Esta
noche mientras dormía he soñado contigo. Venías volando en una moto de agua y
te acercabas a mí tan deprisa que temiendo el impacto, me he despertado. Me he levantado,
porque la impresión no me dejaba seguir en la cama, además, ¡faltaban unos
minutos para que tocara el despertador! Menudo susto y encima te reías de mí,
por el sobresalto que me he llevado, ¡qué gracioso!! ¿Sabes que te digo? Qué si
no te das de bruces conmigo y pongo mis manos para parar el impacto, te
hubieras roto las narices y eso hubiera pasado, tanto si era un sueño como si
no lo era. ¡Qué siempre estás muy seguro de ti mismo, hasta en mis sueños te
metes y no te lo consiento un minuto más! ¿Sabes que te digo? ¡Qué te vayas con
viento fresco, a freír monas que dicen que son baratas! ¡No sé por qué motivo
te tienes que introducir en mis sueños, necesito descansar! ¿No estás contento,
ni es suficiente dar la murga todo el día y erre que erre con la misma
cantinela? ¿También en la noche? No puedo seguir así y te prometo que te saco
de mi cabeza, no sé cómo pero lo haré, como que me llamo Ludovica de Puerto
Llano, provincia de aquí mismo. ¡Ya estoy cansada de tenerte hasta en la sopa,
eres como la mosca cojonera de la tele y si no acabas enterándote, ya haré lo
posible para que así sea, aunque te tenga que poner algo en el brebaje que
bebes y que te haga salir pitando cada vez que me relaciones con el! Dicen que
los sueños recurrentes hay que enfrentarlos y solucionarlos. ¡Pues hijo, yo ya
no sé cómo enfrentarme a ti y cómo mandarte a freír espárragos y no quiero
gastar más pasta en ese psicólogo que me recomendaron! ¡Puñeta, ahora que caigo,
el que se aparece en mi sueño es el
mata sanos, esto es el cuento de nunca acabar, casi prefiero el cuento del “gallo
pelao”!
Nani.
Octubre 2020