En
la antigua estación de tren abandonada y entre sus viejas vías, encontré un día
el lamento de una niña que se perdió entre el gentío que la SS iba apilando en
los vagones, para llevarlos al crematorio de Treblinka. Más tarde y cuando
volví en otra ocasión no solo escuché a la niña, sino el dolor de los padres y
el de tantas familias hechas añicos por unos fanáticos que hoy están
resurgiendo de esas mismas cenizas, como si no hubiera sido suficiente con lo que
ocurrió en aquellos terribles días. No saben por desgracia que siempre estarán
esas vías, esos edificios y ruinas o esa atmósfera que es la que recuerda el dolor de
una historia demasiado lamentable que puede volverse en contra de todo ser
viviente.
Nani. Marzo 2019
Imágenes obtenidas de la red