jueves, 11 de abril de 2019

PETUNIAS ROJAS





Estoy en un bosque que en un principio es verde y unos pasos más adelante, se llena de petunias tan espesas que todo lo tapa y se convierte en un inmenso mar rojo. En la naturaleza boscosa me sentía bien, pero esta alfombra me ahoga.  Me asusta estropear las flores al pisarlas, por eso necesito mis alas y salir volando de este espacio que cada vez se hace más extenso. Se agranda por los lados y sigue hacia arriba. No hay caminos ni puertas por donde salir, es como un gigantesco laberinto donde todo se cubre de esas horribles flores que me aprisionan. Ya tan solo puedo distinguir un trozo de cielo, por donde se asoma una nube juguetona, que me sonríe y me llama. Yo sé que las nubes ni sonríen, ni hablan, pero esta sí. Y quiero cogerla. Estiro mis brazos, la llamo y ella se carcajea, me guiña con un ojo de sapo. Lloro. ¡Quiero subir ─digo, ─quiero volver a casa, no puedo morir en este lugar rojizo!
No sé si estoy despierto. Sudo y creo que mi mujer me pregunta por qué grito y a qué alas me refiero.
¡Ella me abofetea y se lo agradezco!

Nani. Abril 2019



lunes, 8 de abril de 2019

TRADICIONES


El nombre de mi hermana es el que heredan todas las mujeres de la familia que en primer lugar nacen. Yo rompí con el hábito. Se lo prometí a mi santa el día que nos prometimos. Y tuvimos una hija, pero aunque nos desheredaran por nada se llamaría Camelia. Vivimos de dicha planta, tenemos una inmensa finca que explotamos y cosechamos; por eso todas las mujeres de la estirpe, están hastiadas de sentirse flor y el pan nuestro de cada día.


ALLÁ ARRIBA


El nombre de mi hermana es tan especial que cuando llega el día de su onomástica se celebra por todo lo alto. Subimos con nuestra cesta de picnic y pasamos todo el día en el santuario de nuestra señora, María de la Sierra.


Nani. Abril 2019

sábado, 6 de abril de 2019

PARAISO





No llores ni te inquietes mi niño. Ya se ve la luz del faro, ¿escuchas cómo se alegran de verla? No mi niño, no empujes todavía que falta un poco. Allí te cantaré tu nana, te hablaré de la familia, tendrás mis  brazos y la piedra de la suerte que nos dio tu abuela; la llevo aquí colgada ¿Te conté que vamos al paraíso? No mi niño, no empujes que no hemos llegado y la mar está negra y brava. No te muevas mi vida, ¡escúchame, soy tu mama!

lunes, 1 de abril de 2019

BOLA DE NIEVE



El último día de vacaciones subimos al refugio. Allí se quedaron las mochilas con nuestros objetos personales. Después de la avalancha y que fueran a rescatarnos, no hubo oportunidad de llevarnos nada.
Ahora recogemos nuestras ropas, objetos, libros y también, aquella discusión que quedó a medias y terminó por atraparle y rodar como una bola blanca. Es muy penoso el recuerdo, pero duele más la certeza del empujón que le dimos al contarle lo nuestro. Por eso y retomando aquel momento, te comento que todo se fue con él.

Nuestro tiempo

El último día de vacaciones cogimos las bicicletas y paseamos en silencio por la caleta. Nuestro adiós fue una despedida de ida y vuelta. Una promesa que nunca olvidamos y que hoy al cabo de toda una vida, retomamos. Tú traías una de  las medallas que ganaste, yo te entregué toda la esperanza que había acumulado. La caleta había cambiado, tú tenías arrugas  y experiencia, yo peinaba canas y parecía ajada, pero seguía con las mismas ilusiones de entonces. El poco tiempo que me quedaba, sería el nuestro.

Nani. Marzo 2019

sábado, 30 de marzo de 2019

LO QUE NO LLEGÓ AL NO-DO



Todo comenzó un día a comienzos del verano de 1936. Recién recibidas las vacaciones y cumplidos los 16 años, su padre que tenía muchos quehaceres y pensando que podía pasar unos días de verano en otro entorno, la mandó al norte de África donde vivía su hermana y tía de la chica; casada esta con un alto cargo en la ciudad del protectorado español. Allí escuchó a los pocos días en la emisora de radio que hasta ellos llegaba de la península, que había estallado una guerra civil quedando acongojada y preocupada por sus cuatros hermanos mayores y el pequeño que había llegado en segundas nupcias hacía bien poco, y sobre todo; le asustaba la suerte de su querido padre, un hombre con cierto prestigio en su ciudad y fuera de ella.
Sus tíos la tranquilizaron y comenzaron a transcurrir los días en aquella bonita ciudad multicultural. Pasaban los meses y no llegaban noticias de la península. Apenas, las que por la noche se podían escuchar algunos días en aquellas ondas andorranas.
Pasó un año, después otro y luego el tercero de la guerra civil y ella seguía sin noticias de la familia. Un día paseando por la calle, la saludó una chica y le preguntó si era la que ella creía. “El mundo es muy chico – le comentó -, soy de tu pueblo, pero… ¿cómo no llevas luto?” La chica que fue a pasar unos días a Marruecos y tuvo que quedarse durante la guerra civil, se quedó petrificada y le preguntó por el motivo de llevar o no luto. La forastera le dijo que si no sabía que a su padre lo habían fusilado en los primeros días de la guerra civil y que su hermano pequeño (no el bebé), había ido a vengar la muerte de su padre y murió de tuberculosis, en los tajos que rodeaban el pueblo.
Todo fue tan extremadamente trágico, que la forastera se ofreció a acompañarla a casa de sus tíos y allí se descubrió el pastel. Los tíos sabían de las dos tragedias pero no se habían atrevido a comunicarlo y ya no sabían cómo afrontar el problema.
Huérfana, maltratada y poco respetada no supo que hacer, no sabía a dónde ir y prosiguió en aquella casa en la que ya no se sentía sobrina, ni la prima, ni nada, sino más bien y sobre todo, después del nuevo horror vivido entre tanto; una criada como la Fátima de turno.
Sí, la prima jugando con su novio (casi niños los dos) militar él  y limpiando el arma, creyendo no tenía balas la pistola, está se le disparó y atravesó a la joven novia que murió después de una larga agonía de tres días.
Su tía se trastornó y la culpaba a ella. Le decía que podía haber sido ella la que debió fallecer, ya que no tenía a nadie.
A pesar de todo, la chica siguió más de una década en aquella ciudad marroquí. Conoció algún chico, militares que iban y venían, pero ninguno la enamoró. Después de tanto tiempo, decidió ir a ver a sus hermanos que ya habían rehecho sus vidas y estaban repartidos por toda España. Allí tampoco encajaba y se volvió a su pueblo a hacerse cargo de su pequeña herencia. Un problema de nuevo que afrontar y aunque reclamaba lo suyo, ya volvía muy tarde según quienes y tuvo que enfrentarse de nuevo con la incomprensión y el dolor, pero a pesar de todo rehízo su vida y siguió adelante, trabajando con responsabilidad y mucha fe.
Siempre que escuchaba algún señor toser o carraspear, creía que al volver la mirada hacía donde procedía, iba a encontrar con vida a su padre. Ella no le vio en sus últimos momentos y aunque le dijeron que estaba en la fosa común, la esperanza y la duda, siempre perduró.
Por eso nunca vivió del todo. Por eso no encajó del todo. Por eso la familia que tuvo, tampoco la entendió del todo. Y por eso, enfermó tan joven y se fue en busca de aquel padre que adoraba. Necesitada de certezas, que la vida no le había proporcionado.

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Nani. Marzo 2019

viernes, 29 de marzo de 2019

¿QUIÉN LLAMA?





Me ha parecido que llaman y me asomo a ver quién necesita de mi o de mi hogar. Al abrir he sentido un poco de vértigo, me he encontrado al filo de un precipicio y al fondo un enorme vacío. No sé si está nevando o es polvo de estrellas lo que me rodea, no sabría decirlo. Estoy aturdida. No hay nadie, por lo tanto me habrá parecido que llamaban. En casa me encontraba muy bien, calentita y feliz viendo una película, pero al sentirme tan sola y en esta cima me está dando pavor. No sé si entrar de nuevo. Presiento que si retrocedo, voy a caer por un abismo desconocido. Me está bajando tanto frío por la espada que me paraliza las piernas y todo el cuerpo. Ahora quisiera tener alas para volar e ir a posarme como las cigüeñas en la torre de la iglesia. Desearía ser golondrina o gorrión y pasar desapercibida debajo de la hoja de un árbol o el alféizar de cualquier ventana. Sé que alguien me vigila y siento como la orina me baja por las piernas. Necesito ir al baño y no puedo moverme. Una mano muy helada roza mi cara y grito, grito muy fuerte.
Mi madre me sacude, me dice que no grite que he tenido una pesadilla, que estoy en casa. Le digo que me abrace y la beso con pasión. No quiero desprenderme de sus brazos. El miedo es tan real, que aún tiemblo y no quiero ver qué realidad me rodea y si es verdad lo que estoy escuchando.

Nani. Marzo 2019

martes, 26 de marzo de 2019

OTRA BATALLITA



La tarde comenzaba a asomar. Yo caminaba por la viejas calles adoquinadas, las estrechas aceras cubiertas de sillas de enea y en ellas, las madres sentadas mientras vigilaban a sus pequeños que jugaban a las canicas, a los cromos o las chinas y entre tanto, alguno más mayorcito arrastraba un aro de hierro con un artilugio del mismo material, que lo empujaba hacía adelante y lo mantenía erguido, rodando de extremo a extremo de la calle, hasta que se le atravesaba un pequeño diablillo  saliendo como un loco de los ultramarinos, o de la taberna donde vivían y todo se iba al traste, a veces sin querer y las más, queriendo. El hijo del farmacéutico intentaba cruzar al otro extremo, con su bicicleta de último modelo y una cestita delante del manillar, para colocar los ungüentos y medicamentos que iba dejando en casa de los parroquianos y así iba pasando esa vida que yo, mientras me recreaba, dejaba retenida en mis globos oculares y después, en aquella Kodak que compré con miles de fatigas y que me hizo en cierta manera, conocido. Capté muchos momentos, muchas situaciones e incluso, momentos muy importantes de nuestra época. Unos tristes, otros muy alegres y sobre todo, muy significativos en aquellos días. Hoy, ya soy muy viejo para salir a la calle y volver a caminar como entonces. Ahora hay demasiados coches, no se escucha algarabía de chiquillería, ni a las madres gritando para que no se alejen o no hagan demasiado el burro, porque lo hacían o lo hicimos y la verdad, es que se disfrutaba siempre al aire libre y gamberreando a nuestro modo.
¡Cuando vengo a vuestras casas y os miro, me da la impresión que no sois lo felices que fuimos nosotros a pesar de no haber tenido nada. Una lata, un aro, una caja y cuatro chinas, eran nuestros juguetes y reíamos a carcajada limpia, aunque tú que me escuchas querido nieto, no te lo creas! ¡Pero igual me equivoco, verdad es que son otros tiempos y aquellos eran los míos y estos son los vuestros!

Nani. Marzo 2019