La
que consideré mi madre mientras me fabricaba, cantaba una coplilla que fue la
que me infundió casi todo y así fue surgiendo mi existencia y con ella, el personaje que me ha tocado representar
en las bambalinas y en la vida.
Primero
hizo una masa de papel maché y creó mi cuerpo. Me colocó una pierna y sopló,
después la otra y más soplos; los brazos y cabeza. Más tarde y con un retal a
lunares, me fabricó un vestido al que le colocó unos volantes con otro trozo,
pero con los colores invertidos. De papel charol me confeccionó los zapatos de
tacón en color negro que eran más elegantes, ─ decía. La peluca la realizó con
el resto de lana marrón oscuro con la que hizo un jersey para mi hermana
Mariquilla. Me colocó una peina de carey que le había servido a ella cuando era
niña, con un clavel rojo y comenzó a
darme vida. Me maquilló y cuando creyó que estaba en mi punto, volvió a soplar
tres veces seguidas y me dijo: “Ya puedes buscarte el sustento” y así sucedió.
Unos simpáticos titiriteros me adquirieron y me pusieron por nombre “Margarita”;
en ese momento me entró un pánico horrible, por si me iban a desojar como a las
flores del mismo nombre. Pero no, no sucedió nada de lo temido, sino que me
colocaron tras el ventanuco o retablo de un teatrillo de marionetas y con un lagarto,
interpretamos para los niños poemas de Lorca donde yo siempre termino cantando
la Tarara. Me encasillaron como es normal en este mundo, pero no me importa.
Enseñamos a los niños que hay personas que se preocupan de escribir poemas para
ellos, obras de teatro, canciones y todo lo que les pueda aportar sabiduría,
ejemplos y además, risas a montón. Soy feliz cuando escucho sus carcajadas, no
necesito más para alimentarme y seguir tras las cortinas de esta existencia de
papel, pinturas y letras por doquier. Soy la marioneta de las sonrisas, ─
dicen; me siento distinta porque no soy de trapo, ni de esponja, tengo el porte
del abedul de donde procedo y eso me hace sentir bien.
Nani.
Mayo 2019