Mientras
escuchaba aquellos acordes, su pluma
corría rauda por el papel blanco que le sugería
sentimientos, emociones y todo aquello que en circunstancias normales
era incapaz de experimentar.
Sentía
dentro de su piel las notas del piano acompasado y el bandoneón que no dejaba
de sugerir infinidad de emociones. Calaba
hasta lo más hondo y se introducía
poro a poro en sus venas, para dejar un
alivio infinito en todo su ser.
Cuando
fue consciente, había escrito el relato de su vida a base de fusas, semifusas,
claves en sol, la y como por arte de magia, aquella estancia quedó convertida
en una partitura llena de vida. La página en blanco había cobrado vida.
Nani. Septiembre 2012