Esta Noche Te cuento. Octubre, noviembre
Se
retira cabizbajo y se sienta en su vieja mecedora a la puerta del cortijo. Dice
casi en un susurro, que ya está viejo y que no sirve para nada. No sé cómo
convencerle de que sigue siendo nuestro norte. Cree que es una carga y así lo
manifiesta. Lo recuerdo siempre activo. Con ayuda de su navaja y un trozo de
olivo, tallaba una imagen, un marco, una cama de muñecas o un camión. En otras ocasiones
era la horquilla de un tirachinas, e incluso el mortero para los majados, la
maza, el rodillo o el cazo de las aceitunas. Entonces se sentía vivo, ya que
hacía las faenas del campo y en días de lluvia, era cuando sus manos se
convertían en arte. Aprovechaba la luz que entraba por la puerta entre abierta,
la del pajar o la candela. Siempre tenía algo entre sus dedos, mientras cantaba
un fandanguillo o una cantiña. Al mismo tiempo la madera se transformaba,
iluminaba y conducía nuestras vidas. Con la edad se está apagando y solo sonríe
cuando los pequeños le abrazan. ¡Maldita
pandemia, ─dice!, mientras le comentan
que es la luz que alumbra sus caminos; pero, ¡ya no los cree!
Nani.
Noviembre 2020