miércoles, 5 de febrero de 2020

VACACIONES EN TAIPÉI


Nos hacía mucha ilusión pasar unos días fuera de nuestro lugar habitual y celebrar con nuestros amigos de origen chino y junto a sus familiares, su año nuevo allá en su China de origen. Desde `pequeños dos de nuestros compañeros faltaban a clase por esa época y eso especialmente, nos llamaba mucho la atención, sobre todo a mí. Ahora de mayores nos prometimos acompañarles y sus padres estuvieron encantados de enseñarnos sus costumbres y sus vivencias. Estuvimos ahorrado este verano sirviendo copas en una cafetería del centro y hoy les estamos acompañando, hemos llegado a Taipéi. Todo es distinto. Los olores que flotan en el ambiente, las decoraciones, el color rojo, el barullo y todo lo que nos rodea es muy diferente a lo que estamos acostumbrados. Las personas se desplazan muy apretadas y con paso rápido, como con prisa por llegar a su objetivo.  Ya en casa de mis amigos donde nos esperaban sus abuelos y tíos, fuimos invitados a tomar una reconfortante sopa para que todo vaya mejor en el nuevo año y que por cierto, resucitaba a los muertos como dice mi abuela cuando se toma un caldito. Además había en la mesa todo un surtido de camarones, fideos, pescado y carne en abundancia, ya que esos días no se cocina y todo está preparado con antelación. Una vez compartido el almuerzo, nos comunican que debemos  prepararnos ya que tenemos el tiempo justo para coger un autobús que nos llevará al lugar destinado donde se celebra la festividad de las linternas o faroles. Todos cogen su farol y por supuesto, a nosotros también nos habían preparado el nuestro. Son de un papel que no conocía y distintos a los rojos que hay colgados por toda la casa. Tienen dibujos y caligrafía que me cuentan mis amigos, son mensajes de buena suerte. La intención es dejarlos partir hacia el cielo, una vez encendidos y todos lanzados al mismo tiempo, con el fin de cumplir con las tradiciones. Hemos tardado en llegar como quince minutos. El recinto es enorme y está masivamente lleno de familias especialmente felices por poder compartir tan grandioso acontecimiento. Pronto empezará a anochecer y se van descubriendo una cantidad enorme de animales y plantas decorativas, llenas de luz y color. El olor a pólvora de los petardos nos invade y cada vez se acentúa más  el alboroto y la alegría. Las calles se ven a lo lejos llenas de faroles rojos que son como un reclamo para todos los que allí nos encontramos. De pronto, nos damos cuenta que el menor de la familia no está a nuestro lado y todos nos inquietamos. Nos repartimos para buscarle. Yo que creía que lo distinguiría entre tanto niño con semejantes rasgos, me desconcierto sobre manera ya que me parecen todos iguales, además los abriguitos son muy parecidos y comienzo a angustiarme. Hemos quedado en reunirnos pasados diez minutos en un punto concreto y pasado ese tiempo, volvemos a vernos. Todos estamos muy preocupados y decidimos dar parte a la policía. De inmediato y por los altavoces piden silencio. Las personas del lugar que son educadas por naturaleza, callan y atienden. Comunican la pérdida de un niño y piden que sea devuelto al puesto de policía más cercano. Todos estamos muy intranquilos y casi se está aproximando la hora de lanzar las linternas encendidas al cielo, pero lo que importa es encontrar al pequeño. A nosotros se nos han quitado las ganas de todo y ver tan desolados a padres y abuelos, nos parte el alma. De pronto vuelven a pedir silencio y anuncian que hay tres niños perdidos en el número cinco de la policía. Nos encaminamos en silencio y cuando llegamos vemos a nuestro pequeño, jugando con los otros dos en el suelo del improvisado puesto de policía. Vemos como los padres le abrazan y nosotros nos abrazamos al mismo tiempo. Volvemos a recuperar la alegría cuando están anunciando el momento de lanzar nuestras linternas. El abuelo que es el más anciano, se encarga de encender a toda la familia comenzando por el `pequeño que se ha perdido, puesto que así se agradecerá que todo haya quedado en un susto y cuando termina y miramos a nuestro alrededor, todo se ve iluminado por las linternas que son soltadas al mismo tiempo según se nos indica por los megafonía. Cuando dejo libre el mío, pido porque las personas estemos siempre unidas y por la paz del mundo, sobre todo  en los lugares donde falta de todo. Agradezco que mis amigos sean tan gentiles con nosotros y nos estén proporcionando unas vacaciones de ensueño. Pienso que por naturaleza las personas somos buenas y en estos lugares se siente de esa manera, la pena es que haya seres que les interesa dispersarnos para que no crezca el amor que debería ser el estado natural del ser humano.

#52RetosLiterup


Febrero 2020

martes, 4 de febrero de 2020

FUE LO QUE APRENDIÓ



Aquel chico tenía tanta curiosidad e inquietudes por todo lo que le rodeaba, que su único objetivo era crecer como persona y adquirid cultura. Estudió para poder ser juez e implantar justicia. Cada día veía más desahuciados a los que desgraciadamente, la sociedad les quita la paz y su dignidad. No concebía el futuro sin intentar cambiar lo que a sus manos llegaba.

Nani. Febrero 2020

lunes, 3 de febrero de 2020

PRIMOGÉNITA


Empezó  a llorar y después a reír. Todos esos impulsos eran nerviosos y mecánicos. El psicólogo dijo que ello se produce antes de que todo se haga añicos. Su progenitor veía natural que ella fuera la fuente de ingresos, era mujer y la primogénita. Ella lo que no veía normal, es que tuviera que ser la esposa de un anciano para así asumir, esa obligación impuesta.



MAMI ¿DE DÓNDE SALE EL LLANTO?

Empezó a llorar y le pidió a su madre que le quitara el alma si era de donde salía el llanto, que no quería seguir llorando. Mamá le contó que no siempre se llora por dolor, sino que a veces se derraman lágrimas de emoción, como cuando lo hace él al ver partir a E.T. El pequeño se la quedó mirando y le dijo: “Mami, enséñame a que no me duela tanto eso que sale del alma”.



PEQUEÑAS COSAS

Empezó a llorar al descubrir aquel colgante que creyó perdido. Todos los que allí estaban, la miraban sin dar crédito, se estaba derrumbando y eso no le estaba permitido a la jefa. Cuando fue consciente, les miró mientras se restregaba los ojos con el dorso de una mano y con la otra ofrecía un objeto: “Lo perdí hace mucho tiempo y hoy me lo ha entregado María la recepcionista. No tiene valor material. Creí que ya no lo vería más y era el mejor regalo que me hizo la persona que más quiero”.

Nani. Febrero 2020

viernes, 31 de enero de 2020

PRIMEROS BAILES



Recuerdo cuando pasaba los veranos en el pueblo y se organizaban los festivales. Me encantaba ir con los abuelos y participar de todo lo que allí ocurría. Las cucañas por la tarde, donde todos los niños disfrutábamos primero rompiendo con ojos tapados, aquellos botijos que nos dejaban al descubierto todo tipo de golosinas que por entonces había. Después disfrutábamos esas chucherías con un deleite distinto al que veo en los chicos de ahora y es que entonces no teníamos acceso a ellas, hoy es distinto. Aunque donde de verdad gozaba, era por las noches en los bailes que se organizaban en la era; limpia después de la recogida de la cebada o el trigo o bien, en la plaza del pueblo donde siempre escuché la misma banda, señores del pueblo que desde jóvenes habían aprendido a tocar el saxo, la bandurria, acordeón o la guitarra. Después se fueron sumando la batería y recuerdo con mucho cariñó, al tío Juan que era el encargado de la armónica. Precisamente, me enseñó a tocarla y a disfrutar de las notas musicales que nacían de mi garganta. Los niños en aquellos bailes, comenzábamos a tocar o más bien rozar a las niñas, en esos momentos nos estaba permitido, el resto del año todo eso no era posible, pero siempre con mucho respeto como me dijo la abuela la primera vez. Las guirnaldas de luces plomizas, el olor a churrasco y a mosto que algunos probábamos en los restos de los vasos, cuando nos mandaban llevarlos a la cocina. Esas faenas nos gustaban, porque algo rapiñábamos en las mesas donde esperaban los rosquillos fritos, los pestiños o las magdalenas de la tía Ase, que eran las mejores de todas las fiestas. Recuerdo aquel año que mientras bailaba con Patri, hubo un murmullo y todos salieron zumbando hacía el río. En ese momento se terminó el baile y descubrí al primer muerto (hoy hubiera dicho fallecido, pero en esa edad era un muerto de los que impresionan). Después supimos que el Manuel le dio con una piedra porque le reclamaba unas fanegas de trigo que le prestó y no le devolvió. El vino decían los viejos del lugar, juega muy malas pasadas. Yo aprendí aquel día, que no todo es válido en las fiestas y sobre todo, aprendí a disfrutarlas con ese respeto que me pidió la abuela.

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Nani. Enero 2020

lunes, 27 de enero de 2020

AROMA



Estoy deseando llegar a casa para encontrar el calor de la familia, ya huelo su aroma. El avión se ha retrasado a causa de la niebla y se me hace muy pesado el tiempo que queda para ver la luz de su mirada. Encontrarle es algo que hace que me reboce el alma y una necesidad que tengo para seguir respirando.

Nani. Enero 2020

viernes, 24 de enero de 2020

ME LLAMARON VOYEUR





Fui dueño del hostal más popular de la ciudad. Me ha gustado mirar por el ojo de la cerradura, por los agujeros simulados en las paredes, bajo cuadros, adornos o donde se terciara. El sitio que más me gustaba era el que daba a la gran sala de visitas, donde se solían reunir varias personas al mismo tiempo, unas veces de distinto sexo y otras del mismo. Me gustaba verles hacer, fuera lo que fuese. A veces solo se reunían para hablar de cosas que apenas entendía, pero nada más ver sus gestos (no podía distinguir las conversaciones), me producía un gran placer. Mi madre siempre dijo de mí, que era un cotilla y que eso me acarrearía en algún momento un disgusto, pero yo que siempre fui bastante “echao pa’lante y arriesgado”, nunca me apabullaba por nada. Un día estando observando a una pandilla que parecían estuvieran haciendo una sesión de yoga avanzada y como nos los distinguía del todo bien, apoyé mi frente en la pared y al no recordar en ese momento que ese trozo era simulado con una fina capa de escayola que hacía de marco (una buena imitación a la madera) y que sostenía un lienzo del rostro de un bella mujer, que adornada por un lujoso collar de piedras preciosas (eran dichas piedras las que me permitían mirar), pues que con mi afán por ver mejor, los que estaban al otro lado se dieron cuenta de lo que ocurría y sin darme tiempo a reaccionar, solo supe que alguien me atizó un puñetazo y la nariz comenzó a sangrar, el lienzo se convirtió en una tela roja y el pronóstico de mamá se hizo realidad. Una denuncia, una multa y cierre del local. Me libré de estar entre rejas, porque no tenía antecedentes y desde entonces, sigo mirando pero a las aves del parque, las hormigas del camino y las gallinas de la granja, porque ahora tengo una granja y me dedico a ver si han puesto huevos, si les queda comida para reponerla al instante y limpiar el establo, donde tengo también un caballo que me lleva de paseo. Allí descubro lo bonito que es mirar la naturaleza. En el fondo estoy agradecido al percance ocurrido, ya no estoy estresado, vivo observando y no mirando y mi vida se ha convertido en algo que merece la pena. No hay nada mejor que dejar vivir, para que puedas ser tú mismo y nada más. Un buen escarmiento es la mejor medicina.

Nani. Enero 2020

miércoles, 22 de enero de 2020

EL MEJOR REGALO


Los zapatos vacíos se mostraban en el escaparate, junto al resto del muestrario. Eran diminutos pero impecables. Mis preferidos, los mocasines verdes. Siempre cuando pasábamos, me agarraba con fuerza para volverlos a pedir una y otra vez. Mamá consiguió otro camino para no tener que encontrarse con la escena día tras día. Una mañana de Reyes y para celebrar mi décimo cumpleaños, los tuve. Un regalo para dos acontecimientos decía la carta firmada por Melchor. Hoy todavía los guardo en el armario. Sé que le costó el sueldo a madre. Siempre me recordarán lo mucho que me amó.

Enero 2020

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