Se
desperezó y rápidamente se fue a la ducha. Mientras se afeitaba prometió que sería la última vez que le llevaba periódico
y café. Había obtenido su puesto de trabajo a concurso y aunque costaba estar
lejos de la familia, esperaba volver pronto a ocupar alguna vacante. No
aguantaba un día más sus vejaciones. Salió de baño y cogió el móvil para mandar
un beso a los niños y compañera que tanto quería. Observó que tenía un mensaje
de esa mujer que tanto echaba de menos: “Alberto, al pequeño le han detectado
una enfermedad de esas raras. Ahora sí que no podremos derrochar un céntimo.
Siento darte los buenos días de esta manera, quería contártelo pero no puedo
hablar de tanto como he llorado esta noche. Te queremos mucho y estoy deseando
meterme entre tus brazos.
Sobre
la mesa se quedó aparcado el mensajero, sus decisiones y toda su esperanza.
Nani.
1 Agosto 2018