Imagen de Sandro Giordano
Hoy
último día laboral de la semana, hemos tenido reunión. Estamos terminando el
curso y decidimos comer juntos todos los maestros, para seguir a continuación,
ya que las evaluaciones las debemos terminar cambiando impresiones y todos, con
cierto acuerdo.
Estamos
agotados de este curso que, tras la pandemia ha sido tan loco en todos los
sentidos, que decir que estamos derrotados, es poco. Cansados de sacar punta a
los lápices, poner mascarillas, quitarlas y volverlas a poner, para volver a
quitarlas. Fichas y más fichas, video conferencias, mocos y mocosos, frío en
las clases y tantas cosas, que cuando nos hemos sentado a la mesa, se nos han
antojado a la mayoría, los platos llenos de virutas de lápices en el lugar de
los ricos tallarines que sirven en el restaurante al que hemos ido. A decir
verdad, las ganas de comer se nos han quitado a casi todos, por creernos de
nuevo en el aula.
Mariola
y Joaquín, están tan fatigados, que han caído fulminados sobres los platos y
roncan a moco tendido, pero lo que ya nos ha descolocado del todo, es que haya
caído sobre la ensalada, una maniquí que tienen en el balcón dando la
bienvenida a los comensales y que estaba justamente sobre nuestras cabezas. Da
la impresión que se hubiera roto la cuerda que la sujetaba y la pobre se ha
precipitado, cayendo sobre nuestra comida.
Pareciera
que hoy no es nuestro día y todos estos acontecimientos lo demuestran.
Necesitamos de unas merecidas vacaciones y olvidarnos por un tiempo, de los
lapiceros, fichas, notas y hasta de que somos maestros.
Por
lo que estamos comprobado, el curso va a terminar lo mismo de caótico como
empezó, a no ser que, en este preciso momento le demos la vuelta y, ¡por mis
narices, que se la vamos a dar!
Nani.
Junio 2022