lunes, 3 de febrero de 2020

PRIMOGÉNITA


Empezó  a llorar y después a reír. Todos esos impulsos eran nerviosos y mecánicos. El psicólogo dijo que ello se produce antes de que todo se haga añicos. Su progenitor veía natural que ella fuera la fuente de ingresos, era mujer y la primogénita. Ella lo que no veía normal, es que tuviera que ser la esposa de un anciano para así asumir, esa obligación impuesta.



MAMI ¿DE DÓNDE SALE EL LLANTO?

Empezó a llorar y le pidió a su madre que le quitara el alma si era de donde salía el llanto, que no quería seguir llorando. Mamá le contó que no siempre se llora por dolor, sino que a veces se derraman lágrimas de emoción, como cuando lo hace él al ver partir a E.T. El pequeño se la quedó mirando y le dijo: “Mami, enséñame a que no me duela tanto eso que sale del alma”.



PEQUEÑAS COSAS

Empezó a llorar al descubrir aquel colgante que creyó perdido. Todos los que allí estaban, la miraban sin dar crédito, se estaba derrumbando y eso no le estaba permitido a la jefa. Cuando fue consciente, les miró mientras se restregaba los ojos con el dorso de una mano y con la otra ofrecía un objeto: “Lo perdí hace mucho tiempo y hoy me lo ha entregado María la recepcionista. No tiene valor material. Creí que ya no lo vería más y era el mejor regalo que me hizo la persona que más quiero”.

Nani. Febrero 2020

viernes, 31 de enero de 2020

PRIMEROS BAILES



Recuerdo cuando pasaba los veranos en el pueblo y se organizaban los festivales. Me encantaba ir con los abuelos y participar de todo lo que allí ocurría. Las cucañas por la tarde, donde todos los niños disfrutábamos primero rompiendo con ojos tapados, aquellos botijos que nos dejaban al descubierto todo tipo de golosinas que por entonces había. Después disfrutábamos esas chucherías con un deleite distinto al que veo en los chicos de ahora y es que entonces no teníamos acceso a ellas, hoy es distinto. Aunque donde de verdad gozaba, era por las noches en los bailes que se organizaban en la era; limpia después de la recogida de la cebada o el trigo o bien, en la plaza del pueblo donde siempre escuché la misma banda, señores del pueblo que desde jóvenes habían aprendido a tocar el saxo, la bandurria, acordeón o la guitarra. Después se fueron sumando la batería y recuerdo con mucho cariñó, al tío Juan que era el encargado de la armónica. Precisamente, me enseñó a tocarla y a disfrutar de las notas musicales que nacían de mi garganta. Los niños en aquellos bailes, comenzábamos a tocar o más bien rozar a las niñas, en esos momentos nos estaba permitido, el resto del año todo eso no era posible, pero siempre con mucho respeto como me dijo la abuela la primera vez. Las guirnaldas de luces plomizas, el olor a churrasco y a mosto que algunos probábamos en los restos de los vasos, cuando nos mandaban llevarlos a la cocina. Esas faenas nos gustaban, porque algo rapiñábamos en las mesas donde esperaban los rosquillos fritos, los pestiños o las magdalenas de la tía Ase, que eran las mejores de todas las fiestas. Recuerdo aquel año que mientras bailaba con Patri, hubo un murmullo y todos salieron zumbando hacía el río. En ese momento se terminó el baile y descubrí al primer muerto (hoy hubiera dicho fallecido, pero en esa edad era un muerto de los que impresionan). Después supimos que el Manuel le dio con una piedra porque le reclamaba unas fanegas de trigo que le prestó y no le devolvió. El vino decían los viejos del lugar, juega muy malas pasadas. Yo aprendí aquel día, que no todo es válido en las fiestas y sobre todo, aprendí a disfrutarlas con ese respeto que me pidió la abuela.

#52RetosLiterup
Nani. Enero 2020

lunes, 27 de enero de 2020

AROMA



Estoy deseando llegar a casa para encontrar el calor de la familia, ya huelo su aroma. El avión se ha retrasado a causa de la niebla y se me hace muy pesado el tiempo que queda para ver la luz de su mirada. Encontrarle es algo que hace que me reboce el alma y una necesidad que tengo para seguir respirando.

Nani. Enero 2020

viernes, 24 de enero de 2020

ME LLAMARON VOYEUR





Fui dueño del hostal más popular de la ciudad. Me ha gustado mirar por el ojo de la cerradura, por los agujeros simulados en las paredes, bajo cuadros, adornos o donde se terciara. El sitio que más me gustaba era el que daba a la gran sala de visitas, donde se solían reunir varias personas al mismo tiempo, unas veces de distinto sexo y otras del mismo. Me gustaba verles hacer, fuera lo que fuese. A veces solo se reunían para hablar de cosas que apenas entendía, pero nada más ver sus gestos (no podía distinguir las conversaciones), me producía un gran placer. Mi madre siempre dijo de mí, que era un cotilla y que eso me acarrearía en algún momento un disgusto, pero yo que siempre fui bastante “echao pa’lante y arriesgado”, nunca me apabullaba por nada. Un día estando observando a una pandilla que parecían estuvieran haciendo una sesión de yoga avanzada y como nos los distinguía del todo bien, apoyé mi frente en la pared y al no recordar en ese momento que ese trozo era simulado con una fina capa de escayola que hacía de marco (una buena imitación a la madera) y que sostenía un lienzo del rostro de un bella mujer, que adornada por un lujoso collar de piedras preciosas (eran dichas piedras las que me permitían mirar), pues que con mi afán por ver mejor, los que estaban al otro lado se dieron cuenta de lo que ocurría y sin darme tiempo a reaccionar, solo supe que alguien me atizó un puñetazo y la nariz comenzó a sangrar, el lienzo se convirtió en una tela roja y el pronóstico de mamá se hizo realidad. Una denuncia, una multa y cierre del local. Me libré de estar entre rejas, porque no tenía antecedentes y desde entonces, sigo mirando pero a las aves del parque, las hormigas del camino y las gallinas de la granja, porque ahora tengo una granja y me dedico a ver si han puesto huevos, si les queda comida para reponerla al instante y limpiar el establo, donde tengo también un caballo que me lleva de paseo. Allí descubro lo bonito que es mirar la naturaleza. En el fondo estoy agradecido al percance ocurrido, ya no estoy estresado, vivo observando y no mirando y mi vida se ha convertido en algo que merece la pena. No hay nada mejor que dejar vivir, para que puedas ser tú mismo y nada más. Un buen escarmiento es la mejor medicina.

Nani. Enero 2020

miércoles, 22 de enero de 2020

EL MEJOR REGALO


Los zapatos vacíos se mostraban en el escaparate, junto al resto del muestrario. Eran diminutos pero impecables. Mis preferidos, los mocasines verdes. Siempre cuando pasábamos, me agarraba con fuerza para volverlos a pedir una y otra vez. Mamá consiguió otro camino para no tener que encontrarse con la escena día tras día. Una mañana de Reyes y para celebrar mi décimo cumpleaños, los tuve. Un regalo para dos acontecimientos decía la carta firmada por Melchor. Hoy todavía los guardo en el armario. Sé que le costó el sueldo a madre. Siempre me recordarán lo mucho que me amó.

Enero 2020

#52RetosLiterup




martes, 21 de enero de 2020

LA DOBLE EXISTENCIA


Los zapatos vacíos, las manos atadas y la boca amordazada. Esa fue la expresión que siempre le escuché. Poco antes de partir, me confesó que le obligaron a ser servidor y siempre consideró que en sus zapatos caminaba el otro, el que no tenía ni voz, ni voto. Mientras tanto, el verdadero siempre iba en un lugar escondido del corazón que solo dejaba salir, cuando se ponía la bata de cuadros y las zapatillas a juego que tuvo en casa y, que cuidaba tanto como el cariño que nos dio.

Nani. Enero 2020

domingo, 19 de enero de 2020

LLEGÓ EL CIRCO




Todos dijeron que había llegado el circo y que lo habían instalado a las afueras de la ciudad. Tanto mi pareja como yo, decidimos acercarnos para ver si nos seducía la idea y ver la actuación. Por las estructura, podíamos saber si se trataba de un circo con glamour o era uno de esos que ya están en declive, deteriorados, sucios y oliendo a pis de animal. Después del café de sobremesa, nos animamos a dar un paseo y pasar para ver que tal era el recinto circense. Cuando llegamos ya empezaba a ponerse el sol por detrás de la cúpula del circo. Se veía esplendido y la primera impresión fue excelente. Nos miramos y decidimos acercarnos. Ya en el lugar todo era movimiento. Los trabajadores apilaban cajones en los camiones. Otros estiraban cuerdas o toldos y en la explanada contigua, unos chicos se estrenaban y hacían malabares. Unos señores bajitos encima de una alfombra, hacían piruetas y se reían con ganas cuando adrede, le ponían zancadillas a uno de ellos que parecía no tener un buen día y que ellos con sus bromas, querían hacerle sonreír. Preguntamos a un encargado si podíamos pasar dentro y nos dio permiso. Allí se colocaban atrezos, pistas y arriba, los trapecios colgaban con destreza y agilidad. Tenía todo muy buen aspecto y decidimos ya que estábamos allí, retirar unas entradas para el día del estreno. Cuando nos disponíamos a salir a la calle, un señor ataviado con frac y sombrero de copa en la mano, nos saludó con una inclinación y nos invitó a pasar a su lugar de ensayo, donde nos dijo guardaba conejos, naipes, flores de papel y todo un arsenal propio de un mago. Me cogió de la mano y con mucha elegancia me hizo pasar, detrás nos seguía mi chico. Encima de una mesita había unas varitas mágicas y al frente, una puerta pintada en un  decorado. Me pidió que la empujara y entusiasmada lo hice. De pronto me encontré en un paraíso de color, con árboles frutales de todo tipo, pájaros de plumaje y cantos variopintos. Mariposas que parecían bailar al son de un vals y niños jugando al corro cantando canciones muy alegres. Vestían atuendos típicos de los años 20 del siglo pasado y cuando quise darme cuenta, empecé a sentirme mareada. Todo resultaba muy bonito pero a la vez extraño. Me volví para ver quién me acompañaba y me encontré sola. A mi espalda todo era tétrico y oscuro. Quise volverme pero no encontré la puerta por donde había pasado, ni al señor del frac y tampoco mi chico. Intenté gritar y algo me lo impedía, la voz no me respondía y cuando me estaba entrando un pánico aterrador, una señora ancianita salió de detrás de un ciruelo. Me dijo que no temiera nada que había sido escogida para una experiencia especial y que me iba a alegrar cuando todo terminara. Me cogió del brazo y me invitó a entrar a una cueva por la que pasamos agachándonos. Estaba iluminada con unas cuantas velas que parecían desprender un agradable perfumen. Nos acercamos a una mesa donde había una enorme tarta de chocolate y nos sentamos a degustarla. Después me dijo que no tuviera prisa que mi chico estaba entretenido haciendo juegos de manos y que ninguno íbamos a sufrir daño. La voz de la anciana era tan agradable que me dejé seducir y más tarde estábamos probándonos unos atuendos muy de épocas pasadas, terminando pareciendo una princesa  vikinga, con la cara pintada y espada de hierro que pesaba tanto que con una sola mano no podía cogerla. La anciana la tocó y al instante pareció que tuviera una pluma en la mano. Me colocó un anillo en mi dedo corazón y me dijo que con esta piedra que desprendía destellos azulados, estaría protegida de todo mal.  Me volvió a coger del brazo con el mismo respeto que lo hiciera cuando la descubrí y volvimos a desandar el camino anterior, atravesando de nuevo la puerta pintada en la pared y volviendo de nuevo a la pista central del circo. Allí estaba mi chico muerto de risa con el mago, el sombrero de copa colocado y cuando me descubrió abrió desmesuradamente los ojos y me preguntó si iba a enfrentarme a Viki el vikingo. Le dije que una encantadora ancianita me había convertido en una doncella del escudo y que de ahora en adelante, sobre todo con el poder del anillo que me había entregado, todo me sería más fácil, ya que cuando tuviera dificultades, mirara la piedra y recordara que con fuerzas y ganas, todo se puede solucionar.
Nos despedimos del simpático mago y por el camino le conté a Dani todo lo que me había pasado. Me contestó que tanto tiempo no había estado ausente y que todo parecía de cuento, si no fuera por el anillo y el atuendo que llevaba puesto. Cuando llegamos a casa me cambié de ropa, me lavé la cara y cenamos con la sensación de haber vivido un sueño.


Nani, Enero 2020