lunes, 4 de noviembre de 2019

LA CURIOSIDAD DE MI HERMANO


No es cierto que tengan siete vidas ─dijo mi hermano─, cuando desde el balcón quiso dejarle caer para comprobarlo, pero gracias a la providencia llegó papá y le arrancó de los brazos a Misi que asustado se revolvía. Luego nos confesó que si era cierto y no le pasaba nada, probaría a hacerlo él también.


FAROLES Y FAROLAS

No es cierto que tengan siete vidas los gatos ni ningún ser vivo. Cuando éramos niños mi hermana y yo le pusimos a uno un  paracaídas que teníamos de juguete. Con los muñecos funcionaba, pero con él no y aunque arqueó su lomo todo lo que pudo, no llegó al suelo vivo porque se estrelló contra una farola. Estuve castigado hasta que a mis padres se les pasó el enfado y la pena. Yo aprendí que no todo lo que nos cuentan puede ser verdadero.

CACHITO A CACHITO

No es verdad que tengan siete vidas por mucho que se haya difundido este tópico con respecto a los felinos. Sí debería aplicarse a mi existencia. Cada vez que tropiezo, renazco y comienzo una nueva vida, hasta que en un nuevo tropiezo, muero y surjo de nuevo de mis propios cachitos.

Nani,  Octubre 2019

viernes, 1 de noviembre de 2019

NI MUERTO



Mi aportación a Viernes Creativo: Escribe una historia, de Ana Vidal
Foto de Nieves Nieto

Hay días que no soy yo el que se refleja en el espejo, sino alguien que no conozco. Detrás, una sombra negra que está envuelta en capa y capucha. No consigo distinguir su rostro, pero intuyo que no es agradable por las formas en que aparece, por esas manos que sujetan el espejo y por el olor que percibo. He querido quitarlo, llevarlo al sótano o tirarlo, pero vuelve a aparecer en la sala donde contaban mis antepasados hubo una tragedia. No consigo entender que pretende el ser que siempre surge, qué quiere de mí y en qué consiste esa insistencia. A veces me asusto, otras le pregunto pero no obtengo respuesta; entonces recuerdo las enseñanzas infantiles y rezo, pido por su paz y es en ese momento cuando se va difuminando, el olor desagradable se torna en aroma a rosas y me siento en la silla que hay frente a ese espejo. Me sereno, salgo a la calle y es allí donde consigo pensar con lucidez, pero desde que me pasan estas cosas, odio los espejos, los escaparates y todo lo que me devuelva mi imagen o la de alguien que esté cerca de mí, por eso llevo estos pelos, barba descuidada y muchas veces el sombrero del revés. ¡No me asomo a un espejo ni muerto!

Nani. Noviembre 2019

jueves, 31 de octubre de 2019

CUESTIÓN DE SENSIBILIDAD




En la clase de hoy he disfrutado como un juglar en la Edad Media. He escuchado la desconocida canción que escribió Ana Bolena antes de ser decapitada. La pieza musical es una delicia. Escuchar cantar a la soprano: "Oh muerte, me sacude dormido" entre otros lamentos y sus últimos pensamientos, pone los vellos como escarpias. Me gustaría tocar los instrumentos que hacen que brille y suene esa composición u otra cualquiera. Quiero estudiar más música para poder hacer llegar estas obras incalculables. Pero ahora debo jugar al mismo tiempo que sigo con alegría viviendo, creciendo y aprendiendo a hacerme también, un hombre.




Anne Boleyn's lament: O death, rock me asleep; Anna Dennis & Voices of Music 4K UHD

Composición musical escrita por Ana Bolena antes de ser decapitada.

Nani. Octubre 2019

domingo, 27 de octubre de 2019

DÍAS DE PERDÓN




Se imponían normalmente a sí mismas los días adecuados, por eso quisieron ir a aquella basílica a pedir perdón por sus pecadillos. Ellas necesitaban de tanto en tanto, ese momento para expiar sus faltas. Entraron con mucho recogimiento. Ataviadas con mantilla, libro de oraciones y plegarias. Rosario de nácar, vestido largo, zapato de tacón bajo y el alma esperanzada.  Habían sido muchas las infidelidades, las críticas a las que consideraban sus enemigas/os (más bien se trataba de envidia a lo que las otras/os eran y poseían en sus cabezas mejor amobladas), zancadillas en el trabajo y así, un sinfín de menudencias (en el fondo sabían que eran atrocidades), que ahora les hacía sentirse bastante mal. Por eso decidieron hacer una escapada a aquel lugar de peregrinación. Aprovecharon las fechas en que sus esposos iban a Miami a la despedida de soltero de Carlos (era la tercera ya). A los pequeños los dejaron con las nanis y las abuelas. Algunos ya no eran tan pequeños y estaban en residencias para estudiantes, por lo tanto la coyuntura era perfecta. Entraron con recogimiento, se aplicaron agua bendita, encendieron bastantes velas (una por cada falta que creían tenían que purgar); llegaron hasta la cámara de rezos, se arrodillaron con mucho fervor y allí rezaron (incluso alguna lloró con abatimiento) y cuando creyeron oportuno, empezaron a levantarse e ir saliendo llenas de paz. Volvieron al autobús que las trasladaba de nuevo al hotel donde habían contratado la residencia en esos días y mientras doblaban mantillas, guardaban libros y rosarios, comenzaron a organizar la próxima visita turística a los almacenes de moda y la comida en el restaurante más pijo. Sin apenas percibirlo, volvían a ser las chicas de siempre y por lo tanto, después de esta excursión, seguían siendo las señoras de las banalidades, vida sosa o vacía; pero siempre, siempre llena de oropel.

Nani. Octubre 2019


jueves, 24 de octubre de 2019

REENCUENTROS




Las largas caminatas por el campo o por la playa, son el resorte que me da vida. Cuando piso la arena dejo de sentir morriña por aquellos paisajes galleguiños que me vieron crecer. La vereda que siempre recorría con mi padre, las trochas para volver y los atardeceres hacían que mi goce fuera infinito, aunque el salitre me provoque sarpullido. Lo doy por bien empleado, vuelvo a ser el niño de seis años. Después una buena ducha y todo perfecto.

Nani. Octubre 2019


lunes, 21 de octubre de 2019

SIN CENA


  

Nos dejaron sin magdalenas y sin flan de vainilla durante una semana. MI hermana y yo decidimos ir a casa de Juanito y le llevamos todo lo que pudimos coger en la despensa de mami. Agarramos el carrito de la compra, lo llenamos y nos fuimos. Cuando volvimos nuestros padres esperaban. Nos mandaron a dormir sin cenar. Después nos llevaron un vaso de leche. A otro día les escuchamos contar a los abuelos ¡sin querer, aunque estábamos escondidos tras el sillón!, que lloraron de emoción pensando que no lo estaban haciendo tan mal.

UNIFORME NO SIEMPRE QUIERE DECIR IGUALDAD

Nos dejaron sin magdalenas a la hora del desayuno. Dijeron que ellas eran niñas de pago y nosotras no, así que nosotras comeríamos un joyito de pan con aceite. En aquel internado no todo era lo mismo. Ellas llevaban uniforme planchado con tablones y nosotras babis. Lo bueno de aquellas imposiciones es que en clase todas llevábamos el babi (algunas para no ensuciarse) y cada una, nuestra inteligencia que a veces en las cabecitas de las de pago, brillaba por su ausencia.

UNA PARA TI Y A VECES, OTRA TAMBIÉN

Nos dejaron sin magdalenas pero no nos importó. Aquellos niños tenían hambre y nunca un dulce. A nosotros a veces se nos quedaban duras en la despensa, por eso cuando nos dijeron que deberíamos compartir, pensamos que por una vez las cosas podían ser un poco justas. Los mayores lo quieren todo y no ven que tanto ellos como nosotros somos personas y ni notan, la tristeza en algunas miradas.

CHEF DE EVENTOS

Nos dejaron sin magdalenas pero me alegro, ¡que se las coman y les dé una colitis y se vayan por el váter, por ser ellos tan agonías! Como me suponía lo que pasaría, a la vez del polvo de hornear y en lugar del aceite vegetal he puesto de ricino. Ellos matan a todos los más vulnerables y los dejan que se mueran de hambre, ahogados o detrás de unos alambres oxidados; si les toca a ellos ahora, no estaría mal. No pretendo que se mueran, pero sí que sientan la agonía de sus víctimas alguna vez en sus vidas.


Nani. Octubre 2019

miércoles, 16 de octubre de 2019

RAMIRO



Fui una niña feliz, con muchas carencias como casi todo el mundo que vivía en el medio rural en aquella época, pero feliz y querida. Debía ayudar en las tareas antes de ir al colegio sobre todo. Vigilar a los animales del establo, ponerles agua y comida hasta que papá y mamá terminaban las tareas del campo y entonces les tocaba a ellos arreglar las zahúrdas de los animales, limpiar a fondo y si era necesario, añadir pan duro, trigo, mondas y todo lo preciso para su crianza y por último,  visitaba a mi compañero de juegos y de vida. Ramiro era el burro que acompañaba a mi padre a la ciudad, cuando llevaba los huevos de las gallinas al mercado, el queso de cabra y las aceitunas aliñás que las señoras del pueblo encargaban. A cambio volvía con las alforjas de Ramiro llenas de telas que mamá convertía en camisas y vestidos, delantales y manteles para la mesa de la cocina, algún pescado en salazón y a  veces, un caramelo o cualquier regaliz que le regalaba D. Vicente el farmacéutico, cuando dejaba algunos de los encargos de su señora.
Cuando cumplí los ocho años y Ramiro empezó a ponerse viejito, papá decidió ir a la ciudad con Baldomero, el caballo pecherón que le ayudaba en las tareas del campo y a Ramiro lo dejó en casa para que fuera el compañero de juegos de mis hermanos y mío, aunque fui yo la que le disfruté  hasta el día de su partida. Cuando salía del colegio me lo llevaba hasta el arroyo cristalino y cuando se veía reflejado en alguna charca, pateaba el agua como si reconociera algún hermano y al final, terminaba bañado y yo con él. Le encantaba que nos adentráramos en los campos de amapolas. Las olía, las besaba y las acariciaba con sus enormes orejas. A veces en la hierba fresca de verano, nos tumbábamos y las siestas eran nuestra más reconfortante tarea. Yo posaba mi cabeza en la suya y otras en su barriga. Leía en voz alta para que me escuchara. Sabía que mis cuentos le gustaban tanto como a mí, después fueron los libros e incluso las ecuaciones; si no era a su lado no conseguía resorberlas. Papá y mis hermanos me decían para hacerme rabiar, que se  me iban a poner las orejas de burro, pero nunca me enfadé por ello y aunque no sabía cómo responderles, hoy les diría que a mucha honra si así hubiera sucedido. Ramiro me enseñó a ser paciente, cariñosa, agradecida y sobre todo a abrazar; con él empecé y seguí toda mi vida abrazando y hoy cuando vuelvo a hacerlo, no puedo por menos ver a Ramiro agradecido (nunca sumiso como dicen que son algunos animales que viven junto a nosotros) e incluso, pude observar como lloraba cuando nos dolió algo cercano. Nunca olvidaré sus últimas lágrimas. Sé que le apenaba irse para siempre y dejarme sin su compañía, sin su dulce, suave  y mullida almohada, que fue la que me hizo saber del amor y de la gratitud.


#hiatoriasdeanimales


Nani. Octubre 2019