Me queda un regusto
amargo en la boca después de saberte en casa. Decidiste salir al mundo y este te atrapó en
un principio, después te chupó hasta la última energía. Hoy vuelves derrotada,
hastiada, pero es que quisiste comerte todo como si no hubiera que dosificar.
La vida es larga para distribuir lo que nos corresponde y corta cuando se es
adolescente. Como decía tu abuela, tuve que dejarte tropezar. Hoy llegas herida
pero no rota del todo. Como si de un jarrón se tratara, entre todos te
compondremos y dónde encuentres costuras, hallarás cada día más experiencia, menos dolor y la sonrisa perdida
en aquella cuneta.
COMO CARDOS
Me queda un regusto
amargo en la boca como
cuando limpio alcachofas y sin darme cuenta me chupo un dedo.
La
existencia y una alcachofa son lo mismo. La compro frondosa y verde, más tarde
la limpio y a veces tiene insectos en su interior o está ennegrecida y para
colmo, amarga como las truelas. Esa es la vida que estamos teniendo. Demasiada
similitud con un cardo borriquero.