Este
año son ya muchas las cosas que estoy echando de menos. No veo a mi familia, a
mis amigos, ni casi a mis vecinos y ahora todos los medios hablan de carnaval. De disfraces, de máscaras,
antifaces, ropas vistosas y coloridas y sin apenas pensarlo, me encuentro
delante del armario donde guardo todos los disfraces que nos sirvieron a la
familia, a mis hijos y rebusco con ahínco.
He
sacado un traje de zíngara, con mucho color y mucho vuelo la falda. La blusa
es blanca y combina con un chaleco del
mismo tejido que la falda. Las botas que llevo puestas me pueden servir.
Necesito pelo largo y busco en el altillo que es donde están guardadas las
pelucas, en una caja de plástico de esas grandes de todo a cien. Saco una de
pelo negro largo con bucles. Lo deberé acompañar con una diadema de esas que
van a la frente, con monedas ruidosas y muy brillantes, ¡recuerdo que había
una! Pulseras ruidosas también con monedas y colgantes varios.
Comienzo
por maquillarme, (me acentúo los ojos, los exagero). Me coloco unas largas pestañas,
las cejas las resalto también y los labios los pinto rojo calmil muy
perfilados. Si salgo a la calle, deberé ponerme una mascarilla, pero la voy a
cubrir con un pañuelo muy colorido, que le puede ir muy bien con el traje
escogido. Estoy pensando que como me he maquillado tan detalladamente, me voy a
colocar un antifaz que recuerdo tenía, donde los ojos no se ocultan, sino que
los engrandece.
Termino
de arreglarme, busco la faltriquera y guardo
algo de dinero, unos pañuelos desechables por si los necesito y por supuesto,
las llaves de casa. Cojo un mantón de lana y me lo pongo, los días están siendo
fríos. Me doy el visto bueno en el espejo que tengo en la pared del dormitorio,
donde me puedo observar de pies a cabeza. Me veo aceptable, así que voy a ver
si me doy un paseo al aire libre. No pienso en que ya sobrepaso la hora del
toque de queda y que no debería salir sola, no es aconsejable, pero ya después de
tantos días de confinamiento sí, confinamiento también, creo que se me ha ido
un poco la pinza. Solo pienso en pasear y si creo que voy a pasar desapercibida,
¡lo llevo claro!
Salgo
a la avenida solitaria y húmeda. Voy feliz pensando que nadie me va a conocer y
paseo tranquila. De pronto creo que alguien me está siguiendo, pero no quiero
darme la vuelta. Cada vez noto los pasos más próximos a mí y como estoy cerca
de una nueva boca calle, apresuro el paso y me meto donde sé que a la vuelta,
hay un soportal dónde puedo pasar desapercibida entre las grandes columnas. Así
lo hago y aunque el corazón se me ha subido a la boca, intento acallarlo y ver
si pasa de largo la persona que me persigue. Resulta ser un chico que suele
andar por las plazas, poco recomendable, que seguro pretende sacarme lo que
llevo encima para comprar alguna papelina. Se detiene desconcertado y al
comprobar que he desaparecido de su visión, se vuelve por donde llegó y yo
espero. Pasado un tiempo prudente, sigo por la calle donde me he refugiado.
Tendré que dar una gran vuelta, pero lo prefiero antes de volver a tropezarme
con el yonqui, no es mal chico pero seguro que está con el mono y no es
recomendable tener un altercado con él. Ahora caigo en mi imprudente paseo y
reconozco que no debí hacer esto que en otro momento, no habría sido nada del
otro mundo e incluso me lo hubiera pasado bien con todos los demás disfrazados,
pero hoy no estoy nada más que yo en la calle, y para más inri, deberé pasar
por delante del cuartelillo, donde estará alguno de los guardias en la puerta.
Hoy se me va a caer la peluca, el pelo y hasta las pestañas.
Decido
seguir adelante y que sea lo que tenga que ser. Si he metido la pata, tendré
que apechugar con la multa que me caiga, pero para disparates, los que nos
proponen en el taller literario, y hoy creo que me he colado un poco, porque no
tenía mucha inspiración y he preferido irme un poco por la ramas y rellenar un
folio con un poco de locura, que de vez en cuando no está mal. En el mundo de
las letras, creo que todo está permitido, lo malo es que quienes nos leen, sean
capaces de llegar hasta el final.
Nani.
Febrero 2021