El
pasado sábado día 14 se casaban María y Luis. Y digo se casaban porque 30 horas
antes del acontecimiento, recibimos un whatsapp de sus padres diciendo que no
había boda, que debido a este mal bicho que nos ha rodeado y recluido (todavía
no sabíamos que íbamos a permanecer en casa) y ante el
inminente peligro, no se sentían capaces de gestionar ni anímicamente, ni sentimentalmente,
la responsabilidad que conlleva seguir adelante ─decían; ante las noticias
recibidas en esos momentos. En casa nos miramos y casi nos sentimos aliviados,
porque todos en el fondo estábamos preocupados y más, habiendo un familiar de
riesgo. Respondimos el mensaje intentando dar ánimo, porque sabíamos que
económicamente y sentimentalmente, a ellos les iba a ocasionar días tristes y
de pérdidas.
Comencé
a guardar la ropa que había planchado, los zapatos que habíamos dejado
relucientes y bolso e ilusiones, porque esa boda nos ilusionaba.
Y
¿porque cuento todo esto? Porque hoy he recibido un nuevo whatsapp de la propia
novia (la no casada). Acompañaba una copia de la invitación, en la que se nos invitaba de nuevo a su boda. Estaba tachada con bolígrafo rojo, la fecha y colocada con la misma tinta el
día del esperado acontecimiento que será ya casi para cuando los árboles empiecen
a desnudarse y el sol caliente un poquito menos. También estaba tachado el
anterior horario y el nuevo colocado de igual manera, solo que ahora será cuando se ponga el sol. Todo con un alarde de buen humor, que el ánimo que había perdido con
todo esto, me lo ha levantado y he visto (por la ventana claro está), como hoy
salía el sol y aplaudía con sus rayos a la vida. Nos ruega que confirmemos con
una simple contestación al mensaje. Solo se me ha ocurrido decir que echaremos
la casa por la ventana y poner unos cuantos iconos del aplauso. Luego he
pensado que quizá para ese día, haya que buscar el vestido largo y un abriguito
por si acaso. También creo que llevaremos como prenda interior una gran
reflexión, porque en estos días nos dará tiempo a mirar nuestro interior y
espero que no la llevemos prendida con imperdibles. Ahora no le ha tocado al
primo, ni a nuestro padre hacer químio. La terapia la vamos a recibir todos los
habitantes de este mundo llamado tierra y a todos se nos va a caer el pelo, (simbólicamente).
Solo pido que no perdamos la memoria el primer día que pisemos la calle y nos
sentemos en una terraza a saborear una cerveza fresquita. También desearía, que
esa camiseta que puede que sea trasparente, se fije en nuestro interior, con
todos los valores por botones. El ser humano merece que pensemos más en nuestro allegado y menos en lo que sube y baja la bolsa, porque esos dividendos solo sirven para
que crezcan las arcas de unos y siga disminuyendo la calidad del pan nuestro de
cada día.
Nani.
Marzo 2020