viernes, 14 de junio de 2019

ANUNCIOS POR PALABRAS (16)



Soy Petra la dueña y regente del puesto nº 13 del mercado de abastos de la ciudad. Vendo de todo. En un tiempo a las personas que tenían este trabajo, las llamaban quinquilleros y así fueron nombrados mis padres mientras estuvieron llamando de casa en casa y por los pueblos y alrededores, ofreciendo todo tipo de productos metidos en el serón de la mula juanita. Después consiguieron unos ahorrillos y se asentaron en este puesto que yo he heredado.
Nunca pude tener muñecas y si alguna pasó por mis manos, fue de aquellas de cartón que se vendían cuando era pequeña y ellos también ofrecían. Si alguna les llegaba con defecto, era la que yo disfrutaba, pero me duraba nada y menos, ya que mis hermanos y sus amigos que eran unos gamberros, me la cogían y la metían en un cubo con agua o en la fuente de la plaza, y aclaro, al ser de cartón se inflaba y luego se desintegraba. Para ellos era un juego de lo más divertido, pero para mí, la desgracia más grande que me podía ocurrir. Luego me decían que había tenido sed o que se había ensuciado de chocolate cuando le quisieron dar de merendar. La verdad es que tanto una cosa como otra era increíble, porque el chocolate no lo veíamos ni por un casual a no ser que padre tuviera una tableta rota y no apta para la venta (y ya procuraba que no se diera el caso) y al ser una muñeca de cartón, por muy infantil que yo fuera por aquellos entonces, de un guindo no me había caído para creerme aquellos argumentos.
Un día vino doña Maquiquita la del farmacéutico a comprar cinco metros de puntilla de bolillos y me comentó que las muñecas de sus hijas ya mayorcitas, estaban feas y estropeadas y que las iba a tirar, pero que si yo las quería, me las regalaba. Por aquellos días ya tenía yo unos cuantos años y me hacía cargo del puesto, entonces se me ocurrió que sería una manera de quitarme aquella espina que tenía clavada. La verdad es que cuando doña Mariquita me las trajo estaban hechas un desastre, pero las lavé, las peiné de nuevo y las que no tenían remedio, les hice vestiditos con retales que me quedaban de la venta de telas y a juego con los vestiditos les confeccioné gorritos y aquí me veis con esta enorme colección. Me gustó tanto la idea de rescatarlas, que puse un cartel en el que rezaba: “No tires tu muñeca deteriorada, te la arreglo o si me la regalas, la dejo aquí para que cuando vengas a comprar, la veas, te sonría y te recuerde los juegos que tanto disfrutaste de niña”. Casi todos me las regalaban porque decían que en casa debían hacer hueco para las cosas que se iban necesitando con el transcurso del tiempo y para mí fue un disfrute sin igual. A veces hay muchos ratos muertos en el puesto y esos los aprovecho para cambiarles las ropitas y asearlas. Como veis, ya casi ocupan más espacio que los objetos de venta, pero disfruto mucho con esta ocupación. He encargado a mi amigo el  chatarrero, una vitrina si le llega o bien le diré a Manuel el carpintero, que me haga una y la colocaré en la pared para que sirvan de exposición, como veis son ya muchas y tengo que colocarlas de otra forma para que ellas estén cómodas y yo también, no debo olvidar que mi puesto es de venta principalmente. Ellas no están a la venta a no ser que me traigan alguna de esas con cara de porcelana y puntillitas en los vestidos. Esas no me gustan nada (podría contaros cual es el motivo, pero hoy no viene al caso), y estas sí que las vendo. Hay personas que  también las coleccionan y me agradecen que se las pase. A mí me gustan las Nancy, barriguitas, nenucos, pepones y todos los muñecos que tienen caritas bonitas y tiernas, con ellos disfruto como si me convirtiera en un abrir y cerrar de ojos, en una niña de ocho años de las de mi época, hoy es bastante distinto. Y bueno, aquí me tenéis para lo que necesitéis, Petra la quinquillera (no hago honor al apodo), honrada y ganando el pan de cada día como mis padres me enseñaron. Si tienes una muñeca, una sombrilla, paraguas o lo que se tercie, lo dejo como nuevo. Saludos.

Nani. Junio 2019

miércoles, 12 de junio de 2019

MUÑECA DE CHINA





De niña me gustaba mucho la muñeca de china que tenía mi tía guardada en el cajón de la cómoda. Nunca me la dejaba porque temía que la rompiera y me contaba que era el único recuerdo que tenía de su hija. Ella había enfermado y la muñeca se había quedado sola sobre su cama. Siempre estaba guardada entre las sábanas y yo me empeñaba en tenerla. Un día me dijo que me había hecho un vestido como el de la muñeca y cuando me lo pusiera yo sería una verdadera muñeca. Al principio me hizo ilusión, pero cuando me vieron los chicos en la fiesta aquel día, me subieron a la mesa y quisieron jugar conmigo. Decían que era una verdadera muñeca. No me gustó nada ser muñeca, ni tener aquel vestido, ni lo que decían ni como terminó la fiesta. Quería bajar de allí, pero todos quedaron dormidos y yo me sentí atrapada, por eso no soporto las muñecas de china y así vestidas. Todas me recuerdan a la prima muerta, a los chicos de ojos vidriosos y aquellos juegos que eran muy distintos a los que siempre jugué con mis amigas en el portal de casa.

Nani. Junio 2019

martes, 11 de junio de 2019

TODO SE QUEDA EN FAMILIA


Me llamarán para que baje a cenar en familia y sumisa acudiré. No puedo luchar más. Padre dice que una familia se distingue por sus buenas costumbres. Comienza el ritual bendiciendo la mesa. Mamá sirve a él primero, después a mis hermanos, a mí y el último cazo para ella. Comemos en silencio y con temor a decir algo que le pueda alterar, porque siempre acaba culpando de nuestra educación a madre y si algo se tuerce, con una mirada la hace ir a la cocina delante de él. Regresa con cinco dedos en la cara y la coz que solo percibimos, en el hígado.

RUIDOS EN LA PARED

Me llamarán para que baje a cenar en familia. En la mesa cuatro sillas ocupadas por el abuelo, mama y yo. La de papá sigue vacía desde el día que fue a por el pan, aunque madre diga que vendrá como cuando salía del trabajo. Ya no me da tanto miedo el ruido que se escucha a veces tras el tabique de la habitación cerrada, coincidiendo con sus comentarios. El abuelo dice que no haga caso, que son cosas de películas de miedo y que los fantasmas no existen.


 Nani. Junio 2019

domingo, 9 de junio de 2019

PALABRAS Y PROMESAS


Cuando llegó aquella patera solo sentí piedad e impotencia. No puedo entender la poca comprensión de los gobiernos o quienes tienen poder para dar lugar a tanto como se está dejando pasar, obviando lo que estamos viendo todos. Escucha con atención a uno solo de ellos y sabrás que razones le impulsan a venir. No se les deja respirar, ni vivir porque mueren de carencias, de pena y de incomprensión. Ellos buscan una oportunidad y desarrollarse como personas, simplemente como hacemos tú o yo.



Nani. Junio 2019

lunes, 3 de junio de 2019

APRENDIENDO A CAMINAR


Ya tengo los pies fríos y no podré juguetear con mi chica en los preliminares. Algo que la espanta es que me acerque a ella con estos pies de hielo. Mi madre decía que pies fríos corazón caliente, pero esos refranes a veces son tan irracionales que alejan mucho más que acercan y yo necesito estar hoy lo más próximo a ella. Después de haberle fallado, no puedo enfriar mucho más su alma.


POR ERROR

Ya tengo los pies fríos, demasiado diría yo. Debí hacer caso y haberme puesto las botas de  montaña y los calcetines gruesos. Ahora que me he quedado atrapado y veo lo amoratados que están mis dedos, pienso que si salgo de aquí, igual no puedo conseguir más escaladas y lo que es peor, simplemente ir al baño sin ayuda de unas prótesis o una silla de ruedas.

Nani. Junio 2019

viernes, 31 de mayo de 2019

CALLE FATIGUITAS, Nº 20





─ Sí, aquí es el número 20 de la calle del Dolor de Barriga, ónde decía mi padre que se pasó mucha hambre en la guerra. Luego le pusieron calle de Las Fatiguitas, por eso de que no se olvide tó’lo que se pasó. Ya me dijo el Paulino que las puertas eran mu’lujosas y con mucho brillico los cristales. ¡Vamos a ver, aquí’tá el timbre pa’llamar a la Eduvigis!
─ Buenos días señora. ¡Soy el Horacio que le trae los tomates recién cogios de la güerta, el queso de cabra y las ciruelas claudias que ya se han puesto mauricas. Si me abre, le subo las bolsas!
─ ¡Qué sí doña Eduvigis, qué soy el Horacio! El Paulino hoy no ha podio venir, tá’ordeñando las cabras y la Blanquita que la’salio una mastitis y tie’que cuidarla. Tuvo que ir D. Ramón a verla, se puso mu’malica y según mus dijo tenía una mieja fiebre. Le’ta dando los tibioticos y tenemus que vigilarla. ¿Qué no m’escucha bien? ¡Carajo, abra la puerta y se lo cuento tó, cara a cara!, ¡con la sordera encima se va’enterar!!
─ No, no murmuro, ¡solo que digo que me abra ya, carajo, que’sol me’tá dando en to’el cogote y me voy achicharrar!
─ ¿Pero cómo voy’traer también los cebolletas? Me faltan manos y los ajos porque los tenemus en la ristra y me l’acolgao al pescuezo. Qué bueno, que si no abre lo dejo to en la botica y aluego baja osted o la hija del Pascual cuando venga a las faenas.
─ Qué bueno, qué me voy y lo dejo tó en la botica, de paso tengo que llegar pa llevarme otra caja de tibiotico, el cuajo y las medecinas de la Blanquita, porque como no se ponga güena y lo pillen las demás, el queso se va p’al carajo, la leche se pondrá mala y mus tendremos que’char las muelas pal’bolsillo.
─ Adiós doña Eduvigis, qué ya veo que no se fía. Mus vemus otro día y que tenga güena jorná.
El hombre esta vez sí se va  murmurando.
─ ¡Pos sí que está l’ama. Sorda, esconfiá y vaga. Pos’ella verá, yo me voy y que haga lo que le dé la gana, que tengo en'toavía cuando llegue, limpiar los establos, dar de comer a los bichos y hacer las gachas pal’mediodía. ¡Qué Dios mus guarde y a ca’cual con sus cosas!!

Nani. Mayo 2019

lunes, 27 de mayo de 2019

SABER CULTIVAR/SE



Mis hermanos decían que tenía mucha suerte en los exámenes a pesar de no estudiar casi nada. Mis compañeros me chinchaban diciendo que era una malvada por la potra que tenía. Como me daba rabia les tocaba el tambor y las maracas al tiempo que los volvía locos. Por entonces me atormentaban con sus comentarios. De mayor he entendido que la ciencia de las cosas, está en el saber vivir con coherencia y repartir el tiempo como es debido. La abuela me enseñó que no por estar delante de los libros más horas, se aprovechaba mejor lo descubierto.