Fotografía de Francesca Woodman
Algunos
días a la hora de preparar el almuerzo siento un aire fresco (diría más bien
frío) y una voz en mi oído normalmente el derecho, que me pregunta que vamos a
comer. Yo ingenua de mí, me vuelvo hacía el lugar por el que noto algo fuera de
lo normal, pero no encuentro a nadie, aunque sí escucho la misma carcajada y su
habitual respuesta:
─
¿No te haces a que esté aquí esperando tu estofado, tu tortilla de patatas o el
puchero de la abuela? Ya sabes que lo que más me ha gustado en la vida es la
comida.
─
Dices bien, en la vida ─le respondo─, pero ya no la tienes ni perteneces a este
mundo y deberías dejarnos tranquilos. ¡Sabes que a mi pareja no le haces
ninguna gracia y siempre me creas conflictos! ¿Cuándo te vas a ir a descansar
en paz, como hacen todos los que ya no están en este mundo? ¿Qué interés tienes
en ejercer de fantasma, si ya esa profesión está desfasada? Os creó una
identidad y os dio actualidad Dickens, Allan Poe o Shakespeare, pero ya tampoco
están y por lo tanto deberías estar descansando, como ellos lo están hace tiempo. Estás pasado de moda amigo y si crees que me vas a asustar, sabes que
te he dicho en varias ocasiones que ni me impresionas ni me intimidas, además
te digo que si quieres comer sabes cual es mi lema: El que no trabaja no come.
Y tú solo bienes cuando te llega el tufillo culinario y se te antoja, ni
siquiera has sido capaz de arreglar tu aspecto. No aportas nada a esta familia
y para colmo, comes o eso parece porque la comida desaparece y te vas, ni
siquiera te esperas al café que es cuando una familia intercambia opiniones y
se consolida una amistad o se llega a un acuerdo, sigues como siempre haciendo
tu santa voluntad y ya estoy hasta las narices de fantasma o lo que quiera que
seas, de tus ruiditos y de tus llamadas de atención, ni siquiera te sirvieron
mis rezos cuando deseaba y pedía por tu descanso eterno. Por lo menos podías
limpiar el polvo en lugar de ir dejando todas esas telarañas y harapos que vas soltando
por donde pasas. Lo dicho, ya es la última vez que vienes a importunar. O te
vas a descansar de una vez por todas o invocaré a la abuela y verás como ella
te pone en tu sitio. Nunca hiciste caso a nadie, solo ella te impresionaba y no
me queda otra que llamarla y que te lleve como hacía siempre, de una oreja. Eso
decías que te dolía en tu ego y físicamente, así que ya lo puedes ir pensando.
Nani, mayo 2025