El último día me pareció más largo que ninguno y
después de aquella
experiencia, todo cambió.
Habíamos
decidido pasar el puente en el balneario de aguas termales de la provincia.
En
el hotelito nos asignaron una habitación coqueta, no muy grande pero suficiente
para pasar cuatro días.
Al
llegar nos enseñaron los distintos baños, pero optamos por la piscina al aire
libre. Cuando nos quedamos a solas, comentamos que a ambos nos resultó un poco
siniestros y poco luminosos, los baños del interior y algo nos producía
inquietud. Luego, cuando recorríamos los pasillos, escuchamos como lamentos
poco gratos. Al bajar al comedor para el desayuno del segundo día y viendo que
tardaba mucho el ascensor, optamos por las escaleras. Mi chica en el rellano se
apretujó contra mi pecho temblando de pánico por lo que cancelamos la estancia
que nos costó anular.
Había
algo que parecía interponerse entre nuestros deseos y los de la gerencia del
recinto.
Cuando
subimos a terminar de recoger, muchas de nuestras pertenencias habían
desaparecido y empezamos a percibir un olor nauseabundo.
Nos
miramos y agarrados de la mano, cogimos lo que a nuestro alcance estaba,
cerramos macutos y salimos de allí como alma que lleva el diablo.
Nani.
Febrero 2023