Plantó
coles pero crecieron cerebros. Notó que estaban resecos y los regó con varias
obras clásicas, mucha comprensión y una
poquita de paciencia, ya que no esperaba esos resultados. Cuando quiso darse
cuenta, tenía un científico, cuatro profesores, un cantante de rock fusión, una
bailarina clásica, un escritor que va para premio nobel de literatura, un tenor
y un director de orquesta. Ah, me olvidaba de un muy pequeñito cantaor de
flamenco, que quita el “sentido”.
Hace
unos meses volvió a repetir la operación, pero como la ambición rompe el saco y
se le olvidó preparar la tierra con un buen arado y el abono correspondiente;
llegaron los estorninos que todo se lo comen y terminaron con las semillas.
Solo quedó una. Parece que está creciendo algo así como una mata de tristes
coliflores, así que ha aprendido la lección y ha asumido que debe seguir siendo un humilde labrador y que
a veces suena la flauta por casualidad.
Además en el fondo sabe que el trabajo es salud y que el abono, removido de
tierra regado con paciencia, puede resultar la crecida de hortalizas, mucho
amor entre los suyos y si más tarde sale un ingeniero, será muy bien acogido y
ayudado para que se desarrolle en una familia saludable y respetuosa. Ahora ha
entendido del todo a su padre cuando le decía: “La paciencia es la madre de la
ciencia”.
Nani.
Octubre 2020