Cuando
era pequeño, tenía un primo mucho mayor que yo, que le gustaban mucho los
comics, de ahí mi afición ya que se los sisaba cuando no se daba cuenta, aunque
también se los devolvía después de leerlos. Lo mismo se hacia el despistado, ya
que no eran aptos para niños y me dejaba hacer. También me aficionó a ver
películas (entonces no se veían en casa) y los domingos me llevaba al cine de
verano y en invierno a ver la película de la semana que daban para niños e
incluso algunos, al programa doble. Con él vi “Los Diez Mandamientos”, Tarzán y
un sinfín de películas, de las que comenzaban con el león de la Metro. Siempre
supe que me quería mucho, como sabía de su mal gusto para hacer chistes y cuando
empezaba la peli con dicho león, hacia ese comentario tan trillado: ¡Esa peli
ya la hemos visto, vámonos! Las primeras veces conseguía enfadarme, ya que creía
de verdad que me quedaba sin película. Después le cogí el tranquillo y le decía
que se comiera las palomitas y callara.
Pasado
un tiempo, empezó a gustarle la hija de los vecinos de principio de la calle y
aunque seguíamos yendo al cine, me hizo un trato. Entrábamos y me colocaba en
las primeras butacas, él junto a la vecina se sentaban en los asientos
traseros, decía que allí todos los mayores veían mejor las pelis. Al finalizar,
tenía que esperarles para volver a casa, hasta que me cansé y le dije que el
próximo año iría solo al cine. No me gustaba acompañarlos, se ponían muy
empalagosos y a mí lo que me gustaba era reírme con Cantinflas, llorar con
Marcelino Pan y Vino o tener los ojos clavados en la pantalla y los oídos ávidos
al escuchar la banda sonora de Cinema Paradiso y después, seguir soñando con lo
que había visto en lugar de esas ñoñerías, que hacían y que no me gustaban.
No
sé si por entonces estaba un poco celoso o de verdad sentía lo que llegué a
decirle. Creo que a partir de entonces, lo liberé de aquel cargo que sin saber,
se había echado por sentirse el primo grande y protector.
Nani. Mayo 2022