un misterio
como se prodiga el salvaje ultraje a
los más débiles. Extremo aquí y extremo
allí. Nos pasamos con unas cosas y con otras realmente necesarias, no llegamos.
Todo está masacrado, no existe la sensatez o la coherencia de nuestros
políticos o de nosotros mismos. Todo muy templado
para no ofender a la hora de hablar (políticamente correcto le llaman al
término), pero sigue la inmigración
con las pateras o en las fronteras, los refugiados en los portales de los
bloques de pisos o en los soportales y mientras tanto, ya estamos encendiendo nuestras
ciudades, compitiendo para ver cuál es la más original, luminosa y como no,
costosa (la excusa, recaudar con el turismo que acude a las ciudades a ver el
alumbrado), gastando cantidades impensables para un ciudadano de a pie y para
colmo (otro extremo), con todo esto contribuimos al cambio climático.
Sufriendo lo indecible
por amor le dije a la
ginecóloga cuando entré en su consulta. Preñada quedé cuando me casaron con ese
hombre al que conocí el día de mi boda. Tiene mucho dinero y por eso me ha
traído. Quiere el hijo y que lo amamante. Sabe que moriré cuando llegue la hora
de tener al bebé. Está bien seguro, porque las primeras veces fueron terribles.
Las abuelas me cosieron cuando me cortaron con aquella cuchilla. Desde ese día
lo he pasado peor que mal y por amor a
este niño sufro, al que quizá no conozca
si no me ayuda.
Me
dicen que parezco anestesiado o en otra galaxia. La verdad es que desde que me di
de bruces contra la farola, no soy el mismo. Iba mirando los surcos de mi mano derecha
y recordando lo que había leído en mi palma una gitana y…, este es el
resultado, como he dicho no soy el mismo. En ese momento vi pajaritos, mariposas
y hasta gamusinos. Lo cierto es que cuando me miro al espejo no me reconozco,
encuentro a alguien que tiene cara múltiple; quiero decir, distinto según el
momento. Puedo parecer de raza indonesia, africana, indígena o hasta lunático,
ya que a veces tengo estrellitas y soles, Puede que se me quedaran incrustadas
las que vi en el momento del golpe, así como creo tener un nido de pajaritos en
la cima de mi cocotera, pero de lo que no hay duda, es que no siento dolor, ¡pellízqueme y verá! Estoy totalmente anestesiado y todo por culpa de Ernesto Ortega que me
ha prometido “Los defectos de la Anestesia” pero yo entendí que eran los efectos
de la anestesia y ni corto ni perezoso, me tiré pa la farola porque estaba en
otra cosa (me repito, es otro efecto) y “toma, que toma, que toma”, ¡me di con
toda la fuerza! y lo mismo bizqueo, que se me traba la lengua o como ven, no soy
yo, sino el otro que ha quedado. ¡Al menos colorido me siento! Y sí señoría,
eso es todo lo que le puedo contar. Si esto que me pasa es delito, pida la indemnización
al escritor, que como puede observar, tiene poderes y consigue todo lo que se
propone con su anestesia.
Muchas
felicidades a Ernesto Ortega por ese hijo que has dado a luz “Los defectos de la
Anestesia”. Qué te de muchas alegrías y lo disfrutes.
─
Manu, quiero comen…r el tem… de esta noc…e, brrrrrrrr.
Sapos
y culebras por lo bajini y por parte del presentador.
─
María, por favor baje el volumen del receptor.
Al
otro lado, lavoz creciendo a grito
pelado.
─
Ma…u, si ten…o la radio en el sue…o.
─
Por favor señora cuelgue y volvemos a llamarla.
─
Manu, (el tono de voz sube y se entrecorta). Que quiero particip… en el sort…o
del ejem…ar.
─
Señora por favor cuelgue. Compañeros por favor.
El
presentador hace señas a los de la pecera para que corten.
─
¿Sí, Manuela desde Barakaldo? Gracias a los dioses, parece se han arreglado las
interferencias, gracias compañeros. Doña Manuela, ¿Qué nos cuenta?
─
Mira Manu, te llamo para decirte que en mi ciudad ha caído un chaparrón con
granizo incluido y la plaza mayor ha quedado toda blanca y
brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
─
¡Por favor compañeros, poned nuestra sintonía y a ver si conseguimos esta noche
una emisión decente, así no nos entendemos y por favor señores radioyentes, les
ruego se atengan al tema de hoy que es la violencia de género, hoy celebramos
el día de la violencia de género, lo hemos dicho al principio, queremos que nos
aporten sus experiencias o sugerencias! Como siempre digo, si no han escuchado
el principio del programa, escuchen un poquito antes de entrar, perdemos menos
tiempo y todo se hará de manera razonada.
─
Radioyentes, les pido disculpas, esta noche parece que las meigas, los diablos
de las ondas o nomos delos jardines, se
han confabulado con nuestras sintonías, nuestras llamadas y con todo lo que
está en comunicación con nosotros. Les dejamos la voz de Rozalén con su canción
“La Puerta Violeta” que creo es una de las voces actuales que mejor nos puede
representar en el día de hoy. Y mientras tanto, vamos a ver si el viento que hace
nos deja emitir como es debido. Volvemos tras la canción con la entrevista a
María de Pozuelo de Alarcón. Nos hablará del calvario vivido por ella y sus
hijos, hasta que consiguieron la separación y el traslado a otra ciudad para ser
protegida por la barbarie y la violencia de un ser que nunca la ha merecido, ni
a ella ni a sus hijos. Lo dicho, les dejo con Rozalén y La Puerta Violeta.
Juanma
y Perico son mis dos hijos mayores. Últimamente estaban empeñados en fabricarse
un artilugio para ir a visitar a los
marcianos o marteños ─decían. Yo no les hacía demasiado caso, mientras los observaba
en el sótano de casa hacer sus juegos. Se buscaron corcho sintético para
hacerse una nave. Después me cogieron unos maceteros que tenía arrumbados y se
fabricaron una especie de escafandra. Con un vestido de faralaes que tenía
arrumbado en el armario de lo que dejo para “por si acaso”, se han fabricado
unos monos a juego. Dicen (bueno decían) que los lunares le iban que ni
pintados cuando lleguen a saludar a los marcianos, así no serán confundidos con
el color verde de sus pieles y como tampoco saben del aspecto de los marteños, pensaban
que así igual se distinguen y podrán ser identificarlos como terrícolas al
menos alegres (no sé si lo dirían por los lunares, por haber pertenecido a un
vestido de faralaes su vestimenta o si será porque así lo creen a pie
juntillas), lo cierto es que ellos han seguido en su empeño y poco a poco han
conseguido hacer de su juego un bonito atuendo, una nave y un juego que los
mantiene todo el tiempo libre que el colegio les permite (porque el colegio es
sagrado y no les perdono que algo los distraiga o los desvíe). Para muestra un
botón y aquí os dejo la foto que les hicimos cuando nos hicieron bajar al
sótano donde a mi marido y a mí, nos mostraron su invento terminado ─nos
dijeron.
Después nos subimos a terminar de preparar la cena y ellos quedaron en hacer lo mismo en el momento que desconectaran el motor y se cambiaran. Como tardaban, bajamos Pedro y yo un poco preocupados y no encontramos a nuestros
hijos, tampoco las ropas fabricadas, ni la nave o lo que fuera que fabricaron.
Sí había mucho humo a pesar de la ventana de par en par, un gran tizón en el
suelo como si algo lo hubiera achicharrado y un panel con luces intermitentes
que no supimos interpretar ni mi marido, ni yo. Tan preocupados estábamos, que
hemos llamado a la policía. Como vivimos en una localidad pequeña, el jefe de
la policía que además es de la pandilla, ha venido de inmediato y se ha quedado
tan a cuadros como nosotros estamos, o quizá más.
Perdón,
me llaman al teléfono.
─
¿Sí, pero me queréis decir, dónde estáis? ¿Qué os encontráis en el espacio? ¿Queréis
dejar de tomarme el pelo? ¿Qué no sabéis cuando volveréis? ¡Mirad, dejad de torear a vuestros padres,
os queremos aquí de inmediato, tenéis a todo el pueblo movilizado buscándoos y
vuestros hermanos no hacen nada más que llorar! ¿Creéis que nos merecemos esto?
¿Que no sabéis cuando volveréis y que además el combustible lo tenéis justo
para llegar al lugar que os habéis marcado? ¡Qué sepáis que cuando volváis estaréis
castigados un mespor lo menos. Ni habrá
juegos, ni gimnasio, ni partidos de fútbol, ni…!
─
¿Será posible? Se ha escuchado como una interferencia y la comunicación se ha cortado.
─
Han pasado cinco meses y nuestro hijos no han vuelto. Bueno, de vez en cuando
recibimos una videoconferencia y les vemos con unos seres verdes y otros muy, (bueno
de colores como si su piel fuera un arco iris). Nos dicen que están muy bien (y
aparentemente están bien, se les ven muy alegres. ¡Sus miradas desde luego son
las de mis hijos felices!), que no nos preocupemos y que están aprendiendo
mucho. Ah se me olvidaba. Insisten mucho en que las personas tenemos que ser de
distinta manera para que haya alegría y paz que es lo que verdaderamente
importa. Que ellos están aprendiendo para enseñarnos cuando vuelvan además de
otra cosas. Nos piden permiso para traer a algunos de sus amigos a casa.
Yano sé qué pensar y lo único que
quiero es que vuelvan, me da igual que vengan con gente verde, de colores o
como sea, si al final en la diversidad está la verdad o al menos eso es lo que
me dicen y ya me lo creo eso y todo. Solo quiero abrazarles a ellosy a esos seres que tanto les están enseñando.
Y
hasta aquí, la crónica de hoy para mis amigos y los que no lo son tanto. La semana que viene, vuelvo a contaros algo
más, porque habrá más videoconferencias. Besos y cariños para todos.
Antes de ver lo que
Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases le pregunté. Decían que era mentiroso
y un poco fullero. No me gusta hacer juicios antes de tiempo y si voy a ser su
tutor, debo andarme con cuidado. Tras dudar un momento, me contó que su madre
le ponía un bocadillo de mortadela algunos días, ya que había ocasiones que no
podía salir del trabajo y él debía comer en el parque cuando hacía buen tiempo,
o en la estación de autobuses que estaba reguardada y allí esperaba a que le
recogiera cuando terminaba; pero no quería que los chicos lo supieran.
ALGUNA MENTIRA
Antes de ver lo que
Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases le llamé al despacho y le pedí que se
sentara frente a mí. Tras la mesa parecía más pequeño aún. Le dije que los
niños contaban que llevaba grillos y saltamontes en el estuche. A él le
resbalaron dos lágrimas que parecían una cascada. Me dijo que su madre le hizo
decir esas mentiras, para que el grandullón del colegio no le quitara sus
lápices, su goma y sobre todo, el único recuerdoque les quedaba. El sacapuntas que les trajo
su abuelo de Alemania.
DUDAS DEL MAESTRO
Antes de ver lo que
Arturito, el repetidor, llevaba en su caja de compases, lo pensé bien y lo mandé a la sala de
profesores a buscar folios, mientras los compañeros montaban el Belén para
Navidad. Lo abrí con sigilo y se me cayó el alma al suelo, cuando descubrí lo
que había en su interior. Comprendí de inmediato el celo que tenía por cuidar
lo que allí había. Tan solo encontré un trozo diminuto de lápiz, una foto de su
madre fallecida hacía un año y el recorte del periódico donde decía que Juan
M.S., había asesinado a su esposa alpedir el divorcio por pedófilo.
No
consigo dormir bien. Noto ruidos cuando casi me estoy quedando vencida y me
incorporo sobresaltada. Me da miedo encender la luz, noto como si alguien o
algo me rozara y no me atrevo a comprobar que es lo que me inquieta y me saca
de mi sueño reparador. El primer día, fue como percibir una caricia que casi me
producía placer pero al ser consciente de mi soledad, temblé de miedo y salté de
la cama como si un resorte me hubiera impulsado. Encendí la lámpara de la
mesita que tengo a mi lado y no me gustó lo que vi. Algo revoloteó sobre mí y
desapareció como por arte de magia. Otro día fue como si un tejido muy sutil,
me rozara y produjera al mismo tiempo una ligera corriente de aire tibio, que no
era normal en mi habitación ya que la ventana y la puerta permanecían cerradas.
El último día, permanecí sentada en la cama hasta que amaneció y hoy, hoy ha
sido tan sumamente extraño el aroma a jazmín (nunca me gustó) y la sensación de
ser observada, que no me atrevo ni a respirar. Pensar sacar la mano de entre
las sábanas para encender la luz, me atormenta y aunque intento no moverme,
tengo miedo que me delate el castañeo que producen mis dientes. Aprieto la boca
y casi ni respiro. Sudo, pero al mismo tiempo tengo mucho frío. Los pies los
tengo tan helados que no logro notarlos. Mis manos sujetan la sábana pero
cuando rozan mi cara, noto que las tengo tan heladas como carámbanos. No
soporto el pánico que me atrapa. El corazón se me sale por la boca y cuando ya creo morir de terror, escucho una
voz que me dice que la fiebre va remitiendo y que no tenga miedo, que estoy en
la habitación de un hospital y que nadie me va a hacer daño. Que en unos días
estaré del todo bien y podré volver a casa. Pero a pesar de lo que me dicen,
nunca volveré a dormir con la luz apagada y en aquella vivienda. Tendré que
buscar otra o volver a la casa de mis padres. ¡Con lo que me gustaba vivir
independizada!