Como
niños mirando entre los dedos haciendo amago de tapar el terror, evitamos ver
los edificios que fueron, los seres que ya no son y apilados esperan o escuchar
las súplicas y llantos de niños y ancianos. Duele saber que los inocentes vivos
sin vida, están tirados en campos carentes de las necesidades básicas, lamiéndose
las heridas y curándose las promesas. Nuestra mirada se extravía, nuestro
pensamiento se escapa a otros lugares, pero en el fondo el remordimiento y la
angustia nos aflora por los orificios nasales, auditivos y la boca se reseca
con un regusto amago; simulando que vivimos.
Nani.
Abril 2018