Aunque nació en una casita de pescadores, nunca había pisado la mar ya que sus padres tuvieron que salir de aquel lugar después que terminara aquella infame guerra y buscar trabajo en los viñedos franceses primero y más tarde, en las fábricas alemanas. Sabía mucho de humo, de salchichas y cerveza, de tardes muy cortas y de prisas para ayudar en casa y llegar a punto al colegio. A pesar de todas las estrecheces en aquellas tres habitaciones del principio, consiguieron sus hermanos hacer carrera y ella aprender varios idiomas, lo que aprovechó para en casa hacer trabajos de traducción. En la editorial donde llegó a tener merecida reputación, siempre le ofrecían obras infantiles donde tradujo a los mejores, tanto en italiano, francés y castellano. Siempre estaba muy ocupada y no conseguía tener tiempo para cumplir su mayor deseo. Se hizo mayor, formó una familia y seguía con la literatura entre manos y sólo viajaba con el libro que le tocaba traducir, por eso ahora que ya ha cumplido los sesenta y cinco y se jubila, no quiere dar lugar a que pasen más años y en casa lo ha propuesto. Este año se van todos a visitar la playa donde nacieron su familia y ella. Verá ponerse el sol en el horizonte y sus pies se refrescarán en la mar de sus sueños. Después la vida seguirá, pero habrá cumplido el deseo que toda la vida había guardado entre páginas, historias y cuentos.
Nani. Julio 2017