miércoles, 6 de marzo de 2019

LO ESTABLECIDO





Estoy en esa edad de hacer balance y no merece engañarse, sorprender, ni sorprenderme.
He hecho muchas cosas en mi vida y otras no las he hecho y son las que lamento. Esas me arañan el alma, yo que tan seguro estaba y que creía que todo lo hacía casi perfecto. Creo que mi trabajo lo hice bien, he tenido muy buenos amigos que por cierto, ya van quedado pocos y el resto vamos preparando el petate.
Fui un chico feliz, vivaracho y alegre. Jugaba como un loco con los amigos pero lo que más me gustaba era salir con padre y mis hermanos al campo, aunque Jaime prefería quedarse en casa con madre y mis hermanas. A él le gustaba estar con ellas, compartir tareas y tanto padre como yo llegamos alguna vez a ofenderle, al  decir que esas eran cosas de chicas. Hoy lo lamento porque se entristeció mucho. Al pasar la  adolescencia se fue de casa, no supimos comprenderlo. Tuvo una pareja y nos dijeron que fue muy feliz, pero cuando quise entender algo, se había marchado para siempre. A las chicas y a madre tampoco las entendí. Padre siempre decía que ellas debían estar en casa, que así había sido siempre y así lo hice con mi querida Julia. La quise como a nadie y fuimos muy felices, o eso creí. Tuvimos dos varones y una chica. Estoy contento de que salieran buenos niños, pero me entristece reconocer que seguí los pasos de padre. En casa las mujeres trajinaban y mi Julia con su cariño y paciencia siempre les enseñó el valor del respeto y del buen hacer pero conforme la chica crecía, se me iba revelando y diciendo que no era la vida como yo la daba por hecho. ¡Podía volver a casa a  la hora que me venía en gana, (es bien sabido que la mayoría de las veces era por el trabajo), pero si encartaba una cerveza o una salida con los compañeros, no la cuestionaba; eran cosas de hombres!
Así fue pasando el tiempo y un día al llegar a casa me di de bruces con una jovencita de 16 años que le decía a su madre que no debía permitir por más tiempo que su padre la ignorara. Que diera por hecho que su obligación era estar en casa criando niños, limpiando zapatos, planchado camisas y sirviendo al señor. Me dolió esa afirmación porque brotaba con rabia de la boca de mi chica y mientras, mi Julia callaba y se tragaba las lágrimas que acabaron por inundarle el rostro. La vida continuó y yo seguí haciendo las cosas que acostumbraba. A veces llevaba a Julia a cenar, salíamos con los amigos pero ella cada día estaba más triste y poco a poco, dijo que no estaba a gusto con las reuniones y que me fuera yo. Nunca me cuestioné que eran mis amigos y no los de ella. Nunca me planteé que le imponía las amistades. Las suyas las fue perdiendo con el transcurso del tiempo, sus quehaceres y a veces, hasta mis prejuicios. Ella seguía  con su vida. ¿Su triste vida? Así lo veo ahora, pero entonces todo era normal para mí. Los chicos crecieron, terminaron sus estudios, se fueron a vivir al extranjero. La chica también estudió, conoció a un buen chico con el que se casó y pasados dos años tuvieron mellizos. ¡Fue tan distinto tanto el embarazo de mi hija como luego la sensación de ser abuelo! El miedo y la preocupación que sentí por mi niña, no la tuve con su madre. Mi Julia era una mujer valiente y todo estaba dado por bueno y fue entonces, cuando me plantee que esos temores también los debí tener por esa mujer que me dejaba en casa y que simulaba ser valiente, que se tragaba las lágrimas cuando me necesitaba, cuando tenía miedo, cuando se sentía sola y sobre todo, cuando día tras día crio a esos hijos casi sola. Hoy sé que todo era así por norma y que si pensabas otra cosa, salían a relucir los prejuicios y la certeza de mantener la compostura del cabeza de familia; era lo acertado, o del macho, por así decirlo. Era lo que vimos, lo que nos enseñaron y no podías plantearte otra cosa y si lo hacías, podías quedar como un calzonazos y entonces me tapaba los ojos y los oídos. Ni me planteaba compartir las tareas, la educación y hasta los temores; los de ella y los míos que también los hubo. A veces se colaba esta certeza en mi alma porque idiota no soy, pero era más cómodo seguir los cánones establecidos, continuar las rutinas y dejar pasar el tiempo. Así todo fue transcurriendo hasta que nacieron esas dos criaturas que para más inri, fueron nenas y la causa por la que me di cuenta de lo que había perdido y, lo que hice perder a mi dulce Julia. Tuve que ver a mi hija sufrir por un mal embarazo para comprender que a ella le paso otro tanto y por tres veces; sola, con miedo y con mucho trabajo porque eran tres criaturas de las que se hizo cargo. Tuvo que parir mi hija para que me diera cuenta que los puntos de una cesárea duelen, que las noches se pasan en blanco y se deben compartir y tuve que tener en brazos a esas dos niñas para saber que los hijos son de dos, la casa es de dos y que cuando van creciendo, la educación es de dos y por esa misma razón, cuando por entonces aquellos amigos me dijeron que me estaba amariconando les dije ¡tarde ya!, que se callaban o les partía la cara, porque si me avergüenzo de algo, es de haber sido un egoísta y no haber dado mi hombro a esa mujer que me lo dio todo porque así lo quiso, aunque no supe corresponder como un hombre que piensa, siente y es leal a sí mismo.

Nani. Marzo 2019
#hombresyalgunasmujeres.

lunes, 4 de marzo de 2019

LLEGAR MÁS ALLÁ



Esas alas de plástico servían para volar hasta el infinito. Cuando las miraba su imaginación se ponía en marcha y poco a poco, podía sobrevolar la Ciudad de la Luz y posarse en la Torre Eiffel, correr la maratón en la avenida de los Campos Elíseos y llegar a recoger la flor que su chica le entregaba en la meta para más tarde, cogerla de la mano e ir a tomar un helado de chocolate y menta. Otros días no había tanta fortuna y cuando el Giraldillo de la mesa le guiñaba un ojo, este le devolvía a su silla y a su minusvalía.


ALAS DE ÁNGEL

Esas alas de plástico servían para volar hacia arriba o abajo, izquierda o derecha y gracias al lazo que le ponía mami, conseguía ser el Arcángel Miguel, salvar a todos los niños del diablo y volver a casa como un  héroe de cómic. De mayor le hubiera gustado tenerlas en su cuarto, cuando esos indeseables la cogieron  y la llevaron al parque en donde perdió hasta la razón.

Nani. Febrero 2019

sábado, 2 de marzo de 2019

TODA UNA VIDA




Viernes creativos: Escribe una historia, propone.

Ya he terminado. Solo queda la televisión que la recogeré cuando arranque la furgoneta con mis escasos enseres, y el traje que me sirvió para casarme con la Juani. Lo colgaré donde pueda para que no se arrugue. Tendré que llamar a mi chica. Ella creé que sigo trabajando. No he querido que supiera que desde hace dos años no consigo un mísero euro. La llamo a Melbournea todas las semanas. Utilizo el servicio de llamadas de WhatsApp que he procurado tenerlo activo aunque no haya tenido algunos días para la cena, pero no quiero que se preocupe por mí. Hago como que no tengo buena cobertura para  que me llame ella y así duren más mis megas. Ella cree que todo va bien y pronto dice que vendrán a visitarme, entonces no tendría más remedio. Traerá a  su esposo y a su hijo. Son muy morenitos y muy distintos a nosotros, pero en las fotos que me mandan veo que tienen los ojos cargados de vida y eso es muy importante para ser buena gente. Al principio no lo asimilé bien, soy de pueblo y aunque vine a la ciudad a trabajar, hay cosas que cuestan cuando no se está acostumbrado a verlas, pero con el tiempo he comprobado que la gente buena no necesita tener color, sino brillo en la mirada y mantener con respeto la tuya. Sin embargo los patrones escondían la vista cuando les pedía lo que me correspondía y al final, me despidieron sin dar la cara. No he conseguido las prestaciones necesarias y hoy  ya no ha habido más plazos y me han desahuciado. No sé a dónde iré. Servicios sociales dicen que me han buscado un lugar por un tiempo, pero después igual termino en un cartón durmiendo con una manta, en cualquier banco del parque o en un portal. Hoy me pregunto de qué sirvió salir en manifestaciones para pedir los derechos de los trabajadores y tantos esfuerzos y horas en los sindicatos luchando por otros, para que los sueldos fueran  los que correspondían a los trabajos prestados. Que tuvieras un futuro. Que no pasara lo que al final a mí me pasó. Mi seguridad social no fue pagada y así me veo hoy. No he podido tener voz porque he sido un humilde barrendero que me he pasado la vida recogiendo miserias, tristezas de otros y hasta las lágrimas de los que me han precedido. Hoy no sé dónde iré, pero si me queda la seguridad que trabajé como el primero a cambio de mentiras y sinrazón.

Nani. Marzo 2019

lunes, 25 de febrero de 2019

EL ABUELO Y SUS RECUERDOS



Recuerdo a madre cogiendo margaritas del campo, mientras su largo pelo y su vestido de batista, se mecían al viento. Recuerdo cuando nos llevaba a correr por la era, cuando limpia estaba. Entonces no había columpios, ni parques, ni aceras, solo charcos cuando llovía, polvo en la calle, desollones en las rodillas y leche migada al llegar la noche. Recuerdo cuando padre salía con veinte cabras y al regreso, olía a tomillo y jara. Recuerdo a mis hermanos con mocos a veces, pelo revuelto y ojos de abubilla. Recuerdo cuando la vida olía a sábanas lavadas a mano con jabón casero. Olían a limpias, estaban tersas después de la plancha. Aquellos aromas ya no llegan a mi olfato ya desgastado y los echo en falta. Los zagales llevaban piezas en los pantalones, y las zagalas heredaban los vestidos de las primas mayores, pero con la plancha de las abuelas quedaban tan lindas como si estrenaran. Luego volvíamos de jugar a las bolas o de buscar lagartijas los varones y a la comba las hembras, sucios de estar por los suelos, con espinillas, codos y rodillas desgarradas, los bajos de los vestidos arrancados y cansados, ávidos del aroma de las natillas, arroz con leche o sopa de ajo, espesa de pan y el agua fresca en la jarra. Después de lavarnos las manos y la cara en la zafa, comíamos con deleite lo que madre pusiera en el tazón, nos metía en la cama con una canción contando las hazañas de los bandidos de Sierra Morena, la de Los Cigarrones o la del Divino San Antonio, rezábamos a nuestro Ángel de la Guarda y hasta el otro día que había que recoger agua de la fuente antes de ir a la escuela y recibir allí algún tirón de orejas, leer lo que encartara y el maestro llevara, además de la Historia Sagrada, el rey visigodo Recadero I o su hermano Hermenegildo mártir, los santos que tocara y a buscar ranas, lagartijas, meter algún ratón en la cartera de  alguien y a vivir como en aquellos tiempos la vida nos daba a entender.
Hoy me encuentro aquí en el patio de casa. Todo el día solo y muy cansado. La chica trabaja todo el día en el supermercado, su marido tiene que ir a otra ciudad y vuelve cuando ya estoy en la cama y los nietos están todo el día en el colegio, en las extraescolares como hoy les llaman a las clases particulares y cuando vuelven, tienen ganas de besos del abuelo, pero no tienen tiempo y creo que a mí también se me está terminando el que la vida me concedió. Pronto me iré con la Paula y siendo sincero conmigo mismo, tengo ganas de descansar. Creo que la vida ya me está dando el plazo para la despedida.

Nani. Febrero 2019

viernes, 22 de febrero de 2019

BAÑO DE ESTRELLAS







María decidió darse un baño de estrellas. Habiendo luna menguante era el momento más aconsejable. Le contaron que era muy bueno para fortalecer el cabello y darle brillo. Para robustecer los órganos vitales así como la sabiduría que infunden los ancestros que habitan en el cosmos. Todo lo respetable y grandioso que los antepasados transmiten a los que se atreven a nadar entre polvo de estrellas. Sanar las rodillas que es donde se detienen las rabias y odios y ayudar a liberarlas tras esos deliciosos baños. Al corazón lo fortalece contra el dolor y lo inmuniza contra las serpientes que se arrastran con doble intención. Al resto de articulaciones las estabiliza y suaviza del peso que suele cargar el ser humano, por lo tanto si es  o no verdad, ese baño reconforta y como no perjudica, María no duda en darse baños, duchas o polvo de estrellas cuando encarta, la luna lo aconseja y el cuerpo está disponible, porque lo que no es normal, es desaprovechar los placeres que ofrece la vida a tan bajo coste y con tanto deleite.

Nani. Febrero 2019

lunes, 18 de febrero de 2019

TANTO POR CIENTO


Un poco pesaditos nos hemos puesto con Tomás y los Relatos en Cadena.

Los padres de Tomás insistían en recuperar al estúpido de su hijo por muy imbécil que fuera –decían-,  ¡es nuestro hijo! Con el tiempo cambiará. Es igual de simplón que fui yo y  lo mismo de cabeza loca que tú, nada preocupante. Al final hemos conseguido un hogar con niños normales dentro de la edad que tienen, nos queremos, somos felices unos días más y otros algo más o menos, nos divertimos, respetamos nuestras decisiones, nos alegramos cuando nos sentamos a la mesa y compartimos tanto comida como preocupaciones. Y en cuanto a estupidez, todos tenemos un tanto por ciento.

SABIDURÍA

Los padres de Tomás insistían en recuperar al estúpido de su hijo ya que no salía de una, cuando estaba metido de cabeza en otra. No hubo otra salida; por cada estropicio una sanción a cuenta de la paga semanal. Cuando su débito fue superior al importe de tres semanas, pidió limpiar la cochera a cambio de un sueldo, arreglar los rosales y sacar a Lucifer todas las tardes. Cuando se habituó a tener un sueldo extra, pidió trabajo los fines de semana en la cafetería de su tío. Barrió y fregó vasos, se hizo a los horarios y aprendió a ser sensato.

Nani. Febrero 2019

Y bueno, desde 2007  con este blog y hoy el Nº 602 post ó entradas.

viernes, 15 de febrero de 2019

SAN VALENTÍN




Cuando llegó a casa ya estaban todos acostados. Al encender la luz del recibidor encontró un bonito paquete envuelto en rojo con un gran lazo y una nota que decía: “Amor, te he esperado creyendo que podríamos celebrar el día de los enamorados, aunque hubiera sido con una cena, que por cierto he dejado en el frigorífico por si te apetece picar algo. Espero que mi regalo te guste”.
Fran se rasca la cabeza. Ha estado tan ocupado en el congreso de los diputados que ni se ha acordado de lo que se celebraba en el día que estaba terminando. Allí entre debates y apuntes, no queda tiempo nada más que para ver como discuten los que deberían organizar un país y por más que su profesión le guste, a veces se frustra. Decide salir de nuevo y llegar a la estación de gasolina de la salida, allí suele haber regalos para estos días y puede que encuentre una orquídea o un suculento surtido de bombones; para cuando ella despierte lo tenga cerca.
Sale de nuevo sin hacer ruido, se mete en el coche y hace lo pensado. En la estación solo quedan unos ramos un poco mustios, dos orquídeas y los bombones están agotados, así que recoge la orquídea que hay más bonita, vuelve al coche y regresa a casa. Recoge de nuevo su regalo, se acerca a la cocina a tomar un vaso de leche caliente que es lo único que le apetece, y mientras esta da vueltas en el microondas, abre su regalo. Allí encuentra las gafas de sol que tantas ganas tenía de obtener y que por falta de tiempo, no conseguía ir a comprar. Mientras saborea la leche con cacao que tanto le gusta, piensa en Eva: “¡Ella siempre sabe que necesito y que me hace ilusión!”. Se siente culpable de saberla sola criando a los dos hijos y solucionando las tareas que a él le correspondería compartir. Ya lo han hablado muchas veces y ella le comprende, pero a él la culpabilidad y la idea de estar perdiendo a sus hijos mientras crecen, no le tranquiliza.  Con resignación deja la taza con agua en el fregadero y se encamina a las escaleras, se siente agotado y lo único que le apetece es besar a sus hijos y acostarse al lado del amor de su vida.
Mientras sube distraído la gran escalinata de caracol y peldaños de mármol blanco, algo percibe y al mismo tiempo le sobresalta. Mira a derecha y a izquierda y no ve nada. Se detiene, enciende la linterna del móvil y enfoca hacía abajo primero y después hacía la parte alta de la escalera. No observa nada y continúa subiendo ya con un poco de preocupación. Al llegar al rellano del primer piso, enciende la luz, guarda el móvil en el bolsillo y se encamina a la habitación de sus hijos. María duerme con su carita de ángel y Fran en la cama de al lado que le sonríe entre sueños. Los besa y sale al pasillo. Allí en una esquina hay algo extraño y que puede ser el motivo del ajetreo que ha percibido. Al pie de su habitación y en una alfombra, hay un perrito que se agita. No sabía que Marta hubiera adquirido el perrito que tanto deseaba. Se ve que se ha hecho un auto regalo, ese que ella y los críos tanto deseaban. Pero no, no es ese el motivo de su inquietud, lo que escuchó era otra cosa. Empuja la puerta del su habitación y allí está ella con el pijama de las grandes ocasiones, sobre la cama esperando. Le mira sin expresión, está pálida y por la ventana abierta, entra un frío mortal.

Nani. Febrero 2019