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Nani. Noviembre 2020
Nani. Noviembre 2020
Imagen del artista brasileño Luis Philippe
Ayer
pasé por la agencia de viajes a pedir que me permitieran cambiar el bono de
viaje que tenía reservado para este fin de semana. Debido al confinamiento no podremos
salir de nuestra ciudad, así que lo vamos a aplazar para la próxima primavera
con el acuerdo mutuo, de que si todo sigue igual lo dejaremos para más
adelante.
Le
he pedido a mis hijos que deshagan sus maletas, mi marido cabizbajo está haciendo
lo propio y yo que tengo las mías en el hueco de la escalera, cuando he vuelto
de retirar la reserva y las he mirado, me he alegrado de que esta vez no me
vayan a servir. Compruebo que pesan demasiado, que he guardado muchos archivos
no resueltos y balances por terminar, así que como toca tiempo de reflexión y
de recolocación, creo que para no volvernos locos del todo, voy a ir sacando
archivo por archivo y lo voy a desmenuzar. Lo que esté pendiente de un hilo,
voy a ver qué solución tiene; que creo la tendrá y si no fuera así, lo llevaré al cubo que tengo en el patio y le
prenderé fuego para que no dé más vueltas y aparezca cuando menos falta hace.
No quiero que transforme en gris lo que se auguraba verde esperanza. Debo solucionar
el problema que tengo y dejar de meter a empujones, lo que no merece la pena. ¡Nada
como sacudir telarañas! Algo así o parecido, decía mi querida Gloría Fuertes en
un poema.
Nani. Noviembre 2020
Éstas
son las palabras de Raquel Martín, para los escritores solidarios de Cinco
Palabras:
Intuición,
estratosférico, inusual, sabor y ganas.
Solemos
hacerlo todo por intuición, pero
ante algo tan inesperado y desconocido como la época que nos está tocando
vivir, nos desconcertamos y somos poco responsables delante de lo evidente. En
estos casos, deberían mantenernos en el espacio estratosférico aunque sea inusual,
pero quizá merecido. Allí tendríamos que volver a resetearnos para de nuevo
evaluar el sabor de lo importante, contabilizar
y valorar con respeto, que tanto bueno o menos bueno a todos nos corresponde
por igual, claro que para ello hacen
falta ganas y creo que estas faltan; sin querer generalizar.
Nani.
Noviembre 2020
Le agradezco con otra
sonrisa su mentira piadosa,
es un excelente galeno pero su buena intención un poco forzada. Cuando me quede
a solas con él, le diré que no es necesario. Sé qué invade mis venas y no es lo
que la Faraona española proclamaba. Es una puñetera anomalía que no tiene ni medicina
ni vacuna y que me anuncia a toda prisa, que la vida se diluye y que no hay
tiempo que perder si quiero cumplir mi sueño.
SIN SOLUCIÓN
Le agradezco con otra
sonrisa su mentira piadosa
y hago que le creo. Le pido que vaya a mirar la vitro, porque no recuerdo si la
he apagado. Subo, cojo la maleta que tengo preparada, dejo sobre la mesa la
carta que le escribí y salgo lo más rápido posible.
Nani. Noviembre 2020
Soy
la María, la más vulgar de las mujeres y a la vez, la más sabelotodo o eso
cuentan. No porque yo lo diga o quiera darme postín, sino que vivo dentro de un
libro que está formado por letras y estas, componen las palabras y todas ellas
están engarzadas en las hojas de este libro que no es uno cualquiera, sino el
diccionario de la lengua, el libro que lo contiene todo, por eso me gusta vivir
aquí, consigo saber algo más y por así llamarlo, soy “la guardiana”. La que
cuido estas hojas para que no le salgan telarañas, no se manchen con moho, no
haya arañitas de esas que se comen las letras primero y los ganchos que las
sujetan unas a otras para que no se separen. Ellas poseen el poder y la
sabiduría del lenguaje. Procuro airearlo todo lo que puedo para que la humedad
no se asiente aquí dentro. Por lo mismo, me he permitido hacer una ventana, a
veces es necesario ya que en ocasiones tardan en abrirlo y pudiera mojarse tanto
que acabara borrado y eso sería su fin, cosa que no puedo permitir. De mí
depende que tú que estás leyendo esto, disfrutes cuando tienes un libro en la
mano, cuando te enfrentas a la página en blanco o de que la humanidad crezca y no se quede estancada con lo que le quieran contar. Al final, la historia se debe
escribir y yo cuido de que así sea.
Nani.
Octubre 2020
Esta
noche mientras dormía he soñado contigo. Venías volando en una moto de agua y
te acercabas a mí tan deprisa que temiendo el impacto, me he despertado. Me he levantado,
porque la impresión no me dejaba seguir en la cama, además, ¡faltaban unos
minutos para que tocara el despertador! Menudo susto y encima te reías de mí,
por el sobresalto que me he llevado, ¡qué gracioso!! ¿Sabes que te digo? Qué si
no te das de bruces conmigo y pongo mis manos para parar el impacto, te
hubieras roto las narices y eso hubiera pasado, tanto si era un sueño como si
no lo era. ¡Qué siempre estás muy seguro de ti mismo, hasta en mis sueños te
metes y no te lo consiento un minuto más! ¿Sabes que te digo? ¡Qué te vayas con
viento fresco, a freír monas que dicen que son baratas! ¡No sé por qué motivo
te tienes que introducir en mis sueños, necesito descansar! ¿No estás contento,
ni es suficiente dar la murga todo el día y erre que erre con la misma
cantinela? ¿También en la noche? No puedo seguir así y te prometo que te saco
de mi cabeza, no sé cómo pero lo haré, como que me llamo Ludovica de Puerto
Llano, provincia de aquí mismo. ¡Ya estoy cansada de tenerte hasta en la sopa,
eres como la mosca cojonera de la tele y si no acabas enterándote, ya haré lo
posible para que así sea, aunque te tenga que poner algo en el brebaje que
bebes y que te haga salir pitando cada vez que me relaciones con el! Dicen que
los sueños recurrentes hay que enfrentarlos y solucionarlos. ¡Pues hijo, yo ya
no sé cómo enfrentarme a ti y cómo mandarte a freír espárragos y no quiero
gastar más pasta en ese psicólogo que me recomendaron! ¡Puñeta, ahora que caigo,
el que se aparece en mi sueño es el
mata sanos, esto es el cuento de nunca acabar, casi prefiero el cuento del “gallo
pelao”!
Nani.
Octubre 2020
Éramos
sardinas y nos colocaban apiñados en una lata en conserva, con sal, aceite e
incluso un poquito tomate. Como mi nariz es muy grande, no entraba bien y me
agobiaba un poco. Estábamos muy
estrechos por lo que mi napia se convertía en un enorme problema. Todo debía
quedar bien acoplado y con gran enojo por mi parte, me dieron la vuelta. No
tenía suficiente con mi gran trompa, sino que además ahora debía tener mi órgano
olfativo sobre los pinreles pestosos del resto de la conserva. Todo resultaba
demasiado estresante hasta que me paralicé al notar que la tapa caía encima y
comenzaba a cerrarse herméticamente. De pronto se escuchó un gran estruendo acompañado
de un olor fétido y una voz gritando que la conserva estaba deteriorada. En
este momento me desperté, estaba pringón como si se me hubiera derramado aceite
encima y olía a pescado podrido.
Nani. Octubre 2020