Me
he bañado en la playa y he salido toda llena de partículas plásticas, aceites
asquerosos y latas vacías. Al sol no me he quedado, porque como está sumamente
contaminado el ambiente, no me atrevía a tomarlo con calma, por lo tanto; en
lugar de relajarme me he contagiado tanto de la situación, que creo tendré que
darme un fregado o un lavado de gigante. Entre tantas cosas y sobre todo, encontrándome
saturada de tantas palabras necias, proyectos incumplidos, dirigentes que no
creen nada más que lo que les susurra el asiento que un día ocuparon y que
quizá no lo dejan para que no se vea la caca con la que lo ensuciaron o no se
les vea del todo ¡eso creen y que ignorantes a veces resultan algunos!; he decidido
ir a un centro de lavado (el más grande
que he encontrado) y me he metido de cabeza en la lavadora que me ha acogido con
gran agrado. Le he contado de mi necesidad de limpieza “de ideas” y de relajar
mis neuronas para poder al menos, estar en calma mínimamente. Me ha contestado
con voz de robot enlatado, que no me preocupe, que la limpieza va a ser
completa, vaporosa y esponjosa y que no habrá ningún problema. Lo que tenga que
pasar será y mientras tanto, me
recomienda que me vaya por unos días al asteroide B 612, allí el Principito
aunque estrechos los dos, me ofrecerá una conversación relajante y me curará
las heridas del alma, oliendo su flor y mirando sus estrellas.
Me
lo voy a plantear y lo mismo me voy aunque me tachen de loca, exagerada o
hippie trasnochada. Lo importante son las neuronas.
Nani.
Septiembre 2019