viernes, 22 de mayo de 2020

PRIMERA CITA, después de...



Después de pasar tanto tiempo en casa, hoy que ya puedo salir a hacer la compra con cierto desahogo, me he arreglado con esmero y me he pintado los ojos con mucho empeño. Va a ser lo único visible del rostro y quiero dar buena impresión. La verdad es que todavía acuso las ojeras (pero las he disimulado bastante bien) y los muchos llantos que me he empapado yo solita. Él se fue el mismo día que dijeron que declaraban el país en alarma y que, estaríamos 15 días en un principio sin poder salir ni a un recado. Después se han convertido en dos meses y medio y tan solo por su parte,  he recibido un vídeo llamada para decirme que estaba en casa de sus padres y que no volvería conmigo, que ya lo estaba pensando y la distancia le ha reafirmado. No quería seguir con nuestra relación, me dijo. Por eso, ya superados los primeros momentos, los  llantos con la única compañía de la almohada que aún tenía su aroma,  ya todo lavado y despejada mi mente, voy a ver si me compro una lubina para hacerla con una patatitas de fondo y al horno, que debo quitarme las chocolatinas que me he comido estos días. Por eso me estoy arreglando a conciencia y voy a ir precisamente a la pescadería donde se ha incorporado con su padre. Allí, estoy segura que estará su amigo Luís y quedaremos para ir a dar una vuelta. Por supuesto que guardando las distancias. Sé que le escocerá cuando le pregunte por la salud y vea tan solo mis ojos como relucen (llevaré la más bonita mascarilla que me he confeccionado, entre llanto y llanto) y no dejaré que se note lo que he pasado, pero al mismo tiempo podré darle de su misma medicina. Después que resulte lo que sea (por supuesto que a Luís no quiero hacerle daño ni utilizarlo en demasía. Él y yo nos entendemos muy bien y sabemos apreciar los momentos bonitos de la vida y los dos, los disfrutamos), pero hoy voy a ser un poco mala y no pasa de ahora, que tenga mi primera cita en su misma pescadería.

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Nani. Mayo 2020

jueves, 21 de mayo de 2020

TALLER DE APRENDIZAJE







Las cinco palabras de Clara Chacón, son: Sororidad, Mordisco, Lluvia, Laberinto y Árbol.



Todas las tardes al salir del colegio, iba a que le enseñaran a bordar y de paso, los conocimientos de las abuelas. Observó cómo se cimentaba lo que hoy llamamos sororidad, aunque por entonces había que vestirla de bordados o bolillos. De lo contrario, les arrancaban mordisco a mordisco la reputación y tenían hasta que justificarlo, con algún dinero que  ganaban para las cenas. Ellas, con lluvia, nieve o viento, tejían e hilvanaban el laberinto de la cultura o de la educación, porque a pesar de los muchos sacrificios, eran el árbol de la sabiduría.



Nani. Mayo 2020

miércoles, 20 de mayo de 2020

DE OTRA MANERA


Cuando salía del colegio solía entrar por la puerta a la que llamaba segunda. Encontraba la otra primero, pero allí había mucho bullicio y mi madre me pedía que invirtiera los términos. Esta era la del bar que tenían mis padres y la otra, la zapatería que regentaba mi tío. Además de que fuera la recomendada, a mí me gustaba entrar por esa segunda. Allí se respiraba paz, ya que mi tío estaba tranquilamente sentado remendando los zapatos o cosiendo las suelas a los cueros que había cortado anteriormente con una cuchilla especial para ello, muy afilada y con una curva muy pronunciada.  Él siempre me prestaba atención y yo me quedaba embelesada mirando como pasaba cera a los cabos para coser, que primero chupaba y después enceraba. Me atraía el olor del pegamento al que le llamaba engrudo, y disfrutaba su dulzura y cariño. Mi padre siempre estaba mucho más atareado con la clientela y a la vez, había siempre mucho ruido ya que el personal hablaba a  voz en  grito y al mismo tiempo, mi progenitor ni le daba tiempo de ver que yo pasaba,  pero sí algún personal bastante descarado; por esa misma razón el consejo de mi madre para que usara la otra puerta. Por entonces  no caía en esas cosas, pero fui siempre obediente y así lo hacía. A veces, mientras acompañaba a mi tío, pasaba el ganado de trashumancia por la calle y me sentía segura mirando a través de los  cristales a todos aquellos miuras y otras especies, era un placer y un gran desafío ver a los enormes toros que se paraban cuando se reflejaban en los cristales y yo al otro lado, comprobando que casi los podía tocar. Me sentía la heroína del cuento de ese día. Luego cuando merendaba pan con chocolate, me salía a la calle a jugar a la comba, a las estampitas (todavía no se llamaban cromos) en el tranco de la puerta, o a las chinas con alguna vecina o amiga, ya que por entonces todo se hacía en la calle, en los portales donde montábamos tenderetes o rifas o en la plaza más cercana. Todo era mucho más próximo. No había peligro. Los padres sabían que si nos daban una voz acudíamos al instante. La vida era muy distinta. Todo era de otra manera.

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Nani. Mayo 2020

martes, 19 de mayo de 2020

ABUELITA




El próximo favor se lo pido a Santa Rita que según dicen, es más legal. Un acontecimiento me  ha arrancado la ilusión del color, del sabor y hasta la alegría de respirar y la delicia de vivir. También se ha llevado sus arrugadas manos, sus risueños ojos y la sabiduría y la dulzura de los besos que debió entregar a sus pequeños y huérfanos niños, que esperan verla aparecer con la bolsa de gusanitos o los caramelos de eucalipto. Y para colmo, atrapada me encuentro en la pena de no haberla despedido.

DE ESE SITIO TE ATO

El próximo favor se lo pido a Santa Rita aunque dudo que pueda hacerme alguno. Necesito salud para mis mayores, quiero alegría a mí alrededor, pido que me dejen gestionar mi vida y por lo que tengo entendido, los milagros ya se hicieron todos.  Ahora nos toca remangarnos y tampoco parece que sea muy posible, así que como no venga San Cucufato, abogado de los olvidos y … Pero no veo por donde atarlo.

Nani. Mayo 2020

lunes, 18 de mayo de 2020

CONTIENDAS



Escucho unos ruidos muy estridentes y al principio no consigo distinguir el lugar de donde surgen. He prestado atención y observo  que vienen del bajo donde se encuentra el sótano y la cochera. Puede que haya entrado un animal en algún descuido y se sienta atrapado, ─pienso. Bajo sin tomar medidas de precaución y antes de terminar la escalera, me detengo para escuchar con más atención. Parece que proviene del cuarto trastero, donde guardamos los utensilios de limpieza y demás zarandajas. Me preocupa la cosa, porque si todo ese alboroto proviene del cuarto trastero, lo tengo difícil para defenderme porque ahí están las escobas, cepillos y mochos entre otros y no sé con qué me voy a proteger de la contienda. Cuando parece que los jadeos bajan de intensidad, me armo de valor y empujo la puerta, ¡qué Dios me ampare y su santísima madre, ─me digo para animarme; y que no me suceda nada! Como decía, empujo con mucho cuidado y observo atónita, como la escoba enviste al cepillo y a su vez, el mocho gruñe algo ilegible y acomete a ambos. En ese instante y gracias a que estoy ágil, esquivo un cepillo de raíces ha pasado rozando mi cabeza, parece ser que lanzado por un bote de limpiacristales en principio y que ahora está lleno de un compuesto un poco agresivo, para quitar manchas resistentes a la grasa (suelo reciclar y se nota que tiene potencia). De una esquina y con una bayeta a modo de tapabocas, un espráis contra los mosquitos arremete con su fluido, contra el jabón de la lavadora y como ya no soporto la trapisonda, doy una palmada y un ¡Basta ya!, donde todos los artículos digamos de limpieza (ahora parecen de guerra), han parado en seco y unos han caído por su propio peso al suelo, otros se han mantenido en el aire por unos segundos y como por arte de magia, acaban amontonados como muertos en un instante. Frenética como estoy y aturdida, porque lo que acabo de observar no se lo creería ni el más aliado de los más pirados, pregunto toda enojada y a voz en grito: ¿Se puede saber que ha pasado aquí y por qué? Un pequeño cepillo de dientes ya en desuso para ese menester y que utilizo para limpiar las juntas de los azulejos, se levanta tímidamente y me dice: En realidad todo lo ocurrido ha sido provocado por un desafortunado comentario de la escoba, diciendo que sin ella no habría limpieza, a lo que ha respondido el cepillo de barrer que es muy orgullosa por creerse más antigua e importante. Le ha seguido el mocho, diciendo que sin él no fregarían los suelos, no habría higiene y ha continuado con los mismos argumentos el limpiacristales, la bayeta, el limpia hogar apto para todo, el mata moscas y así, todos se han levantado en guerra. A mí me han expulsado porque dicen que soy un intruso, así que aquí me hayo desterrado y sin patria por un momento. Ni he puesto orden, ni he conseguido aceptación y como ves, he terminado sin pelos y mellado.
Yo, me restriego los ojos, no doy crédito a nada de lo que veo, escucho y me salgo para respirar un poco. Cuando vuelvo a entrar, todos están colocados en su sitio y pareciera que no haya ocurrido nada, pero si ha pasado, porque el pobre cepillo de dientes es la baja más palpable. Me detengo y veo que al mocho le faltan la mitad de sus poderosos flecos, el plumero intenta mantenerse intacto, pero poco a poco observo como vuelan las plumas, al limpiacristales le descubro un gran agujero por donde pierde combustible y el jabón, está todo derramado y disimulado tras la caja de los juguetes. Sin dar crédito a lo que voy descubriendo, un pequeño cubo que uso para todo, me comunica con vocecita de apuro, que les ha podido la prepotencia. El querer cada uno de ellos ser los mejores y los primeros y que cuando él mismo les quiso hacer ver que todos son un complemento y ninguno puede ser útil sin el otro y se necesitan para los objetivos a realizar, al no aceptarlo y queriendo cada uno tener razón, se formó esa terrible guerra entre iguales, que ha terminado con heridos, bajas definitivas  y una crisis que costará remontarla, ya que yo como señora de la casa, mandaré a paseo a más de uno y con razón y además, si no se les bajan los humos, el objetivo estará perdido y nada se podrá remontar.
Dudo por un momento, me siento sobre la lavadora, medito y les digo: ¿Queréis ser tan imbéciles como los de  mi especie? Pensadlo y luego cuando haga la compra vuelvo y me comunicáis que habéis acordado. Os doy hasta el mediodía, después habrá consenso o como queráis llamarlo. Yo escucharé y después se hará lo que haya que hacer, pero no permito ni más bajas, ni tiras y aflojas, ni banderas, ni colores. Aquí estamos todos para que la casa funcione y al que no le guste, que se baje de este mundo. ¡He dicho!



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Nani. Mayo 2020

domingo, 17 de mayo de 2020

DÍAS CON MEMORIA

Las cinco palabras de Inma Chacón, para página solidaria de cincopalabras.com, son:




Algunos días de confinamiento, los dedico a ordenar lo que se dejó para otro momento. Hoy ha tocado a la carpeta de fotos y con ella, la memoria. Me he detenido al ver la Cruz engalanada y la pared cargada de cerámica, junto a nuestra casa. Este año no ha habido celebración, ni repique de campanas. La envergadura de lo que estamos viviendo invita al recogimiento y con esta copia la evoco a ella, la mudanza, la salida del barrio, la sábana que me entregó de recuerdo y sus palabras: ¡La vida cambia, pero no dejes que lo haga contigo!



Nani. Mayo 2020

viernes, 15 de mayo de 2020

EL CIRCO Y LOS PAYASOS




Filiberto era el payaso que venía con el circo todos los años, para la feria del pueblo. Comía en la casa de comidas que tenían mis familiares a los que ayudaba en días de mucho trabajo. Se sentaba siempre en la misma mesa, maquillado, con la peluca de color rojo y el bombín destartalado y mugriento, como si fuera a salir a escena en ese preciso momento. A mí que por entonces era una niña, me sonreía, me sonreía creo que mucho y me mostraba una dentadura destartalada y sucia. Un día me pidió que me acercara y a pesar que no me inspiraba mucha confianza, me aproximé. El olor que desprendía me echó para atrás y por inercia, mis dedos hicieron pinza en mis orificios nasales. Se enfadó mucho al verme realizar dicho gesto y me dijo con cierto aire de prepotencia,  que su olor era el mismo de sus amigos los leones con los que dormía todas las noches. Que era el aroma de la fuerza y de la supervivencia. Salí corriendo y pedí a mis tíos que cuando él viniera, sirviera la mesa otra persona, que no me gustaba ni su olor, ni su mirada. La tía Ana me sonrió y me dijo que no me preocupara, que sería ella quién le atendería. Cuando pasaron los años y volví a ayudarles siendo una jovencita, después de algún tiempo, de nuevo le vi y me gustó mucho menos su apariencia. Seguía  sucio y con ese hedor a fiera depredadora. Me produjo tal sensación que salí de allí asustada y desde entonces no he podido acercarme a un payaso. No sabría decir que era lo que me inspiraba, pero todo él, me daba pánico y poca confianza. Más tarde cuando después de pedir a los tíos que me sustituyeran en las mesas y salí para ir a casa, al volver la esquina salió y se interpuso en mi camino. Conseguí empujarlo y salí corriendo, ya era viejo y su fuerza no era la de antes, pero gritaba diciendo que no huyera que haría conmigo lo mismo que hizo con las otras. Los gritos eran de tal envergadura, que al mismo tiempo yo gritaba horrorizada. Cuando desperté, mamá me apretaba contra ella y me decía que todo había pasado. Que aquél hombre seguía apresado, que hacía mucho tiempo la policía lo había cogido. Que seguía en la cárcel, que aquel acoso de un día, ya había pasado y que sus faltas y crímenes, lo estaba pagando por siempre entre rejas. La pesadilla se repetía una y otra vez, por eso no soportaba el circo, los payasos ni nada que me recordara a aquel infernal hombre.

Nani. Mayo 2020