Foto subida por Ana Vidal
Esta
noche buscaba entre los escombros. Buscaba, pero no sabía que era, solo iba
desesperada. Levantaba piedras, muebles y todo de lo que he podido tirar. Me
faltaban las fuerzas y algunos objetos se me resistían. Lloraba de impotencia
por no distinguir. Solo pretendía dejar atrás lo revisado. Había una voz que me
repetía que debía seguir adelante hasta llegar al lugar de la luz donde estaría
lo que buscaba. De pronto me sentí angustiada al pasar por un orificio como los
que usan los albañiles para arrojar los escombros desde un piso alto, para que
caiga lo inservible al contenedor al pie de calle. Ha sido muy angustioso ese
paso porque estaba muy estrecho. No he parado de decirme a mí misma, que se
trataba de pasar como lo hacen nuestros pequeños en el tobogán del parque
infantil que deja a mis chicos con un culetazo en el amortiguador de goma, que
tienen dichos entretenimientos infantiles. Pero no, me atascaba, no conseguía
recorrer mi camino. Estaba muy oscuro y húmedo y por ello no conseguía seguir
mi recorrido. Me faltaba el aire, ha sido angustioso y cuando he llegado a
algún lugar que no sabría describir, he sentido que ya no necesitaba
preocuparme, allí me esperaban ellos y me abrazaban. Me han dicho que no me
preocupe por los que han quedado. Sabrán remontar y salir a flote. Que lo importante
es que no olviden que todos pertenecen o pertenecemos a un todo. Eso es lo
único que importa ─decían.
Nani, noviembre 2024