Tenía
que hacer el trabajo que le había asignado el profesor para poder terminar la
tarea pendiente que en equipo, debía
concluir el grupo AB. No lo pensó más aquel viernes por la tarde, cogió la
mochila con todo lo necesario para tomar apuntes, fotos e incluso, los sentidos
dispuestos para poder aspirar hasta el aroma que se respirara. Cuando llegó, empujó
la enorme puerta y solo pisar aquel suelo, ya comenzó a notar el ambiente denso,
el olor característico y todo aquello que hablaba a borbotones pero sin
palabras para proclamar a los cuatro vientos, cual era aquel lugar que las
suelas de sus botines pisaban.
Se
adentró mochila en ristre, cuaderno y lápiz y llegó a aquella sala con poca luz
y algo fría, que olía a polvo mezclado con cera y otros que le costaba definir.
Ya cuando estuvo allí en otra ocasión, le resultó el lugar un poco extraño,
frío y muy, pero que muy denso.
Comenzó
a hacer las anotaciones que creía oportunas y cuando ya tenía rellena la hoja
con todos los apuntes necesarios, buscó la cámara digital para hacer las fotos
que necesitaba. Se colocó de nuevo la mochila y se dispuso a disparar la
primera foto, cuando el personaje enfocado al mismo tiempo que él disparaba, le
asomaba una lengua enorme, se carcajeaba y le decía: “En los momentos de crisis
sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”.
El
chico al ver y escuchar a la figura de cera que representaba a Einstein, salió
del museo, como alma que lleva el diablo.
Nani.
Marzo 2011.