Foto
de Carole Bellaiche
Querida
mía.
Hoy
ha sido el definitivo día, me despido. Hasta aquí ha llegado mi infinito amor,
paciencia y esperanza.
Hoy
me he parado en el rellano de la entrada a nuestro hogar y me he dado la
vuelta. No sabía bien que resorte me impulsaba a no seguir adelante, sino
caminar en sentido contrario.
Me
he sentado en el banco de la plaza, donde tantas veces nos juramos amor eterno
y en ese mismo lugar, me he dado cuenta que eterno no es nuestro amor, sino que,
sin darnos cuenta, hemos observado que tenía fecha de caducidad. No había sido
consciente que así fuera, hasta que, en el banco de nuestras confidencias, no
he sentido las mariposas que otras veces noté, ni he tenido la impaciencia por
llegar a verte. Por ello, me despido de ti, de nuestro hogar y de todo lo que
nos prometimos. Sí, se ha terminado nuestro amor eterno. Debe haber salido por
las alcantarillas o haber sido arrastrado por la lluvia caída en estos últimos
días. No sabría decirte, pero me voy.
Creo
que debí llamarte o incluso decírtelo a la cara, pero estoy tan desconcertado
como lo estarás tú, mientras lees este whatsapp (mensaje, mejor dicho).
Cuando
me encuentre algo más estable, te llamo y quedamos. Hoy solo puedo hacer esto
que te envío. Estaré en casa de mi hermana, si no le importa acogerme por unos
días, luego como te digo, hablaremos.
A
pesar de todo, sigo queriéndote mucho, no lo dudes.
Besos
de tu Nico.
Nani,
abril 2024