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Suena
el teléfono.
-¿Sí,
dígame?
-Buenos
días señora. Soy Cristina Cienfuegos, agente de Agua Cruda. Estamos por su zona
y queremos hacerles entrega gratis de 20 litros de agua de nuestra marca,
porque ¿ustedes beben agua de botella,
no?
-No
señora, aquí se bebe agua del grifo. Además soy la chica de la limpieza y no
puedo darle datos de esta casa, ni estoy autorizada para hablar de los señores.
-Ah
bueno, pues entonces perdone. Buenos días.
Cuelgo
con cierto mal humor. No hay manera. Cada vez que descuelgo el auricular y, o
te quieren vender un seguro, por narices quieren que les digas en qué compañía tienes
tus pólizas y en qué banco. Qué compañía telefónica te sirve las megas de las
napias, la fibra, las series, películas, etc. Y si les digo que no quiero nada
de esos servicios, que quiero seguir descolgando mi antiguo auricular negro, el
de toda la vida, me dan a entender qué estoy anticuada, que así no se puede vivir,
qué…, y ¡lo bien que estoy sin el twiter ese de las napias dónde todo el mundo
se pelea por todo, el Instagram de los bombones donde todo quisqui sabe si has
estornudado hace un rato o te has tirado un pedo, porque dicen que hasta las
fotos huelen y el cara libro que te dan a leer lo que les interesa y no busques un libro, ya hasta en la sopa libros relacionados y ni se te ocurra
buscas un cotilleo por simple curiosidad esporádica (¡oiga usted, que una es humana!); pues te salen todos los
cotillas de la tele esa de los grandes hermanos, etc.! En fin, que he optado por
ser la chica de la limpieza, la nany que cuida de los peques y de los grandes,
la cocinera que viene a hacer la comida de la semana y me quedo tan pancha,
porque ni miento, ni meto trolas, “ni na de na”, ya que quito el polvo, lavo la
ropa y los platos, plancho, cocino y cuido de todo lo que concierne a esta
casa. Lo malo va a ser cuando se me agoten todas esas profesiones que nos
adjudican a ciertas personas que no cobramos un euro y lo hacemos todo. Bueno,
si alguna vez miento, más lo hace esa voz del otro lado que ofrece el oro y el
moro y al final, ni funciona esa fibra como dijeron, ni el paquete de fútbol o
series es lo que te aseguraron, ni luego viene la factura con el total que te
ofrecieron, sino otra cifra que va incrementado cada mes y, ¿cómo hacer para
reclamar? ¡Ellos si pueden grabarte todo lo que dices faltaría más! pero, ¿a ti quién te garantiza
que te van a dar lo que han ofrecido? Si pido un contrato por escrito, no lo
pueden hacer, pero si atiborran mi correo de promociones y todo lo que se les
antoja, pero mandar el contrato no y por supuesto, en el papel de toda la vida y que venga a mi buzón ¡ese que está colgado
en la puerta de la entrada de casa, ¡eso ni soñarlo hay que reciclar el papel! Pero
¡si mi buzón está lleno de papel y de folletos de supermercados! ¿Quién recicla
y ahorra? ¡Mentiras y más mentiras, así que si digo que soy la señora de la
limpieza lo soy y santas pascuas, no miento ni tanto así! Y he estado a un
milímetro de decirle que a este paso nos venderán aire embotellado. Me he
retenido por no dar ideas que me las cogen todas ¡hasta los vecinos de al lado!
¡Como si no tuviera suficiente con mi asma perenne desde la infancia y no
supiera lo que es oxígeno embotellado! La gente vende de todo, no me extrañaría
que un día llamaran diciendo que me ofrecen mi sombra, que la tengo perdida y
la podré recuperar. Tampoco quiero dar ideas, pero ¿no sería que se apropiaran
hasta de nuestra sombra y luego quisieran venderla? o ¿Será que tienen tan
mala sombra que nos la quieren encasquetar para que la aguantemos los ciudadanos
de turno que somos los que nos comemos todos los marrones que al del ego (resulta más fino que decir ombligo) prominente se le
antoja?
¡Qué
mira, que ya estoy hasta el moño de tanto hijo de su madre, de tanta cara de
hormigón y de tanto aprovechado! ¡Aquí el que no corre, dicen que vuela y que
digo yo, que prefiero morirme sin saber de modernismos que me quitan la
humanidad y mi libertad! Morirme de aburrimiento por no estar en la redes,
dicen; con lo bien que me lo paso mirando a los niños jugar en el parque o, como
mi vecina le grita a su perro para que no se mee en el neumático del coche o, hablar del tiempo con el panadero, el carnicero o con el butanero! Qué soy de
las que siguen yendo a la biblioteca a buscar un libro, sentarme en el parque a
leer, tomarme un vinito el día que encarta en la terraza del kiosko y al que le
duela, que se compre una aspirina o un paracetamol que creo es menos dañino.
¡He dicho!
Nani.
Febrero 2019