martes, 26 de marzo de 2019

OTRA BATALLITA



La tarde comenzaba a asomar. Yo caminaba por la viejas calles adoquinadas, las estrechas aceras cubiertas de sillas de enea y en ellas, las madres sentadas mientras vigilaban a sus pequeños que jugaban a las canicas, a los cromos o las chinas y entre tanto, alguno más mayorcito arrastraba un aro de hierro con un artilugio del mismo material, que lo empujaba hacía adelante y lo mantenía erguido, rodando de extremo a extremo de la calle, hasta que se le atravesaba un pequeño diablillo  saliendo como un loco de los ultramarinos, o de la taberna donde vivían y todo se iba al traste, a veces sin querer y las más, queriendo. El hijo del farmacéutico intentaba cruzar al otro extremo, con su bicicleta de último modelo y una cestita delante del manillar, para colocar los ungüentos y medicamentos que iba dejando en casa de los parroquianos y así iba pasando esa vida que yo, mientras me recreaba, dejaba retenida en mis globos oculares y después, en aquella Kodak que compré con miles de fatigas y que me hizo en cierta manera, conocido. Capté muchos momentos, muchas situaciones e incluso, momentos muy importantes de nuestra época. Unos tristes, otros muy alegres y sobre todo, muy significativos en aquellos días. Hoy, ya soy muy viejo para salir a la calle y volver a caminar como entonces. Ahora hay demasiados coches, no se escucha algarabía de chiquillería, ni a las madres gritando para que no se alejen o no hagan demasiado el burro, porque lo hacían o lo hicimos y la verdad, es que se disfrutaba siempre al aire libre y gamberreando a nuestro modo.
¡Cuando vengo a vuestras casas y os miro, me da la impresión que no sois lo felices que fuimos nosotros a pesar de no haber tenido nada. Una lata, un aro, una caja y cuatro chinas, eran nuestros juguetes y reíamos a carcajada limpia, aunque tú que me escuchas querido nieto, no te lo creas! ¡Pero igual me equivoco, verdad es que son otros tiempos y aquellos eran los míos y estos son los vuestros!

Nani. Marzo 2019

viernes, 22 de marzo de 2019

LIN, JUBILADA





Se creen que no les escucho. ¡Si supieran que he practicado con soltura todos los dialectos chinos, e incluso varios idiomas, se caían para atrás!! ¡No, no soy “La Dama de Shanghái” como están diciendo que me creo! ¿Se habrán mirado al espejo, ellos no envejecen? Siempre igual, ¡qué seguros se sienten! ¡Si supieran que fui la espía más reconocida de nuestro ejército durante la Revolución China del 1949! Verdad es que tuve que ejercer la prostitución porque es en la cama donde los hombres se sueltan mejor, creyendo que son los amantes perfectos. Verdad es que tuve que fingir los orgasmos más verosímiles, pero para mí fue como si hubiera ejercido de enfermera y hubiera puesto vacunas o antibióticos. Era mi trabajo. Usé en su día con la mayor gracia, el abanico, los vestidos de  seda cantoneses y la sombrilla, de manera tan seductora que les volvía locos (fui una afortunada porque me libre de los vendajes de pies), pero sabía imitar a la perfección la forma de caminar, esa que era el complemento y preludio a una noche loca en la cama. Allí hablaban y soltaban agobios, miedos o los detalles más guardados que en condiciones normales, no dirían a nadie; pero así se ganaron guerras, se encontraron misiles y se rescataron a los más débiles, incluyendo a nuestros militares prisioneros. Pero no, no voy a decirles nada, si me canso, me voy a otro lugar a tomar el sol y disfrutar de la jubilación que me gané gracias a toda esa experiencia que acumulé. También sé dónde estoy, qué edad tengo y como estar en el lugar que ocupo, por lo tanto no diré nada, ni siquiera me inmutaré. Lo mejor de todo es dejarles que sigan creyendo sus propios cuentos. ¡De todas maneras no les convencería, ni merece la pena!!

Nani. Marzo 2019

jueves, 21 de marzo de 2019

QUISIERA (Dos en una entrada. Muchas felicidades)



Las personas son poesía y hoy es su día. Os felicito con un enorme beso


Quisiera ir al fin del mundo
a llorar lo que no he llorado
a pasar los duelos que no he tenido
a leer dentro de mi alma,
lo que dejé de leer hace tanto.
Quisiera subir a la montaña más lejana
y vivir en soledad mi destierro.
Quisiera volver a vivir empezando de cero
con lo vivido y lo no vivido,
pero habiendo cerrado ciclos que no he sabido.
Quisiera ir pasando páginas con fracasos saldados
y abriendo otras con proyectos y experiencias
que le debo a la vida.
Quisiera vivir sin tener las entrañas oprimidas,
por no sé qué cosas que a veces ni son mías
pero que pesan en la espalda,
y hacen crecer la  fatiga (léase chepa).
Quisiera respirar profundo,
que los pulmones se llenen de aire limpio,
brisa fresca y vida verdadera.
Quisiera pisar mi tierra,
esa que solo yo percibo,
me calma y me llena,
esa que nadie sabe que existe
y que a mí me produce paz.
Esa que no se ve,
pero que está en mí.

Día de la poesía.

Nani. 21 marzo 2019


lunes, 18 de marzo de 2019

PECES VOLADORES


Tengo pensado hacer varios peces de colores con plastilina y dejarles en la pecera mágica de la abuela, porque en ella nunca morirán, aunque sí que a veces les salen alas y se marchan a vivir con las golondrinas. Pasó con casi todos los que tuvimos. Mamá cuando nos levantaba y mientras nos colocaba la ropa para ir a colegio, nos contaba que antes de acostarse  dejaba la ventana abierta, cuando notaba que tenían unas alas minúsculas que solían crecer en la madrugada. Por si acaso, antes de acostarme dejaré la ventana abierta, no quiero que se hagan daño si deciden volar.

Nani. Marzo 2019

viernes, 15 de marzo de 2019

TARDE DE BODA




Me estaba poniendo nerviosa, llevábamos esperando dos horas y todavía nos quedaban otras tantas. Por delante de nosotros había varias parejas. Los empleados celebraron las butacas diciendo que estaríamos cómodas, pero eran del año “catapún” y estaban, viejas, sucias y duras.
Ellos como siempre cuando se reúnen, encontraron una diversión. Aficionados a los juegos de mesa consiguieron una partida de ajedrez, que iban alternando. Eliminados los perdedores, jaleaban con el resto que miraban. Todos se divertían y lo pasaban pipa, ¡nada como un grupo de chicos con juegos de por medio!
No puede aguantar más y salí a la calle. Me fumé dos cigarrillos, me tomé un café y cuando de nuevo entré, seguían gritando como niños que se conocieran de toda la vida. Algunas chicas dormían por puro aburrimiento e incluso una que apartada estaba,  lloraba de desilusión e impotencia, ¡supongo!
Sin más y viendo el panorama que me esperaba para el resto de vida,  me arranqué el tocado, se lo entregué al que iba a ser mi esposo y  le dije que me iba para siempre. 
Al salir, noté como me daban las gracias los hijos que nunca tuvimos.

Nani. Marzo 2019

lunes, 11 de marzo de 2019

CON DELICADEZA


Un corazón de lana y acero comenzó a latir rítmicamente y la vida fluyó acompasada. Heredó de mamá la suavidad y la dulzura de la fibra. El brillo del acero como lo tuvo el abuelo. Aunque la humanidad estaba dentro de un ser único. Nació débil y muy pequeño, pero con poco que lo acariciaron y le abrillantaron el alma, se convirtió en un chico excelente, que se decantó por la ciencia. No tuvo sosiego, hasta que se convirtió en el mejor cirujano que trasplantaba corazones fuertes y suaves, como el que tuvo él.

Nani. Marzo 2019

viernes, 8 de marzo de 2019

PREGUNTAS SIN RESPUESTAS





La revista PAPENFUSS, me ha publicado este relato con motivo del día 8 de marzo. Podèis leerlo en la página nº 5 del pdf.


Ayuda a su madre y tías a preparar el servicio del té, ya que los visita un señor de la ciudad. Recibir en su humilde jaima alguien tan importante, pone nerviosos a sus padres y no entiende a qué se debe tanto alboroto. Sus hermanos se han lavado con el agua de la vasija que hay sobre el arcón y puesto las ropas limpias que mamá guarda en ese mismo cajón; ese que siempre está cubierto con un mantel que fue de la abuela. Se acuerda de ella y la echa de menos. Con ella jugaba a la puerta de la jaima al atardecer, le contaba historias  de los bandidos del desierto donde su abuelo fue un luchador valiente que les defendió, hasta que un día le pusieron una trampa y ya no volvió.
Madre ha pedido a su cuñada el vestido nuevo de su hija, para que se lo ponga ella cuando la llamen a presentarla a dicho señor. Al principio se lo toma como un juego, aunque le extraña tanto nervio y tanta parafernalia, pero por otro lado ve tan contentos a sus padres, que no le importa seguir ese juego aunque en el fondo la inquieta. Más tarde cuando es presentada y mira a los ojos a ese hombre viejo y arrugado siente miedo, la mira como si le perteneciera y le da más miedo aun.
Le dicen que se irá con él ya que será su nueva esposa. Que debe ser un motivo de orgullo para ella formar parte de una familia honorable y que además debe sentirse agradecida ya que a cambio; recibirán dos cabras, una alfombra nueva, un camastro y una radio a pilas donde su padre y sus hermanos podrán escuchar los partidos de futbol. Tendrán leche todos los días, podrán hacer queso y requesón y sus hermanos podrán llevar las cabras a pactar al oasis que hay cerca de casa. También puede que les dejen uno de los camellos viejos que han traído cargando la alfombra y los demás regalos; así podrán también cargar agua y la vida será más fácil para todos. Ellos se van haciendo viejos y sus hermanos pronto deberán buscar esposas y se irán. A ella no le faltará comida, ropa y sus hijos crecerán con fuerza.
La niña en un rincón piensa en lo sola que se quedará su muñeca de trapo si no la dejan que se la lleve. Lo triste que se sentirá cuando no vea a sus hermanos ni a sus padres y sobre todo, lo difícil que le resultará acostumbrarse a otra región, otras costumbres y a las cosas de  mayores que aún no entiende. Sabe que a las niñas de su entorno también se las llevaron y no volvieron nunca. No esperaba que a ella también se la llevaran tan pronto. No sabe si ese hombre hablará su mismo idioma, si podrá pedir agua y si podrá dormir en alguna esquina del harén que tenga ese señor. No deja de hacerse preguntas que nadie le va a responder y una lágrima de adulta, empieza a correr por su mejilla despojando a la niña que hasta hacía un rato había sido. La única certeza que tuvo, fue que algo se había roto en su interior, algo que ya nunca podría recomponer.

Nani Canovaca.