Nos
enviaban de una patada a las duras calles cuando nos quitaron las viviendas. Se
acabaron las cenas en la cocina y los desayunos del domingo. Los miserables
sueldos que obtuvimos no daban ni para el recibo de las eléctricas. Se nos dijo
que era más importante rescatar entidades, bancos y no sé qué más cosas.
Nosotros
no pudimos rescatar a los nuestros del abismo y hoy estoy solo, en el
acantilado mirando cómo me llaman las olas.
Nani.
Abril 2018