Van a ir a comprarse un vestido nuevo y un helado como
cuando eran pequeñas y les acompañaban sus padres. Ahora han pasado los
años, ya no les acompañan ellos, ni sus
pasos son ágiles y sus cabellos dorados, ni sus pechos firmes como limones.
Pero siguen con la ilusión de un vestido recién estrenado y un cucurucho con
sabor a vainilla en sus manos. Lo peor de todo es que no saben si podrán pagar
el vestido o se tendrán que conformar con un helado para las dos. La pensión es
tan pequeña que ni uniéndolas llega para un extra.
Nani. Diciembre 2015