La revista PAPENFUSS, me ha publicado este relato con motivo del día 8 de marzo. Podèis leerlo en la página nº 5 del pdf.
Ayuda a su madre y tías a preparar el
servicio del té, ya que los visita un señor de la ciudad. Recibir en su humilde
jaima alguien tan importante, pone nerviosos a sus padres y no entiende a qué
se debe tanto alboroto. Sus hermanos se han lavado con el agua de la vasija que
hay sobre el arcón y puesto las ropas limpias que mamá guarda en ese mismo
cajón; ese que siempre está cubierto con un mantel que fue de la abuela. Se
acuerda de ella y la echa de menos. Con ella jugaba a la puerta de la jaima al
atardecer, le contaba historias de los
bandidos del desierto donde su abuelo fue un luchador valiente que les
defendió, hasta que un día le pusieron una trampa y ya no volvió.
Madre ha pedido a su cuñada el vestido
nuevo de su hija, para que se lo ponga ella cuando la llamen a presentarla a
dicho señor. Al principio se lo toma como un juego, aunque le extraña tanto
nervio y tanta parafernalia, pero por otro lado ve tan contentos a sus padres,
que no le importa seguir ese juego aunque en el fondo la inquieta. Más tarde
cuando es presentada y mira a los ojos a ese hombre viejo y arrugado siente
miedo, la mira como si le perteneciera y le da más miedo aun.
Le dicen que se irá con él ya que será
su nueva esposa. Que debe ser un motivo de orgullo para ella formar parte de
una familia honorable y que además debe sentirse agradecida ya que a cambio;
recibirán dos cabras, una alfombra nueva, un camastro y una radio a pilas donde
su padre y sus hermanos podrán escuchar los partidos de futbol. Tendrán leche
todos los días, podrán hacer queso y requesón y sus hermanos podrán llevar las
cabras a pactar al oasis que hay cerca de casa. También puede que les dejen uno
de los camellos viejos que han traído cargando la alfombra y los demás regalos;
así podrán también cargar agua y la vida será más fácil para todos. Ellos se
van haciendo viejos y sus hermanos pronto deberán buscar esposas y se irán. A ella
no le faltará comida, ropa y sus hijos crecerán con fuerza.
La niña en un rincón piensa en lo sola
que se quedará su muñeca de trapo si no la dejan que se la lleve. Lo triste que
se sentirá cuando no vea a sus hermanos ni a sus padres y sobre todo, lo
difícil que le resultará acostumbrarse a otra región, otras costumbres y a las
cosas de mayores que aún no entiende.
Sabe que a las niñas de su entorno también se las llevaron y no volvieron
nunca. No esperaba que a ella también se la llevaran tan pronto. No sabe si ese
hombre hablará su mismo idioma, si podrá pedir agua y si podrá dormir en alguna
esquina del harén que tenga ese señor. No deja de hacerse preguntas que nadie
le va a responder y una lágrima de adulta, empieza a correr por su mejilla despojando
a la niña que hasta hacía un rato había sido. La única certeza que tuvo, fue
que algo se había roto en su interior, algo que ya nunca podría recomponer.
Nani Canovaca.