La
bisabuela Victoria se fue muy pequeña a hacer las Américas juntos a sus padres
y por lo visto fue muy prolija en todo, más que nada, en las costumbres
locales. En seguida su padre (el tatarabuelo), se hizo un hueco en el mundo de
los habanos y el tabaco. Para mostrar su buena posición, mandaba a la familia
fotos de sus hijas con encajes por doquier, haciendo alardes de la vida moderna
que allí se vivía. Más tarde, fue uno de sus hijos (el tío-abuelo), que no se
sentía bien en el cuerpo que le concedió la naturaleza (naturalidad no
aceptada, ni antes ni ahora) y con ayuda de su hermana (la bisa), se fue
abriendo paso en el ambiente que él buscaba. Cuando salía de casa, se colocaba
los vestidos de sus hermanas y alguna foto de las que mandaron, resulto ser el
tío Eduardo mostrando aquellos escarceos que tan feliz le hacía, haciéndose
pasar por su hermana gemela.
Después,
cuando sus padres supieron de todas las peripecias de sus hijos,
recogieron bártulos, encajes y lo
ahorrado y se volvieron de nuevo a sus lugares de origen, donde al tío-abuelo
no le quedó otra, que ser bailarina o cabaretera del Moulin Rouge parisino, donde
destacó; pero le faltó el cariño y comprensión de los que más le importaron.
Los
tatarabuelos, dijeron que la vida había sido muy injusta con ellos. El
tío-abuelo, dijo siempre que sus padres nunca le entendieron.
Nani.
Julio 2021