lunes, 25 de diciembre de 2023

MISTERIOS RUPESTRES

 


Las Cinco Palabras de la "Fundación Cinco Palabras del mes de diciembre" de Aixa Villagrán son ...

Uñas, oreja, tobillo, grafiti y pulsera.


Mis uñas arañaron dentro de la caverna encontrada, para descubrir aquello que parecía la oreja de un joven momificado que, a pesar de los siglos mostraba una esbeltez asombrosa. Su muerte se debió al tobillo roto y entablillado, según dijeron los estudiosos del National Geographic que le impidió caminar y por supuesto cazar como fue lo esperado para su supervivencia, aunque en aquel refugio y mientras pudo, creó algún grafiti como hoy en día llamamos a ciertas pinturas y talló en marfil, la pulsera que se encontró rodeando su muñeca izquierda y un misterioso collar ilegible colgado al cuello.




FELIZ NAVIDAD Y LO MEJOR PARA 2024.

Nani, diciembre 2023


lunes, 18 de diciembre de 2023

DECLARACIÓN

 


Imagen subida de la red


Tan solo obtuvo silencio y malas caras. Desaprobaron su actuación, pero había que tener muy mala sangre para no ofrecerle el resto de la botella de agua. Era un niño con una brecha en la cabeza, un brazo roto y la pérdida de toda su familia. Derribaron su casa y su escuela. Llevaba días sin alimento ni agua y estaba lejos del hospital donde supuestamente le curarían las heridas físicas, las otras serían llagas que, si sobrevivía, no habría fármaco idóneo para tanto dolor.

─Me importa una mierda que me amonesten. Soy soldado, pero no un criminal, ─dijo.

 

 CONGÉNITO

Tan solo obtuvo silencio y malas caras de sus compañeros, pero ya había pasado por ello en varias ocasiones. La vanguardia no le interesaba, si para ello debía ofender o faltar al respeto como hicieron con él. Nació como todos, pero no correspondía su anatomía con sus sentimientos. Y no, no derramaba nada, en todo caso mucho amor y el deseo de que entendieran que la naturaleza es así de caprichosa.

 

Nani, diciembre 2023

miércoles, 13 de diciembre de 2023

DICEN QUE SON NIÑOS

 


Imagen subida de la red


Ya no les quedan lágrimas, porque les han dicho que tienen que reservar el agua de sus cuerpos, para que no se deshidraten del todo.

Se están haciendo mayores, aunque en su partida de nacimiento si todavía existe, figure que su edad es de seis años.

Recogen de los escombros, la muñeca de la hermana o la sartén donde su madre hizo los huevos.

Por las noches hace frío y se refugian bajo el relente y la niebla.

Se sientan sobre la escarcha helada.

Pegan sus cuerpos, para poder conservar algo del calor que le dieron sus padres.

Las heridas físicas no les molestan, pero dicen que les duele algo en el pecho.

Ya no tienen hambre ni sueño, solo ganas de descansar.

Son pequeños y grandes a la vez.

Son ojos que ya no brillan.

Son labios que no sonríen.

Son manos frías que tiemblan.

Son pies que casi no los sostienen.

Son vidas que se apagan y desde donde los miro, no puedo hacer nada.

 

Nani, diciembre 2023

 

miércoles, 6 de diciembre de 2023

TORTURA

 


Mientras le vendaba los ojos, el verdugo pensaba en la manera de que la tortura fuera distinta, por ello lo ató boca arriba en el catre de manera que no tuviera posibilidad de moverse. Al terminar, lo dejó para buscar una pluma de gallina. Cuando prosiguió, le quitó los calcetines y sin cesar le paso esta por la planta del pie. El reo comenzó a reír de manera histérica hasta que casi al borde del desmallo, gritó:

─ ¡Sí, fui yo el que acabó con ella, no soportaba que una asquerosa moscarda se posara en mi comida, ese fue mi crimen!

 

 

BULLYING

Mientras le vendaba los ojos, el verdugo se acordaba de su madre y las veces que repitió fuera un chico bueno y empático, amigo de sus compañeros y no hiciera mal a nadie. Pero lo que su madre no imaginó, fue que al seguir sus consejos los compañeros se aprovecharon y fue el conejillo del que se rieron y maltrataron. Por ello hoy es el que ejecuta, esperando encontrar a alguno de aquellos que en su día le dieron a comer cagarrutas de cabra entre otras cosas. Imagina que todos los reos son algún compañero, y no duda en apretar con tanta fuerza como ira acumula.

 

Nani, noviembre 2023

sábado, 2 de diciembre de 2023

REFLEXIONES ATROPELLADAS DE UNA MINNIE DE TANTAS

 


No sé de qué os sorprendéis, creo que no es tan raro. Después de jubilarme me quedó una paga ínfima. Fui artesano casi toda mi vida en una fábrica, dónde mis jefes no pagaron mi seguridad social. Confié en ellos ya que desde niño estuve con ellos y no creí nunca que eso pasaría, confiaba en ellos, fue mi padre quién me ingresó en dicho trabajo y casi lo sustituí. Ahora debo ganarme un sueldo que complemente mi paga, ya que debo pagar las medicinas de mi esposa aquejada de una demencia y no encontré otro complemento que el de ser uno más en las atracciones del parque y en mi caso me tocó ser Minnie. Hay días que me canso y en los respiros me fumo un cigarrillo. Ya solo compro tabaco para cuando me siento muy estresado, atrapado en la cabeza del personaje. Entonces me quito este espantajo con cara de ratona feliz en un lugar apartado y respiro un poco. Sí, es verdad que el humo es aire contaminado, pero me relaja y un paquete me dura un mes, así que no desperdicio mi dinero, el tabaco vale una fortuna y tengo que dosificarlo. Sí, quizá deterioro algo mi salud, pero como es de tarde en tarde, tampoco creo me perjudique demasiado a estas alturas de mi vida. A veces, hasta apago el pitillo a la mitad y guardo el resto para otro momento. No es lo mismo, pero a mí me vale. Sobre todo, el día que vienen padres con hijos a los que no hacen caso, me dan ganas de meterles un cohete por el culo (a los padres), los chiquillos no son dignos a veces de esos padres que tienen, ni nada de lo que hoy en día vemos en las guerras que nos retransmiten en directo últimamente. Los niños no se merecen nada que no sea felicidad y menos, lo que mayores de poder le dan y los demás a veces contribuimos sin ser del todo conscientes. Por esos niños, cuando estoy agobiado dentro de Minie, me digo que debo aguantar. Si consigo una sonrisa de los que por aquí se dejan caer, pienso que algo consigo por los críos. No, por los de esas guerras no. Esos pobrecitos lo que obtienen son muerte y soledad. Es indignante pero ahí sí que no llego.  Me conformo con poco y bueno, también merece la pena cuando llego a casa y mi Manuela me recibe con aplausos como si fuera una niña de cinco años. Luego me recompensa saber que cuando le propongo jugar a las casitas y ponernos un delantal cada uno para preparar la cena, ella asiente gustosa y me ayuda a pelar las patatas para hacer una jugosa tortilla. No puedo hacer otra cosa ni por mi Manuela, ni por aquellos niños y si como digo, hago sonreír o reflexionar a uno de los que por el parque asoman, ya me doy por satisfecho, por mucho que me pese esta cabeza de ratona y pase calor con este vestido tan pomposo, pero bueno, también abriga en invierno así que no voy a quejarme más. La vida es un fandango y el que no lo baila, al menos que lo cante como ahora hago.

 

Nani, diciembre 2023

jueves, 30 de noviembre de 2023

PAVOR NOCTURNO

 


Foto de Lope Canovaca "El ojo que todo lo ve"


Desde hace más de un año escucha unos ruidos que parecían insignificantes en apariencia, pero que cada día la mortifican más.

Cuando en el verano estuvieron con ella su hijo y familia, los escuchaba de vez en cuando, pero consiguió olvidarlos con las algarabías, los juegos y discusiones de los gemelos y su hermana que a pesar de ser 14 meses mayor, se cree dueña y señora de ellos y con el poder de manipular hasta al gato de la vecina de enfrente. Siempre ha sido para su hijo «la princesa de los cabellos de azafrán» y ella, una niña de cinco añitos se lo ha creído manipulando a su padre y a sus hermanitos.

─Por algo soy mayor y organizo los juegos e idas y venidas de mis hermanos, ─dice por norma y puesta en jarras la niña que apunta maneras.

No los deja hacer nada sin su autorización con las consecuentes discusiones e incluso en más de una ocasión, alguna guantada sonora que, a pesar de la diminuta mano al impacto con la carita de alguno de sus hermanos, hace sonar y dejar marca, lloros, pataletas y el reclamo de padres, abuela y todo ser viviente en su entorno.

Esto era lo que había escuchado en los últimos meses y cuando llegaba a conciliar el sueño después de todos los barullos organizados, los baños tras nadar en la piscina, las meriendas, los paseos en la alameda, las cenas unas veces de camino a casa y otras en la terracita o la cocina; al caer en la cama no alcanzaba ni a intentar recordar la mitad de las travesuras acontecidas y la innumerables alegrías que le produjeron los días de vacaciones, en compañía de cinco criaturas que quiere hasta hacerla olvidar el dolor de cadera o los dedos que ya se van pareciendo a la prótesis del Capitán Garfio.

Aunque lo del ruido es distinto. Ahora no están con ella y el silencio es mortal, se escucha hasta el aleteo de las pesadas moscas de otoño que se meten al calorcito del hogar, huyendo del fresco ambiente. Esas pesadas moscas que no la dejan gozar de esa buena novela que empezó antes de que ellos llegaran y que desea proseguir cuanto antes para llenar esos vacíos que se hacen cuesta arriba algunos días. Pero lo que más le molesta e incluso llega a asustarla, es cuando metida en la cama escucha ese ir y venir en el techo, que parece rozarle la frente y el cabello.

«Mis hijos se empecinaron en que viviera en este ático y no sé del todo si debí acceder», ─piensa.

Mamá hay ascensores, no tienes ningún problema para subir y bajar, está aireado y tiene una preciosa terracita que da al mar donde puedes terminar el día como siempre te ha gustado. Ver ponerse el sol como siempre has deseado. Y bueno, ir a la cama mecida por las olas y acunada por las nanas de las sirenas. ¡Eso era lo que nos contabas de pequeños, por eso mismo hemos pensado que es el lugar idóneo para ti! Soleado y calentito para el invierno y acondicionado para el verano. Quizá algo grande para ti solita, pero eres tú la que quieres que pasemos algunos meses de verano contigo y ya somos cinco nosotros y cuatro cuando viene mi hermana con su familia, ─le decían.

Al final la convencieron y ha estado feliz viviendo en este lugar, cuando eclipsada mira el mar. Recuerda y cree escuchar la sirena del barco cuando acercándose al puerto, la hacía sonar una, dos, tres veces y así hasta llegar a seis sonidos seguidos. De esta manera ella sabía que pasaba de largo, iba cerca o lejos o esa noche cenaría en casa y después, le contaría toda la travesía de varias semanas y… ¡qué pícaro llegó a ser!  ─pensó─, cuando le anunciaba que debía esperarlo vestida con aquel atuendo que tanto les gustaba y que le trajo de las islas; entonces hacía sonar la sirena siete veces y eran los chicos los que la avisaban por si no lo había escuchado bien. De todas maneras, cuando tuvo duda optó por esperarle siempre preparada y esa decisión la relajó, tan solo una vez se equivocó y se metió en la cama con pena. ¡Si hubiera sido en estos tiempos se hubieran llamado, pero entonces no había teléfonos móviles!

Por eso mismo no permitió que cambiaran sus muebles de siempre. Es verdad que le resultaba grande la cama, pero al mismo tiempo quería creer que aún le acompañaba e incluso le olía. Percibía su aroma y se sentía segura, sabía que de haber cambiado no hubiera conciliado el sueño como ahora le pasaba, pero no era otra cosa que aquellos pasos que sonaban encima de su cabeza y que la intranquilizaban. Era aquel ir y venir que no le daban seguridad y si palpitaciones. No se consideraba una mujer asustadiza, pero… Debió enfrentarse sola a casi todo cuando él estaba en alta mar y nunca le amedrantó ninguna dificultad. Supo solucionar cualquier imprevisto, pero esto de ahora la estaba desquiciando. No se sentía vieja ni chocha. Sabía que ya no era treintañera y no estaba tan activa y ágil, pero tener 68 años no significaba ser una vieja inútil.

«Hago mis compras, voy a nadar todos los días y al cine siempre que pasan una película interesante. Las tareas del hogar las resuelvo diariamente y si alguna vez me ayudan a hacer alguna limpieza general, acepto porque ellos se empeñan, aunque en el fondo lo agradezco, siempre he pensado que la limpieza es una de las tareas más ingratas y además, de esa manera me queda más tiempo para pasear, leer y hacer esas cosas imprevistas que nunca creí haría. No me pasó por la mente ni una sola vez, que expondría de nuevo y viajaría tanto. Me siento bien a pesar de echarle mucho de menos, pero también estoy haciendo muchas cosas que en su día dejé aparcadas y esto me conforta», ─piensa.

En esos pensamientos está cuando de nuevo escucha esas idas y venidas del techo y da un respingo que la sienta en la cama. El ruido esta vez ha sido más intenso y las palpitaciones la aceleran.

─ Mañana avisaré al portero ─se dice en voz baja para sentirse acompañada, pero sin ser del todo consciente─. Le diré que algo sucede ahí arriba todas las noches, pero me preocupa que me tome por una señora maniática y tonta, como comentan de la señora del cuarto derecha. Aunque esa señora la pobre, creo que está malita. ¡En fin a ver que hago mañana!

De nuevo se acurruca entre las sábanas y decide que cuando se levante hará lo que mejor aconseje el nuevo día y la lucidez después del descanso, ahora todo se hace más grande con la oscuridad y el cansancio. Aunque sigue pensando que no le gustan esos ruidos.

«¿Como es posible que cuando ellos estuvieron en casa me olvidara del problema? No quiero llamarlos ni inquietarlos, pero se ha sumado a la preocupación una mancha de humedad o algo así parece ser, que ha salido al techo de la cocina y cada día crece más e incluso, se descascarilla la pintura de manera galopante. ¡No esperaré más de dos días si todo sigue igual! Avisaré a un albañil y todo se solucionará, porque arreglará la humedad que seguro se ha producido con el movimiento de alguna teja y las primeras lluvias, además, ya tendrá que investigar qué es lo que producen esos galopes en la noche».

Con esa conformidad el sueño la vence, aunque no es lo suficiente reparador, porque a otro día cuando se levanta se siente algo cansada y recuerda haber soñado que en su tejado vivía un ser maligno de ojos enrojecidos y colmillos sanguinolentos. Se sonríe pensando que nunca le han dado miedo las películas o novelas de ese género, pero algo la estremece al recordar la preocupación que le producen los alborotos nocturnos de los últimos meses.

Escucha sentada en el filo de la cama y ahora con la luz del día todo parece normal. Las palomas saltando de un lado a otro posándose en las terracitas y más tarde, en el tejado y balcones. Se acerca a la ventana, sube la persiana y observa como unos pichones se arrullan con el despertar de un radiante sol, que apunta ya con un espléndido despertar.

«Me voy a recostar de nuevo ─piensa─. Estoy agotada y con la ventana entre abierta y la persiana subida descansaré algo más, aunque quedé en pasar por la casa de la cultura donde me han propuesto colaborar en un taller de manualidades y debo ultimar los horarios. Con unas cosas y otras casi lo olvido».

Cansada pero renovadas las ganas de hacer actividades nuevas, se mete en la ducha y mientras se arregla, enciende la pequeña radio que hay en la misma repisa de sus tarros y cremas.

«¡Me gusta saber cómo se quita las legañas el mundo y con la música que después sigue en la programación, me activo y renuevo energías!», ─siguió pensando.

Recoge su dormitorio, deja puesta la lavadora y bolso en mano, sale a hacer sus gestiones matinales, intentando olvidar el motivo que la tiene un poco maltrecha.

Al volver a casa saluda al portero y piensa que es el momento de comentarle su problema. Este sube con ella en el ascensor solícito como siempre. Entran en la cocina y observan la gran humedad y como la pintura se desprende y cuelga por algunos lados.

─ Voy a ir por una escalera para poder asegurarme del tipo de impregnación que produce esa descomunal mancha.

─ De acuerdo, mientras aprovecho para preparar una cafetera y nos tomamos el cafelito de media mañana, ¿le parece?

Cuando el portero se sube a la escalera y con la mano toca lo que parece el centro de la humedad, un ligero desprendimiento deja un agujero de unos tres centímetros. Sorprendido y curioso se sube al último peldaño, posa su ojo izquierdo en la abertura producida y al instante se retira con un grito que casi le hace caer de la escalera. La mujer grita al mismo tiempo y sujeta la escalera para que no caiga el hombre.

─ ¡Alguien me ha mirado!, ─dice el portero mientras baja como un poseso.

Con miedo, la mujer mira hacia arriba y observa que un ojo brilla y los observa. Sin poderlo evitar se agarra con fuerza al hombre, tiembla y se siente a punto del desmayo.

El hombre tras una carcajada, dice:

─Creo que estamos sacando esto de quicio, no puede haber nadie arriba. Por supuesto que voy subir y mirar el tejado.

Ella con el pavor que le han producido los días de insomnio y lo visto en los minutos últimos, lo sujeta diciendo de forma atropellada:

─ ¡No se vaya, ahí hay alguien que nos va a hacer daño, y si sube debe ir con alguien más!

─ No puede haber nadie en el tejado, ─dice el hombre con una sonrisa─, mientras sale del domicilio para subir al tejado.

Ella tiembla y sale tras el portero, pero se queda en la entrada sin ser capaz de ir más lejos y tampoco de entrar de nuevo en su piso.

Pasa un rato que a la mujer le parece interminable, cuando el portero aparece trayendo un gatito en sus brazos y comentando:

─ Señora, este es uno de los inquilinos del tejado y el que nos miraba desde el agujero. El muy travieso estaba con su patita haciendo el agujero más grande y le he cogido in situ. Hay una camada de prendas iguales y la gata madre me ha retado, pero no ha podido evitar que me quede con este truhan. Usted me dirá que hago con esta fierecilla. A por el resto subiré con mi hijo y unas jaulas para llevarlos a un veterinario amigo nuestro. Arreglaremos las tejas y el techo creo que yo mismo puedo hacerlo, de lo contrario, llamaremos a un albañil, pintaremos y todo solucionado.

Para cuando el hombre terminó de hablar, la mujer y el felino ya eran amigos.

─Bueno, creo que he conseguido un compañero, ¡no quiero pensar que pasará cuando venga la mandona de mi nieta! Hasta luego y muchas gracias.

«¡No permitiré que en adelante mi imaginación corra a tanta velocidad y vuelva a jugarme una pasada semejante!», ─piensa mientras se amonesta y sonríe.


Nani, Noviembre 2023


Relato publicado en el nº 22 de la Revista Pansélinos. 

https://drive.google.com/file/d/1cleqXRl58UGCpIdWmSF3BpE2fCwVIYAL/view

 

domingo, 26 de noviembre de 2023

VIAJE SURREALISTA

 


imagen de Sam Johnson

 

La señorita Elena no ha dado señales de humo este viernes, porque se tomó unos días de vacaciones para ir a la entrega de los premios ondas. Es una entusiasta de los programas radiofónicos y le hacía mucha ilusión asistir a dichas entregas, conocer personalmente a su escritor favorito Juan José Millás y ver como se comportan los famosos en esas alfombras tan suntuosas que suelen poner, para que la prensa se cebe haciendo fotos y entrevistas a los que por allí pasan, luciendo trajes de modistos famosos y otros de propia cosecha (que de todo hay).

Terminó pasadas las tres de la madrugada y cuando volvía a su hotel para coger a la mañana siguiente bien temprano el Ave, conoció a un grupo de chicos y chicas con los que pasó un buen rato en una discoteca. Mas tarde se fue al hotel y se quedó dormida, por lo que no pudo coger el tren de vuelta. Al ver que ya no podría llegar como tenía previsto, decidió quedarse y pasarse por los centros comerciales y aprovechar el tan renombrado estos días “Black Friday o Viernes Negro” como debería llamarse (acabaremos no sabiendo en qué idioma hablamos), y así ver que se cuece. No pudo adentrarse en el puchero, porque había demasiada gente gritando y cogiendo objetos como posesos, por lo que volvió al hotel, recargó el móvil, llamó a la familia para decirles que volvería el domingo tras descansar de tanto movimiento y poca esencia, pero que primero iría hasta hacer hora de la vuelta, al Parque de Montjuïc con el fin de no volver con la sensación de haber perdido del todo el tiempo.

 

Nani, noviembre 2023