Volví a enfocar su figura uniformada en la mirilla del rifle y cuando la tuve a tiro disparé de manera que di en el clavo como hubiera dicho mi padre. Al instante una mancha roja y a la altura del corazón, empezó a empapar la tela blanca e impoluta que cubría el cuerpo. Obtuve la mejor nota en las pruebas, pasé el examen y di gracias a que la mancha era tinta y la diana, un polichinela militarizado.
PUNTERIA
Volví a enfocar su figura uniformada en la mirilla
del rifle y disparé infinidad de veces. A partir de aquí
todo estaba demasiado claro. Ni me enrolaría
en el ejército, ni sería cazador, ni daría más clases de tiro. Mejor
invertía mi tiempo y mi dinero en cosas de provecho. Los disparos me resultan
cosas de irresponsables, egocéntricos e inconscientes. La puntería la dejo para
intentar acertar en el amor.
Nani. Junio de 2015