Siempre
me aconsejaron mis padres que tenía que respetar a mi chica, que debía quererla
apasionadamente y si alguna vez dejaba de desearla, debía ser sincero y
decírselo con toda honestidad.
Fui
un chico muy reposado, al que gustaba la lectura, las películas de héroes y
jugar al futbol. Ya en mi adolescencia, me preguntaba por qué no era como mis
compañeros que bebían los vientos por las chicas, hacían escapadas al bosque y
luego entre clase y clase, contaban sus aventuras. No me llamaba la atención
ninguna aventura, ni lo que todos y todas hacían.
Un
día estando tomando un refresco con mis padres, mientras charlábamos
animosamente, me preguntó papá por mi futuro y que era lo que tenía pensado
hacer. Le contesté que no estaba seguro y
que a veces me lo preguntaba, pero no encontraba la respuesta. Sabía que
debía optar por algo que me gustara realmente. Tener pareja no me preocupaba
por el momento.
Cuando
fui a la universidad, disfruté la carrera escogida y allí encontré quién me
apasionó.
Quedamos
una tarde y le dije que deseaba compartir su vida, él me contestó que me
deseaba desde el primer día que me vio.
Nani.
Marzo 2021