¿Y me preguntas que aromas son los que me traen recuerdos y cuales son esos recuerdos que acompañan mis aromas?
Siempre que intento asociar ambas cosas me veo pequeña, muy pequeña y volviendo del colegio. Para entrar a casa podía hacerlo por dos sitios distintos, la puerta izquierda y la puerta derecha. La primera era la entrada del negocio de mi padre y la segunda el negocio de mi tío, pero ambas puertas daban entrada a la misma vivienda donde las dos familias compartíamos nuestras existencias, alegrías, penurias y el día a día; aunque lo que intentaba describir son esos aromas asociados a recuerdos y esos los percibía cuando entraba a casa. Si lo hacía por el negocio de mi tío, olía a engrudo, cuero y badana, cera, goma de ruedas viejas de coches y a cola. Allí encontraba al bonachón de mi tío, cosiendo zapatos, cortando albarcas para el trabajo de los campesinos, o pasando el cerote de manera concienzuda a los cabos de cáñamo hasta dejarlos finos, afilados y suaves para poder pasar por los agujeros que con la lerna hacía y así coser y unir el molde diseñado en el cuero y cortado con la cuchilla a la suela del zapato. Allí podía pasarme horas enteras mirándole. Era la paz y la ternura, sin prisas y sin que apenas se notara el transcurso de las horas, sin embarbo sucedía todo lo contrario si entraba por la puerta izquierda y negocio de mis padres. Había ruido y bullicio y lo primero que se percibía por los sentidos olfativos era el olor a cocido, potaje, calamares fritos, aceitunas, vino, vinagre y un sin fin de aromas entre mezclados y envueltos en ese alboroto de voces, tintinear del cristal de las botellas y los vasos, los platos entrechocar al recogerlos o al ir al fregadero de la cocina, donde mi madre y la persona que le ayudaba, se afanaban en freír pescado y arreglarlo al mismo tiempo, hacer el cocido o el potaje para que comiéramos con tiempo de volver al cole de nuevo y hacer un sin fin de trabajos que derramaban olores diversos, sabores distintos y texturas muy diferentes para que mi padre sirviera a la numerosa clientela.
Nani. Agosto 2011.