Se
arrodilló pidiendo clemencia. No sabía si se lo pedía a los cielos, a la vida
si es que quedaba en algún sitio, a los gobiernos, políticos, o al Dios de cada
uno. Ya no le quedaba esperanza, ni familia, ni amigos, ni fuerzas para
enterrar a tanta gente, tantos niños que algún día jugaron en esas calles con
pelotas hechas con telas viejas o aquella que dejaron olvidada unos chicos
cuando hubo vida. Tanta existencia inocente que solo querían seguir el curso
normal del ser humano.
Ahora
solo quería llorar y la desesperación no le dejaba ya ni eso. No tenía fuerzas
y solo le apetecía acurrucarse con los que a su lado estaban y fueron vidas,
familia o conocidos. Ya solo quería ser uno como ellos y dejarse llevar.
Nani.
Abril 2018