La
fotografía es de Stefania Mucci.
Sí,
confieso que soy culpable. Ya he declarado y han tomado nota de todo el suceso.
No ha sido fácil decidir y dar el primer paso. Me detenía pensar lo que podían opinar
mis allegados y los no tanto. Tengo un sentido del ridículo muy acusado y un pudor
superlativo. Por otro lado, verme señalada siempre me ha paralizado en demasía.
No me gusta ser el punto de mira. Por prudencia me ha gustado siempre pasar
desapercibida, pero esto que ha ocurrido, comprendo que se ha salido de madre
por parte de todos. Vuelvo a pedir disculpas a quienes puedan sentirse
afectados, aunque pensé que la prioridad mandaba y por ello, hoy me encuentro
señalada, asumo por supuesto mi culpabilidad. Tardaré en poder pagar los daños
ocasionados, pero pido algo de comprensión. Esos niños tenían hambre y en la
panadería acababan de salir las barras calentitas. He cortado unos buenos
trozos y metido un par de onzas de chocolate dentro (del que estaba destinado para
hacer tortas), antes de que se enfriaran y se han comido un bocata medio
derretido, que les ha hecho alcanzar tal placer, que casi todos han terminado
con los ojos vueltos, bocas manchadas y manos tan pringadas que ya llevan dos
horas chupando dedos.
Y
sí, aquí me han dicho que espere al jefe. Deseo que el café que nos tomaremos y
mis explicaciones, solucionen hasta donde sea posible todo lo ocasionado, pero
lo que no se puede permitir es tener una panadería y al lado, unos refugiados
muertos de hambre, porque cuando pica el hambre, antes o después se produce la
desbandada.
Nani, febrero 2024