Juanma
y Perico son mis dos hijos mayores. Últimamente estaban empeñados en fabricarse
un artilugio para ir a visitar a los
marcianos o marteños ─decían. Yo no les hacía demasiado caso, mientras los observaba
en el sótano de casa hacer sus juegos. Se buscaron corcho sintético para
hacerse una nave. Después me cogieron unos maceteros que tenía arrumbados y se
fabricaron una especie de escafandra. Con un vestido de faralaes que tenía
arrumbado en el armario de lo que dejo para “por si acaso”, se han fabricado
unos monos a juego. Dicen (bueno decían) que los lunares le iban que ni
pintados cuando lleguen a saludar a los marcianos, así no serán confundidos con
el color verde de sus pieles y como tampoco saben del aspecto de los marteños, pensaban
que así igual se distinguen y podrán ser identificarlos como terrícolas al
menos alegres (no sé si lo dirían por los lunares, por haber pertenecido a un
vestido de faralaes su vestimenta o si será porque así lo creen a pie
juntillas), lo cierto es que ellos han seguido en su empeño y poco a poco han
conseguido hacer de su juego un bonito atuendo, una nave y un juego que los
mantiene todo el tiempo libre que el colegio les permite (porque el colegio es
sagrado y no les perdono que algo los distraiga o los desvíe). Para muestra un
botón y aquí os dejo la foto que les hicimos cuando nos hicieron bajar al
sótano donde a mi marido y a mí, nos mostraron su invento terminado ─nos
dijeron.
Después nos subimos a terminar de preparar la cena y ellos quedaron en hacer lo mismo en el momento que desconectaran el motor y se cambiaran. Como tardaban, bajamos Pedro y yo un poco preocupados y no encontramos a nuestros
hijos, tampoco las ropas fabricadas, ni la nave o lo que fuera que fabricaron.
Sí había mucho humo a pesar de la ventana de par en par, un gran tizón en el
suelo como si algo lo hubiera achicharrado y un panel con luces intermitentes
que no supimos interpretar ni mi marido, ni yo. Tan preocupados estábamos, que
hemos llamado a la policía. Como vivimos en una localidad pequeña, el jefe de
la policía que además es de la pandilla, ha venido de inmediato y se ha quedado
tan a cuadros como nosotros estamos, o quizá más.
Perdón,
me llaman al teléfono.
─
¿Sí, pero me queréis decir, dónde estáis? ¿Qué os encontráis en el espacio? ¿Queréis
dejar de tomarme el pelo? ¿Qué no sabéis cuando volveréis? ¡Mirad, dejad de torear a vuestros padres,
os queremos aquí de inmediato, tenéis a todo el pueblo movilizado buscándoos y
vuestros hermanos no hacen nada más que llorar! ¿Creéis que nos merecemos esto?
¿Que no sabéis cuando volveréis y que además el combustible lo tenéis justo
para llegar al lugar que os habéis marcado? ¡Qué sepáis que cuando volváis estaréis
castigados un mes por lo menos. Ni habrá
juegos, ni gimnasio, ni partidos de fútbol, ni…!
─
¿Será posible? Se ha escuchado como una interferencia y la comunicación se ha cortado.
─
Han pasado cinco meses y nuestro hijos no han vuelto. Bueno, de vez en cuando
recibimos una videoconferencia y les vemos con unos seres verdes y otros muy, (bueno
de colores como si su piel fuera un arco iris). Nos dicen que están muy bien (y
aparentemente están bien, se les ven muy alegres. ¡Sus miradas desde luego son
las de mis hijos felices!), que no nos preocupemos y que están aprendiendo
mucho. Ah se me olvidaba. Insisten mucho en que las personas tenemos que ser de
distinta manera para que haya alegría y paz que es lo que verdaderamente
importa. Que ellos están aprendiendo para enseñarnos cuando vuelvan además de
otra cosas. Nos piden permiso para traer a algunos de sus amigos a casa.
Ya no sé qué pensar y lo único que
quiero es que vuelvan, me da igual que vengan con gente verde, de colores o
como sea, si al final en la diversidad está la verdad o al menos eso es lo que
me dicen y ya me lo creo eso y todo. Solo quiero abrazarles a ellos y a esos seres que tanto les están enseñando.
Y
hasta aquí, la crónica de hoy para mis amigos y los que no lo son tanto. La semana que viene, vuelvo a contaros algo
más, porque habrá más videoconferencias. Besos y cariños para todos.
Nani.
Noviembre 2019