Por la mañana haciendo la compra en el supermercado se ha encontrado con una compañera de colegio. Hacía siglos que no se veían, más o menos desde que estuvieron estudiando bachiller y le ha impresionado verla con sus patas de gallo, sus arruguitas en la comisura de los labios y una tristeza oculta en el fondo de las pupilas. Era alegre como unas castañuelas, carita redonda y preciosa, pelo lleno de luminosidad y una vitalidad increíble y observar tanto cambio así de repente la ha sacudido. Cuando se han despedido y mientras recogía la compra, pensaba que igual le habrá ocurrido a ella, que el paso del tiempo también le habrá dejado su huella, por lo tanto y en el momento que ha llegado a casa, lo primero que ha hecho y de una manera un tanto inconsciente, ha sido mirarse con atención en el espejo que tiene en el recibidor y ha pensado que la fuerza de la costumbre hace que no se vean esos cambios o no se quieran ver. “Nos hacemos amigos de esas patas de gallo y arrugas que nos salen – sigue pensando -, nos habituamos a esos progresivos cambios y nos sorprende verlos en los demás. Es curiosa la vida, la adaptamos a lo que queremos ver o percibir y así nos pasa con todo. Nos acomodamos – sigue pensando-, asimilamos lo que queremos asimilar, conscientemente o no y de alguna manera, nos engañamos creyendo que así sufrimos menos y la verdad y única realidad, es que nos ponemos una venda en los ojos y unos tapones en los oídos. Huimos de la realidad o nos dejamos llevar por las prisas, para no pensar que la valentía está en aceptarnos día a día y sabernos frágiles, vulnerables, no infalibles y seres normales que nos vamos haciendo mayores. Nos cubrimos con una capa de hormigón creyendo que así nos protegemos y la equivocación puede estar en esa misma protección que no nos deja ser seres humanos, amorosos, tiernos y con las manos abiertas para todo lo que se pueda dar y recoger…”
Sigue pensando mientras ordena la compra en el frigorífico, despensa y cuando lleva el detergente al lugar destinado a los utensilios de la lavadora, piensa que un objeto de estos gigantes debería inventarse para lavar los pensamientos erróneos que a veces se apoderan de las cabezas pensantes y hace infelices a muchas personas.
Nani. Marzo 2012