De
pequeña rompí el búcaro al que mamá tenía tanta estima. Al asustarme, me obstiné
en recoger los trozos de cristal pintados y meterlos en una caja. Cuando llegara
mi hermano le pediría que los pegara, así no lo notaría; pero con tan mala
fortuna que me corté y además de enterarse, hubo que ir a urgencias donde me
dieron tres puntos de sutura.
Allí
mamá percibió mi miedo al ver sangre y aguja y para quitar importancia dijo con
ironía: ¡Gracias al cielo que no tienes sangre azul y es roja como la de todo
buen hijo de vecino!
Entonces
pregunté: “¿Mamá, la sangre de esos chicos que vimos en la tele que venían en
pateras la tienen también roja?
─
Sí, ─dijo mamá.
─
¿Y la de los niños que hay en esas alambradas que pusieron?
─
Claro, todos los seres humanos tenemos la misma sangre, ─volvió a responder.
─
No entiendo entonces ese titular que hay ahí en esa pared.
Mamá
levantó la mirada y leyó en voz alta:
─
“El dolor del blanco no es más dolor. Aquí curamos al ser humano”.
Vi
lágrimas en sus ojos y supe que no era por mi herida.
Relato inspirado en la foto y frase de Arturo Maciel
Si el dolor no es blanco, no es “viral”
- Mozambique Marzo 2019 -
Relato inspirado en la foto y frase de Arturo Maciel
Si el dolor no es blanco, no es “viral”
- Mozambique Marzo 2019 -
Nani. Mayo 2019